Petroncha, ¿y Tomás vino?

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Me gusta la canción de Alex Lora esa de que todo le sale mal. Un poco por el pegajoso ritmo de rock leve. Peor más por el juego que hace con la lista de cosas que dice le salen mal. Si va a "tirar el miedo" con urgencia, está ocupado el retrete, etcétera. Y ya todo eso sabemos lo que significa. Pero además las referencias que hace, de seguro pegan con casi todas las personas porque efectivamente, algo nos ha ido mal en ocasiones.

2

Si entro a una tanda, me quedan mal. Pero la culpa no la tengo yo por apoyar, sino el que es sinvergüenza, lo es y punto. La confianza mata al gato, dicen. He sido jurado muchas veces, tanto de declamación como de oratoria. Y me prevengo de ir al baño antes y hacer las necesidades que pudieran presentarse. Una vez ya etcétera. Que pena y bochorno. El problema no es que le pase a uno un accidente, sino que no se prevenga y le vuelva a suceder otra vez.

3

De las pocas veces que he volado en avión, una vez perdí el vuelo. Vi la hora. Había que esperar unas dos horas, así dicen que llegue uno antes. Y como traía hambre de justicia me fui a comer una hamburguesa (en lugar de tacos) y entre mordisco y mordisco salía a asomarme a las pantallas: "vuelo México-Villahermosa a tiempo". Fíjense bien, decía a tiempo. Y yo seguí entretenido saciando mi hambre de justicia mordiendo la hamburguesa. A los cinco minutos vivía asomarme para ver si cambiaba el letrero de "a tiempo" por "abordando". Y seguía el "a tiempo". 

4

Otras mordidas más y volvía asomarme. Total que me sacié con la hamburguesa, pedí la cuenta, pagué, la pantalla en información del vuelo seguía diciendo "a tiempo". Entonces Tomé la decisión de acercarme, ya habían pasado treinta minutos de la hora marcada. Y me dicen: "El vuelo ya está cerrado". Es decir que no ha despegado el avión, pero las puertas ya están cerradas. "Ya perdió usted el vuelo". Yo me defendí como gato en azotea: "pero si allí decía en la pantalla que estaba a tiempo yo aún". No, señor, a tiempo quiere decir que el vuelo va a salir puntual a como estaba programado.

5

Un amigo de Ciudad Victoria Tamaulipas nunca había entrado a un café de los Bísquets de Obregón. Andábamos en la Ciudad de México, en esos mítines en el zócalo, nosotros íbamos y sabíamos por quién, el caso es que entramos y pedimos un café lechero. La guapa mesera que lo servía le empieza a verter en su taza el café concentrado para que él en algún momento dijera que "hasta allí". Pero mi amigo creía que el café es como el de casa, al que ponemos un poquito de leche porque el café ya está diluido. Rebasa la mitad el líquido café oscuro y ya casi para llenarlo, la mesera se detuvo porque era el primer cliente que llegaba para Ripley hasta casi llenarlo de café concentrado. Y ya solo le cupo un chorrito de leche. "Está muy amargo", me dijo mi amigo al probarlo. Y él vio luego que yo lo pedí con poco café y lo demás de leche. "Ya aprendí", dijo, sin quejarse. Nada más se reía.

6

No es que las cosas salgan mal. Es que a veces andamos descuidados. O cuando oramos y pedimos a Dios, a veces no somos claros y específicos y no sabemos pedir. No digamos "mi cabello es rebelde", porque podemos quedarnos calvo para ya no quejarnos. Y menos que "nuestros hijos nos dan mucha lata", porque Dios da lecciones sin tranca ni cuarta, como dicen los viejos (digo los más viejos).

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Ah, pero el pueblo listo y sabio tiene la expresión de "no hay que por bien no venga". Y entonces sí, la resiliencia a todo lo que da. De tal manera que todo se acomoda así, lo malo que nos ha llegado, nos está preparando porque viene algo mejor. En una canción lo dice así: "nadie sabe lo que gana cuando pierde una mujer". Aunque sin duda alguna, por eso de que me acusen de misoginia, se aplica lo mismo a la mujer que gana cuando pierde un hombre, o a elle, ello igualmente.

8

Yo una vez compré unos zapatos nuevos para llegar de "pipa y guante" a una reunión sindical. Y muy propio así llegué a la escuela donde se realizaría dicha asamblea sindical, que por cierto era de elección. Solo que cuando baje del auto, y empecé a caminar, se le calló el tacón de un zapato. Y ni modo de volverme a casa a cambiar de calzado o de regresar a la zapatería. Así que cuando me nombraron parta pasar al frente a depositar mi voto, yo traté de caminar lo más normal en lo posible. Pero de todas maneras se notaba que andaba renqueando. La misma tarde fui a la zapatería, y eso que parecía muy malo, me permitió conocer a la gerente, que era una mujer muy amable, muy educada, de sonrisa bella y muy guapa. Y mi pensamiento me dijo al salir con la tarjeta con su nombre y teléfono y descuento del 15% permanente: si no hubiera sido por la caída del tacón, no la hubiera conocido.

9

 Es muy conocido el discurso a los egresados de la Universidad de Stanford, donde Steve Jobs, el de la empresa cuyo logotipo es la manzana mordida, hace un recuento de toda la mala suerte que tuvo en la vida, suerte que lo convirtió en dueño de una empresa de 7 mil trabajadores, la Apple, y luego creó PIXAR, la primera empresa que creó una película en tercera dimensión, y todos esos logros, debido a su mala suerte: fue dado en adopción desde su nacimiento; la primera pareja seleccionada, con dinero para darle educación universitaria cara, no lo aceptó porque quería niña; se le asignó en adopción a la segunda pareja, quien se estaba quedando sin propiedades para darle carrera universitaria, entonces Don Steve decidió abandonar la carrera.

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Cuenta que para comer bien los domingos caminaba diez kilómetros a un lugar de beneficencia, y en el trayecto recogía botes de aluminio. El caso es que se sale de la Universidad, pero sigue llegando y de oyente entra a unos cursos de diseño de tipografía, conocimientos que le sirvieron para hacer la diferencia en las primeras computadoras de la Apple que las diferenció de la de Microsoft, y para arriba. A esa situación él la llama "los puntos del pasado que se conectan con el presente". Él no estudió diseño de tipos pensando en meterlos de software a una computadora que lo hiciera multimillonario, solo que la vida así es, ponerle pasión a lo que se hace,  como siembra de una buena cosecha.

11

En fin que el tema es largo. Yo vivo en un país libre, que solo puede ser libre en este instante, dice Silvio Rodríguez, que por cierto va a estar o estuvo en el zócalo de la Ciudad de México. Yo nací en Matamoros, estudié la Normal en esa ciudad, Ciencias de la Educación en la UJAT, soy feliz, escribo, y aquí entre lo verde y el agua, los calores y la tibieza del clima, la humedad ambiente, soy dichoso con lo que tengo. Nunca hubo mal, que por bien no vino. ¿Vino? Bueno pues. Me acordé de un chascarrillo, perdón: "Doña Petronila llegó a un velorio, su esposo se llamaba Tomás, y siempre andaban juntos.La gente los veía siempre juntos, a un lado u otro. pero esa vez Petronila llegó sola al velorio y a la gente se le hizo extraño, entonces una vecina le preguntó "¿Petroncha, y Tomás vino?". Y esta que ya sabía la pregunta de juego su respuesta invariable era: "claro que sí, y también me tomo mi cervecita" .   






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