Los destinos y las coincidencias

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Sí hemos escuchado y hablado sobre el destino en particular y los destinos de todos. Y la manera como se van dando las coincidencias para que se den unos hechos y no otros. De cómo aquel perdió el vuelo y el avión se estrelló. Y cómo cayó el árbol hendido por un rayo y uno acababa de pasar por allí minutos antes. Mas todo sucede tal cual debe suceder y nadie escapa, y si parece que escapó por una extraña circunstancia, es que precisamente ese no era el destino.

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Cuando hablamos de historias de amor es porque hay los elementos y las circunstancias que fueron acercando a dos hasta que finalmente se conocen y pudieron darse las circunstancias de una canción escuchada por ambos, una invitación a bailar, la invitación a salir, tomar un café y luego la declaración a manera de propuesta que nos amemos. Y una respuesta rápida de sí, de no, o de un tal y un quizás. Pero ya están puestos los elementos y acomodados para el inicio de un gran romance.

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Y lo mismo para las historias de amor, como las separaciones o las tragedias, que asimismo se van acercando los elementos que son motivo de que suceda el hecho que impacta causando un dolor indescriptible, y que luego lleva a pensar si no se hubiera pasado por allí, si hubiera salido antes o después, mas indefectiblemente las cosas suceden, como un destino que se cumple, como un presagio que anticipaba lo que iba a suceder, y que por más que se tratara de burlar dicho destino, todo confluye para que suceda.

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Pasaba por allí y nos encontramos. Compré el boleto equivocado y nos encontramos. Viajé sin descanso, anduve por mil senderos y nos encontramos. Porque precisamente ese es el destino. La conjugación de circunstancias. Los números al azar que aparecen en la lotería. Y que encontraste el boleto tirado. Y que aparece el premio mayor. Y este refiero no solo al premio gordo de la lotería, sino al romance perfecto, al nacimiento con salud del hijo, la hija, a la llamada para un buen trabajo, a la invitación a tomar un café, al encontrarse en la estación del tren o en la sala de espera del dentista. Todo tiene una razón, todo tiene un por qué. Nada sucede por casualidad. hay causas que lo generan.

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La verdad soy muy despistado y por lo tanto conservador. No arriesgo nada, y trato de leer o releer a los autores que ya tienen tramo recorrido y tienen reconocimientos. No quiero correr el riesgo de comprar un título aclamado por la publicidad y que resulte un fiasco y mis 500 pesos tirados a a basura. Pero sucede que con esto del internet leo algún artículo o entrevista sobre uno de estos escritores de reconocida calidad y entonces hacen comentario al azar sobre algo que leyeron y hablan maravillas, entonces me fijo en ese nombre y busco sus libros, de preferencia gratuitos en la red, los encuentro, comienzo a leer y generalmente son muy bueno. Es el caso del escritor chileno Alejandro Zambra, así llegué a él.

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A veces te encuentras un libro tirado. A veces el señor de la basura ya te conoce y los guarda para ti. Y a veces vienen unas joyas de la literatura universal. O en los libros de viejo, el autor hizo un viaje en el tiempo, y te aparece allí de esas editoriales que más no existen, pero los libros circulan por el sendero de lo usado y viejo, de tercera o cuarta mano, lo hojeas, ni idea tienes del autor, de lo que escribió y te das cuenta desde el primer párrafo, o un párrafo de enmedio que ese libro es el indicado. Y habrá de tener su historia de cómo llegó hasta ti. Y a través de ti, a otros.

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Yo vine a Tabasco no para buscar un familiar Páramo, de los que mueren y dejan herencia a desconocidos, que de pronto te llegó un telegrama: "herencia espera Villahermosa. Usted beneficiario". No. Que va. Pero entré a la Normal para maestro. Pude no haber entrado. Quizá a la preparatoria para buscar explicaciones luego en una universidad con carrera de Filosofía y enredar más las explicaciones del qué, dónde, cuándo, por qué y para qué de la vida. Pero fue la Normal. Y luego que las plazas en Tabasco, Chaiapas, Oaxaca. Y aventurero juvenil, radiante, pude irme a las escuelas enclavadas en lo alto de las montañas, y buscar descendientes de Lucio cabañas, pero no, elegí Tabasco. Qué bien. Lo demás que ha sucedido es mi historia personal, parte como de película, entre imaginación que escribo y realidad. 

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Una vez perdí el vuelo, que diga, la salida del autobús. Me entretuve en unos brazos tibios. Y ese autobús en su ruta cayó a un barranco donde solo murieron los pasajeros de la mitad hacia atrás. Yo traía el número 30 ventanilla. Era 1983 o 1984. O la vez que explotaron unos ductos en fin de semana en La isla, Centro, yo trabajaba en la escuela de ese lugar, "Josefina Ortíz Viuda de Mijares", y olía a fuga de gas, lo cual reportamos decenas de veces a las autoridades correspondientes, e hicieron caso omiso, hasta ue vino la desgracia con varios muertos, solo que fue en fin de semana, si no la historia hubiera sido mucho más grave en consecuencia.

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Ls casualidades no lo son tanto. Son hilos que se tejen. Y aunque parezca imposible de manera previa, se van dando las situaciones que acercan corazones, sentimientos, se cumplen sueños y anhelos. Las historias van sucediendo con antecedentes que se miraban muy separados, y que indubitablemente se juntan. Nace un hijo o diez. Y los destinos se van ampliando, se van creando otras circunstancias. 

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Estuve en una escuela y en otras. En cada una conocí compañeros maestros y directores, supervisores, padres de familia. Si hubiera estado en otras, el destino me hubiera presentado a otras personas. Solo que el destino se va cumpliendo. Y se van escribiendo historias precisas, con sus detalles específicos de tiempo y circunstancia.  Y esas historias están pendientes por escribir. Ojalá me dé tiempo en la vida para escribirlas a detalle.

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De Serrat: "Fue sin querer, es caprichoso el azar/ No te busqué ni me viniste a buscar/ Tú estabas donde no tenías que estar/ y yo pasé, pasé sin querer pasar/ Y me viste y te vi entre la gente que iba/ y venía con prisa en la tarde que anunciaba chaparrón./ Tanto tiempo esperándote, tanto tiempo esperándote..."

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