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A dónde van las palabras que no se dijeron, a dónde los besos y abrazos que no se dieron, a dónde el alma y el espíritu de la persona que murió, a donde se fueron los sueños y anhelos no concretados, a dónde la sonrisa contenida, a dónde el sonido de la carcajada más pura, a dónde las miradas, la carne orgullosa de la juventud, su dureza, su suavidad, a dónde se fue el llanto de los niños. A dónde se fue el ímpetu. Y se hace uno todas esas preguntas porque a dónde vamos es a la desaparición física, más temprano que tarde.

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Anoche recordé a mi amigo Maximino García Jacome. ¿Y a dónde van los recuerdos, Max, "pequeño sol", cuando uno ya no esté? Te has de reír por el texto, pretexto que tomo para escribir hoy. Y todo eso que viviste, MX, en la calle Peredo de la ciudad de Villahermosa, lugar de reuniones bohemias, y líricas interminables, cuando luego de un evento cultural en esta ciudad caliente y húmeda, nos íbamos al Submarino, de 27 de febrero, cerca de la plazuela del Águila, y con nosotros algún turista cultural, de esos que venían de la Ciudad de México, (antes defeños, o chilangos aun), y de allí, del Sub, cuando cerraban, nos íbamos a tu casa a seguir las charlas entre la neblina de la alegría, ya de madrugada y el breve flujo del alcohol, guitarra de seguro, para acompañar las canciones que nos protegen de los desamores en esas madrugadas.

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Todas las preguntas del párrafo, como una invocación al tiempo revelado y rebelado, y los recuerdos de Peredo (hay que escribir el libro Las memorias de Peredo) porque hace más de veinte años fuimos a Bacalar, Quintana, Roo, precisamente a un seminario de narrativa a la Casa del Escritor. ¡Qué belleza de laguna!, y nítidos y diferenciados los siete colores, variantes del azul y el verde. Dirijía esa casa el maestro Pech. Y el maestro instructor del seminario lo fue Francisco González Shacha, cubano. Nos dio una cátedra de las novelas más emblemáticas de todos los tiempos. Destacando el manejo de los tiempos.

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No hay un solo tiempo, nos dijo. Son muchos, que confluyen en el presente. Además de que este es relativo. En esto último destacaba el ejemplo de dos horas haciendo fila en el banco y dos horas en el cine con el amor de nuestra vida. Y sobre la multitud de tiempos que confluyen en el ahora, nos explicaba que una persona que no sabe leer ni escribir que vive hoy, es el tiempo aproximado de 1940 del siglo pasado. Una persona que sabiendo leer no maneja la computadora, es como del tiempo de 1970. Y al contrario, la persona que anda en investigaciones científicas, vive adelantada al presente, como si viviera en el año de 2050.

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Lo anterior lo relacioné con el trabajo de los maestros. De quienes van a una comunidad donde aún hay analfabetismo, donde pocos estudiaron la primaria y la secundaria. Y el maestro sabe todo lo actual de redes de internet, lo digital, las compras en el Mercado libre y en Amazon. Si este maestro no sabe lo que significa el magisterio, entonces tratará de cambiarse lo más rápido posible, mientras esto no sucede, siempre andará decepcionado de que los padres de familia no le entienden, no lo comprenden. Y a su vez los padres de familia sentirán que el maestro sabe, pero no los comprende, se expresa mal de ellos.

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Yo recuerdo por ejemplo que las computadoras, que antes venía separada la pantalla, el teclado y el CPU, estos  desde años antes ya traían la ranura para insertar el Usb, y esta cosita tecnológica de soporte de datos aún no se conocía. En Estados Unidos ya vendían computadoras sin disco duro, solo para uso de internet y guardar los datos en "la nube". Y en una ocasión un amigo tabasqueño me encargó le trajera una computadora de allá (recuerden que yo nací en Matamoros, y hago mínimo un viaje al año. Pues esa computadora que le traje ya no traía el dispositivo para los cd, que ya en Estados Unidos no se usaba, y en México, como parte del tercer mundo aún, sí.

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Y Lugo empezaron estar muy de moda las películas de ciencia ficción que traían escenas del futuro y volvían al pasado, como la de 2001, odisea al espacio. El caso es que hay temas que no vimos en la primaria ni secundaria. Y poco a poco hemos entrado a ellos por diversas razones de nuestra vida, como esa explicación del multitiempo que conviven en el presente.

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Y volviendo al asunto del maestro que sabe mucho de internet y se desespera con la comunidad que en conocimientos y visión del mundo andan como en el año 1930 (analfabetas o semi, no usan los medios digitales, no conocen mucho de ello, y apenas tienen celular para llamadas, si acaso). Entonces este maestro siempre anda frustrado. La pregunta: ¿así sucede con todos los maestros? La respuesta es "no". Algunos le llaman vocación, lo que es realidad es que muchos maestros que están al día en el manejo de la tecnología, aunque ellos no lo saben, son "puente entre los tiempos". Estos maestros son pacientes, sonríen a menudo. Los padres de familia los quieren y procuran porque no los hacen menos, se sientan a platicar con ellos, los visitan, y son correspondidos con una guanábana, unos huevitos de rancho, un pavo en pie, y les invitan a sus fiestas tradicionales y los quincenos de sus hijas.

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