Atardeceres y amaneceres, ¡la vida, coño!

1

Ver el amanecer no es asunto menor. O el anochecer. Es certidumbre de vida. ¡Celebráos! Y si esta es a plenitud, mucho mejor. A veces andamos tan de prisa, por unas razones u otras, y no nos damos ya cuenta de nada. Apenas nos atendemos en lo fundamental: respirar, comer, trabajar, alimentarnos, dormir y al día siguiente la misma rutina.

2

Ver el amanecer es una maravilla, no tanto por esa claridad que aparece poco a poco. O el atardecer, en el que la claridad cede a la oscuridad. Sino porque tenemos vida. Y esto puede parecer reiterativo. Solo que no tenemos más. Un buen día todo ello dejará de ser en la mirada y por lo tanto dejará de tener sentido.Allí se quedarán los amaneceres y atardeceres, para ser vistos solo por quienes los aprecian.

3

Cada mañana el amanecer es distinto. Bellos, sí. A veces es el naranja saturado que nos parece como un incendio en las alturas. En otras ocasiones es un naranja muy suave, tenue, como que sí o no, entre que quiere ser o no ser. En otras ocasiones está nublado con nubes aborregadas. Y en otras ocasiones las nubes negras son las que dominan anunciando borrasca.

4

No en todas las geografía es igual. Por eso es que me sorprendió un atardecer de incendio una ocasión que yo estaba sentado en el parque central de Jalpa de Méndez. Era octubre de 1979. Y lo escribí en una libretita que como parte de imagen yo cargaba a diario. De esas cosas que no usas, pero por esos meses sí. La perdí pronto. Pero allí dejé escrito: incendia el sol por el poniente. Que no dice nada, pero es lo que vi. A esa misma hora empezaban a llegar miles de zanates a los árboles que en ese entonces estaban, ficus eran, creo. Y se escuchaba el graznerío. Como de película. Y yo era testigo de todo ello.

5

Luego meses después me enteré que las autoridades del ayuntamiento mandaban a los trabajadores de limpia a tirar cohetones para espantar esos pájaros. Y tercos dichos voladores, regresaban al día siguiente. Hasta que les empezaron a poner veneno. "Lento", me aseguraron. Para que no caigan aquí, sino que "ya no regresen". Crueldad, por supuesto. Yo estaba recién llegado.

6

Yo de cierto no sé quiénes fueron primero si los humanos o los pájaros. Es probable que estos, y entonces los que deberían de alejarse son los humanos, depredadores, y no los pajaritos. Pero ese es otro tema. Decía yo de ese primer amanecer naranja saturado que yo veía en mi vida.

7

De los amaneceres especiales que recuerdo, fue la mañana del 28 de marzo de 1982. Amaneció y seguía oscuro. Los gallos se desgañitaban con sus kikiris  y nada que entraba la luz del nuevo día. Yo entre la niebla salí rumbo a mi escuela en la ranchería El recreo. Nadie más llegó.  Ni alumnos ni maestros. A eso de las 11 de la mañana seguía casi igual. Caía ceniza por la erupción del volcán Chichonal, me enteré ya a esa hora.  

8

Me gusta ver amaneceres y atardeceres. Cuando puedo, a la orilla del mar. De otra manera, desde mi casa, o donde me agarre el fin del día. En mi ciudad o en otra. Ver amanecer o atardecer es darse cuenta de lo que somos. Y lo que significa el movimiento de la tierra en su propio eje y alrededor del sol. No tengo fotos viejas, solo nuevas de esas claridades que aparecen y de la oscuridad que acontece.

9

"Ya amaneció", nos dicen para que nos levantemos si es día libre. El despertador hace lo propio en el día a día de los trabajos y los compromisos. La sábana nos llama, no nos suelta. Cálida y tibia cama de nuestro amor y de nuestros sueños e insomnios (el que los tiene). Y es peor cuando olvidamos quitar la alarma y sea domingo o día festivo igual nos despierta a la hora que tenemos fijada, y que por lo regular es a las 4 o 5 de la mañana. Y allí se queda uno con el ojo pelón pensando qué hacer, si aún falta por amanecer. Que por más oscura sea la noche, el amanecer llega. 

10


Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

Rigo Tovar y Chico Ché

Max in memoriam