Un ángel, Anita
Anita, el adiós a un ángel
1
Anita salió temprano de su casa rumbo al trabajo. No sabía, por supuesto, lo que le acaecería minutos después. Se acicaló bien, lo normal como toda joven trabajadora y de buen corazón, para salir al exterior de la casa. Iba con su sonrisa y esperanzada como siempre en un mejor futuro. Contenta ella y su familia porque recién había egresado de la división de Ciencias Sociales y Humanidades de la UJAT. Caminó las cuatro cuadras que separan su casa de la parada del transporte. Se había despedido de su madre con el clásico "ya vengo, nos vemos. Te quiero mucho, mami". "Dios mediante, hijita, cuídate mucho".
2
Todo cambia en un instante. Concurren distintos hechos en un punto geográfico y en el instante fatal. Basta esa combinación de circunstancias para que todo cambie radicalmente. Un ángel vuelve al cielo, luego de regar cariño y estima en la aridez de la tierra y de las relaciones humanas. Anita. Abogada de 24 años.
3
Yo la miraba caminar frente a mi casa en su diario acudir a la ciudad para el trabajo, (la colonia está a 17 kilómetros de distancia de la ciudad) como todos los de estos lugares. Gallarda, prudente y ecuánime. Porque es la vida misma que resplandece con los y las jóvenes. Son el brillo de la existencia con su algarabía natural, sus sonrisas, y mucho mejor cuando sus valores de familia son las de personas buenas. Familias que forman buenos ciudadanos. Padre (Don José), madre (Doña Lucrecia), y sus hijos e hijas: dos mujeres y tres hombres, integran la familia.
4
Es como una escena de tragedia clásica griega, solo que esta en el 2021. Confluyen las dos hermanas en el destino con la llegada doble a la parada de transporte. Anita porque va a su trabajo. Y su hermana porque llega del trabajo. Ambas se encuentran, se sonríen y saludan. Se desean lo mejor para el día, de esfuerzos, y de satisfacciones en el bien hacer. Se abrazan amorosamente y se despiden. Nada puede cambiar de ruta al destino. Su hermana camina hacia su casa, cuando a los pocos pasos escucha el impacto, y presintiendo lo peor voltea y corre desesperada y angustiada de regreso para enfrentar la tragedia. Su hermanita adorada yace en medio de la carretera, ya sin movimiento evidente. A los pocos segundos se acercan vecinos y al percatarse de que Anita ya no está con vida, sacan una sábana y la cubren.
5
Yo estaba escribiendo cuando recibo una llamada de mi hija que andaba fuera de la ciudad. "Acaban de atropellar a la hija de doña Lucre. Es en la parada de la colonia. Al parecer murió". Dejé pendiente lo escrito.
6
Que fuerza interior de Doña Lucre, la adolorida madre. Admirable su entereza. Yo me acerqué para ver si se requería ayuda en algo, en lo posible. Y vi a lo lejos el cuerpo de Anita cubierta por una sábana. Y patrullas de guardia y retaguardia protegiendo el cuerpo de los otros autos. Es carretera federal de mucho tráfico. Es la que conecta Villahermosa con Ciudad del Carmen, Campeche. Ya habían acordonado la zona del crimen, para proteger la escena. Decenas de personas reunidas. Un tráfico ya pesado. Caos. Y entre todo ello la desesperación de sus tres hermanos. Y Doña Lucre, la madre, con todo el dolor que la destrozaba por dentro, se erguía majestuosa, orando a Dios, con una fuerza y claridad que la escuchamos muy bien. Ningún reclamo ni reproche, ninguna blasfemia. Al contrario, el agradecimiento "por los 24 años que me diste prestada a mi hija Anita, tú nos la diste, tú la recoges hoy. Muchas gracias, padre mío". Y así el tono, así el mensaje para confortar el dolor de sus hijos, de los vecinos.
7
Era sábado en la mañana, inicios de octubre. Era el fin de la semana laboral de la mayoría. Era el día previo al descanso de domingo. Fugaz y efímera la vida. Increíble el trágico hecho para todos, aún viéndolo. Indescifrables los designios. Sorprendidos por la circunstancia. El crimen. Nada volverá a ser igual para nadie, menos para ellos, su familia núcleo, que ha sido pilar de las actividades de la ermita. Nada será igual, aunque con el tiempo llegue el consuelo y la resignación.
8
Conforme pasaban los minutos, sol quemante, iban llegando más personas afectadas por la cruel noticia El novio que se queda sin su amorosa novia. El padre y la madre del novio. Primos. Tíos. Todos con el alma desgarrada por lo fatal de la muerte de Anita. Y doble golpe por la forma tan brutal, tan tonta. Ella en la parada, con la esperanza. Segundos antes el encuentro con su hermana que hacía el retorno laboral. Un auto que se mete a ese espacio peatonal, la impacta mortal y la tira metros más adelante. Un borracho trasnochado, quizá. Un loco, quizá. Un aprendiz de manejo que perdió el control, quizá. ¿Que importa ya quién haya sido? La autoridad se encargue de averiguarlo y castigar con la fuerza de la Ley.
9
Nada, nadie, nunca volverá esa vida a su destino de movimiento y alegría. Ah, cómo quisiéramos borrar parte de la cinta para corregir. O que las decisiones hubieran sido otras. Que se hubiera ido a la otra parada (son dos). Que no hubiera ido a trabajar y asumir la falta. Solo que el destino, o los designios ya escritos, son los que marcan el día a día de los seres humanos. Nadie los cambia. Lo que ha de suceder, inevitablemente suceden.
10
Pasa el cortejo cerca de mi casa. Lo miro con la distancia que me separa del campito deportivo. Le acompañan familia y amigos. Le acompañan decenas de coronas de flores. Le acompaña un mariahci que va entonando canciones. Algunas personas llevan globos. La despedida es tan dolorosa como emotiva. Le espera la ermita Sagrado Corazón de Jesús, donde creció y sirvió. Donde se formó en valores de familia y religiosos. Le esperan porque ha sido su casa, su refugio. Llegan sus compañeros de escuela, de trabajo. Le lloran. Saben que la joven abogada estará radicada a partir de hoy en el corazón y en la memoria. Su inolvidable sonrisa y buen corazón vivirán por siempre en la memoria de muchas personas.
11
"De la Sierra morena, Cielito lindo vienen bajando, un par de ojitos negros, Cielito lindo, de contrabando. Ese lunar que tienes Cielito lindo, junto a tu boca. No se lo des a nadie, Cielito lindo, que a mi me toca. Ay, ay, ay, ay, canta y no llores. Porque cantando se alegran, Cielito lindo, los corazones". "Como quisiera, ayyyyy, que tú vivieras. Que tus ojitos jamas se hubieran cerrado nunca, y estar mirándolos".
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El mariachi la acompañó de su casa a la ermita. La acompañó en la salida de la ermita. Y en todo el trayecto rumbo a su última morada, en el panteón del Arbolito. Y así la despidieron. Descanse en paz Anita. Mi sentido pésame a su familia.
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