Me gusta escuchar
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Me gusta escuchar, sin duda alguna- Me jacto de tener esa habilidad. No es paciencia, de ninguna manera. Porque entonces significara que sufro al escuchar a alguien. No. Simplemente es que siento que fluye el pensamiento de la otra persona a través de cada palabra e ideas que va entrelazando. Así que ya sabes. Soy especialista en escuchar monólogos.
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Tuve una novia que solo ella hablaba. Y se pasaba de un tema a otro con suma facilidad. Luego volvía al mismo del inicio, le agregaba detalles, datos, y así seguía, yo no sé en qué momento respiraba o tenía una forma distinta a respirar que desconozco. Solo sé que yo me cambiaba de recargar mi cuerpo de uno a otro pie, luego de haberme cansado teniendo fijos los dos. Luego de casi dos horas de escucharla, me alegraba cuando se empezaba a despedir, que en esto tardaba otra media hora. Hasta que alguien me dijo: "Prueba a besarla y no te le despegues de sus labios". Y así le hice. En lugar de cambiar el peso de mi cuerpo entre uno y otro pie, la besaba media hora y cuando me cansaba, la dejaba hablar media hora. Y así.
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Por eso es que me gusta llegar a conferencias, por mi gusto a escuchar. No siento que pase el tiempo cuando el tema es interesante. Por ejemplo de aeronáutica, de vida artificial, de vida en otros planetas, la inteligencia de animales y plantas; y sin duda me fascina escuchar sobre los hoyos negros y tantos otros temas de la que soy un verdadero neófito.
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Una vez escuché una conferencia sobre la diabetes. Y válgame Dios, qué manera tan didáctica que tuvo la Maestra en enfermería en decirnos sobre cómo funciona nuestro cuerpo cuando se ingiere el azúcar. Algo así como "el cerebro detecta la cantidad de azúcar que uno consume y le ordena al páncreas producir determinada cantidad de insulina. Y que esta va recorriendo el cuerpo tocando la puerta a las células para que abran e ingrese la insulina que necesitan y de esta manera se tenga la energía necesaria. ¿Pero qué sucede cuando el páncreas ya no puede producir cantidad de insulina o nada? Entonces el azúcar ingresa a nuestro cuerpo y anda en la sangre de manera libre dañando cuanto le es posible".
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Nos explicó que nuestros hábitos alimenticios de familia han hecho que el páncreas funcioné de más hasta que se cansa y deja de funcionar al cien por ciento, y va disminuyendo su capacidad de producir la insulina necesaria. Ah, los refrescos gaseosos y azucarados cómo dañan nuestro cuerpo, lo van minando poco a poco. Y ni se diga los daños que causa la diabetes, que va desde daños de órganos vitales, hasta ceguera y amputación de pies y piernas.
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Yo de allí salí espantado y como la conferencia era frente a un circuito que delimita una ciudad deportiva, así como andaba vestido de manera formal, me puse a darle tres vueltas a dicho circuito, que era algo así como casi seis kilómetros en total. Y así seguí por unos dos meses, hasta que poco a poco la flojera me fue ganando y dejé de hacerlo.
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Escuchar con atención es una manera de aprender y de practicar el pensamiento. Porque uno al escuchar va reconociendo la estructura de pensamiento de la persona que habla y al comprender lo que va diciendo, también el pensamiento de uno va ejercitándose como si estuviéramos en un gimnasio cerebral. Por lo general siempre queremos que los demás nos escuchen, pero no tenemos (ni queremos desarrollar) la habilidad de escuchar.
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Me gusta leer. Hubo una etapa que recuerdo muy bien que no leí por años. Fue cuando no me di el tiempo para ir con un oftalmólogo y que me diera mi receta para mandarme hacer mis lentes. Ya no podía leer la letra de los libros, que siempre anda entre la numeración 10 y 12. Y para leer algo que yo redactaba la imprimía en 16 o 18. Fueron algo así como tres años. Claro que fue una falta de responsabilidad para conmigo mismo. Hasta que al fin me decidí ir con mi hermano Guillermo Morelos Villegas, uno de los mejores oftalmólogos del Sureste. Y de nuevo, ccon mis lentes como niño que recién aprende a leer, hasta la fecha.
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Desde los 15 años a la fecha no concibo mi vida sin la lectura. Una porque me produce placer leer literatura, cuentos, poemas y novelas, principalmente. No me gusta la lectura por obligación. Y me gusta leer también libros sobre el funcionamiento del capitalismo salvaje, modo de producción económico que ha creado empresas que no tienen fábricas, solo el nombre, y lo que venden esas empresas lo hacen en maquiladoras o familias, en países muy pobres, Sri Lanka, Bangladesh, y otros, en donde trabajan mujeres y niños por jornadas de más de 14 horas y en condiciones insalubres. De esos libros son los de Naomi Klein, y ortos autores.
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Escuchar, leer, junto con escribir y hablar, (además de observar, palpar, saborear y oler) son actividades cuya práctica permanente y consciente logran que el pensamiento se haga más ágil, lógico, claro, dúctil, etcétera. Claro que hay gimnasios para realizar ejercicios que fortalezcan los músculos y el esqueleto, y hay gimnasios (aunque no se les llame así) para fortalecer los músculos del cerebro, y son las bibliotecas, los círculos de lectura, literarios, y eventos donde se muestra este desarrollo del pensamiento y la memoria, que son los concursos de declamación y oratoria.
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Me gusta escuchar, así que no les sorprenda cuando estemos platicando, que le mire directamente a los ojos y me deje llevar como un arrullo por lo que usted esté diciendo, salvo que me pregunte algo, y entonces sí tenga que decir algo, que siempre es poco lo que tengo que decir.
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No hay mejor forma de comprender al otro, otra, que es nuestro prójimo más cercano, en general a los demás que escuchándolos.
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