Las cosas

Las cosas 

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Y pensar que "nada te llevarás cuando te marches". Solo una muda de ropa, que otros escogerán, quizá siguiendo indicaciones previas nuestras, y hasta allí. Sin embargo nos pasamos la vida buscando tener algo más, a veces con desesperación, las más de las veces con una decisión desmedida por tener lo que otros ya tienen, más que los otros, o tener lo que otros no tienen, principalmente lo que nos bombardea la publicidad. Y así satisfacemos  provisionalmente el ego, que por cierto es insaciable.

He visto esos anuncios de madrugada que cierran con un "¡llame ya!", "últimos minutos de la oferta", y mucho veces son aparatos  para hacer ejercicio sin esforzarnos mucho, (o nada) y allí andamos de ingenuos comparándolos y abandonándolos a la primera de cambio. O son cremas desarrugadoras, o pastillas levanta muertos.

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Y no lo digo por usted que me lee, y lo agradezco. Lo digo por mí, que aunque no tengo mucho, como quiera me atrae eso de tener más de una guitarra, y si veo otra en alguna casa de empeño o en la publicidad que me mete a los ojos el internet, la quiero, solo que le miro el precio y le echo el cálculo de sí o no, pero también busco tener el "visto bueno" de aprobación de los de casa. Les digo: "por esta que voy a comprar venderé dos o tres". Y hacen como que me creen. 

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Pero bueno, hay un pretexto a manera de justificación, quienes no tuvimos de niño una bicicleta, quisiéramos tener una, si no tuvimos guitarra la queremos tener, o si rentaban nuestros padres, pues nosotros quisiéramos tener una, dos o tres casas. Y quien no tenía ropa de niños , o más bien muy poca ropa, de grande quiere tener y busca la manera de tenerla, aunque se le acumule mucho en el ropero.

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Cuando miro una camisa o reloj que me gusta, o zapatos o qué sé yo, pero miro el precio y se me hace caro (ahora todo está muy caro para quienes andamos al límite) volteo a mirar a una de mis hijas y le digo: "está caro", y ella me responde consentidora y cómplice con un argumento irrefutable: "¿te lo mereces o no?"me dice. Y pues la verdad que sí, y ahi voy a comprarme dicho objeto que luce en la muñeca el reloj, en los pies los zapatos, y en la bodega ¡otra guitarra mas!.

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Hay personas que son "acumuladoras". Los que van reduciendo su espacio de movilidad en la casa por ir teniendo muchas más cosas de las que necesitan, con el argumento que algún día necesitarán esa vieja cafetera, ese viejo colchón, esa ropa de talla menor, porque algún día hemos de decidirnos a esforzarnos, haciendo ejercicio, y bajaremos de peso, entonces no tendremos que comprar más ropa, reitero, de talla menor a nuestro peso actual.

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A veces me decido y hago limpia de cosas que nunca voy a utilizar. Y aún así me quedan muchas otras que "probablemente utilice". El caso es que uno siempre debe dedicarle tiempo a sacar cosas que nos traen viejos recuerdos, que nunca vamos a utilizar más, y que nos reducen el espacio de movilidad en la casa.

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Dicen que hay personas que mantienen en la casa las urnas que contienen las cenizas de sus seres queridos. No comparte dicha idea, pero la respeto, por supuesto. Lo más sano emocionalmente es decidir a como uno siente, a como la costumbre y ritos de familia nos muevan a tomar decisiones. Yo tengo libros que nunca sobran por cierto, pero que ya me estaban sacando de mi casa. Así que un buen día tomé la decisión de rentar un espacio barato donde los pudiera tener sin que me molesten, y a los que yo tenga acceso cuando quiero. Pero cuando muera allí quedarán, la mayoría sin leer, algunos hasta con el celofán.

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¿A dónde irán a parar mis cosas cuando yo ya no esté? Mis guitarras, el violín, la mandolina, la armónica, los libros, los relojes, mi ropa, tanto la de talla actual, como la de la esperanzadora talla anterior que me espera aún.  A dónde irá mi sillón de descanso, mi herramienta de aspirante a electricista y la de aspirante a carpintero, a plomero,  a mecánico? Seguramente una quedará porque se usa para el cambio del tanque de gas, los gatos hidráulicos porque hay que cambiar las llantas del auto, y ¿a quién le quedará mi auto? ¿Mi perro? ¿Mis pulgas bailadoras? ¿Mi gallo ciega?

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Yo recuerdo que mis amigos jóvenes que llegaban a los grupos eclesiales, siempre me preguntaban sobre la elección entre el "ser" y el "tener", pregunta algo filosófica y terrenal. Y aunque esa pregunta ya nos la habíamos hecho allá en los 18 años el grupo de amigos soñadores e idealistas, utópicos, y maravillosamente humanos de Matamoros, , mi respuesta era que optaba por el ser, como una respuesta refleja.

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 Y bueno en paz, al semifinal de mi jornada, doy cuenta que nunca ambicioné muchos bienes que se quedan al momento de partir y generan pleitos en los descendientes. Quizá por eso me cortó alguna pretendienta, pero ni modo. Lotería pasada no juega.

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Que un rey, con muchos bienes, dejó dicho que cuando muriera  dejaran la tapa del ataúd abierta y sus manos de fuera, y lo cargaran los mejores doctores del reino. "¿Y eso majestad?,  le preguntaron inttrigados los lambiscones de la corte, los cortesanos y la preferida cortesana. Y él sabiamente les explicó:

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 "La tapa abierta para que vieran que el rey también muere igual que el esclavo; las manos por fuera, para que vean que nada me llevo. Y los mejores doctores carguen el ataúd, para que vean que ni ellos, ni con todo el dinero del mundo para pagarlos, me pudieron salvar de la muerte, destino común de los simples mortales.

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PD. Mañana escribiré sobre las pequeñas cosas, de las que dice Serrat que "nos hacen llorar cuando nadie nos ve". Esa es otra historia, la otra cara de la moneda.

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