De objetos que compro y no uso

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Sí, hay objetos que he comprado y nunca uso, y si trato de usarlos los pierdo. Me ha pasado principalmente con los paraguas que tienen uso de sombrilla, o viceversa. Veo que esta muy nublado cuando voy a salir, entonces busco uno, y me imagino lo elegante que se mira uno, bajar del auto, y con el paraguas desplegado caminar bajo la lluvia sin mojarse, y lo grato es ver a otros que no llevan, lo olvidaron, o de plano no tienen, Y lo miran a uno con envidia en el caminar como si uno fuera actor de cine. Pero, y he allí el pero. Si lo llevo no llueve, y cuando no llueve no lo llevo, y cuando lo he llevado lo dejo olvidado en cualquier rincón, Así que dejé de usar, de comprar, aún que ande corriendo con la lluvia para risa y burla de los demás. "Ya cómprese un paraguas", me decía Mary.

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Una ocasión llevaba uno, y llovía y llovía como la canción, solo que había también fuerte ventolera, y al ser esos paraguas que hacen los chinos y venden en cualquier crucero, frágiles y desechables que son, el vientodobló las varillas, y quedó al revés, y allí me tienen tratando de arreglarlo en medio del aguacero, para burla de los demás, y bochorno mío. Cuando llegué a la oficina se lo comenté a Mary. Se rió y me dijo: "ya cómprese uno bueno".

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Otro de los objetos que compro y no uso, son las agendas. Y vaya que me han gustado muchas, por eso de los diseños. Algunas han sido de eminentes escritores poetas, que en cada cambio de mes vienen unas fotografías del susodicho escritor y u poema completo o fragmento; agenda que ha sido envidia de quienes la miran, y preguntan que duden la compré, etcétera. Y vaya, que solo la uso unos quince días de enero, cuando mucho llega al mes, y se me pierde, queda en cualquier café u otro lugar, o de plano se me olvida utilizar los siguientes meses, hasta que finalmente la abandono.

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Una de esas agendas compré en Cuba, precisamente en La Habana. Era alusiva a los poetas cubanos, entre ellos José Martí, el de cultivo una rosa blanca en junio como en enero, para el amigo sincero que me da su mano franca", Roberto Fernandes Retamar, ese de Felices los normales, los que no tuvieron un padre borracho, etcétera. Yo de regreso a mi rutinario rabajo de oficina, la andaba luciendo por todos lados, y un bien día no la encontré. me dije que quizá alguien la había tomado por equivocación, o la robó, por lo bello que estaba. Y no. La encontré como diez años después escondida en lo más recóndito del carro. 

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Otra de las cosas que compro y no uso, es la máquina hidrolavadora, Karcher. esa que la conectas a la manguera que a su vez está conectada a la llave, y la enciendes, y salé el chorro de agua a presión, con tanta fuerza que quita el polvo de manera rápida, y dicen que hasta para quitar la pintura de las casas sirve. Y sí, radiante y feliz allí ando las primeras dos semanas haciéndola de lavador particular de autos y bicicletas. Solo que luego del tiradero de agua y lodo que hago en la cochera, aparte de bajar la basura, y queda todo sucio como un vendaval de la inmundicia que haya pasado. Y ando cansado para luego lavar allí, y lo dejo para otro día, y claro que me ven con fieros ojos en la casa, y para la siguiente mejor me dan los 60 pesos para llevar a lavar el auto a la lavadora de siempre. la bueno es que me lo pagan y no me canso.

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Las plumas (que en idioma choco tabasqueño les dicen lapiceros). También he comprado muchas. Lo primero que hago es perderlas en los bancos, cuando estoy haciendo fila para pagar, cuando alguien que requiere llenar un documento me la descubre, me la pide prestada, yo se las doy prestada, cruzo los dedos para que no se me olvide estar pendiente de esperar a que la desocupen, hago mi trámite, salgo rápido y me acuerdo diez horas después, como para regresar y me estén esperando para regresarme la pluma. A veces han sido buenas, medio caras, de mil pesos. Nunca he comprado una Mont Blanc.

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Entonces se me ocurrió la brillante idea de traer le medio fina a la vista, y en el pantalón una Vic, de esas que no saben fallar. Y por el tarjeteo de mis manos que entran y salen de las bolsas, dichas plumas pierden su cubierta de punta, y tiran la tinta, quedando toda manchada la bolsa y mii pierna. Y aún así, peor, e me olvida que la traigo en la bolsa, y cuando me la piden, entrego la medicina que traigo de adorno en la bolsa de la camisa, y horas después me encuentro desplumado, y la Vic, la que no sabe fallar está muy oronda en la bolsa del pantalón y destinada.

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Una vez compré un costal de box y las guanteletes correspondientes, para practicar box todas las mañanas, o de perdido cinco días a la semana o tres días, o ya de último una vez a la semana. Aún tengo dicho costal, y de marca Everest, que no sé si todavía exista esa marca. Y sí, lo usé como los primeros quince días. Allí me tienen metiendo directos, jabí, cruzados y ganchos al costal que ni se inmuta. Y luego poco a poco fue quedando como un objeto abandonado, a causa de mi flojera.

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Y así tengo un mandolina que no uso, un método de solfeo y otro de piano, que solo he usado hasta la lección cinco, y lo tengo abandonado hasta que de nuevo me vuelva a inspirar a retomar mis clases de música, aunque sea con los totorales de Youtube. A veces saco la mandolina. Toco unas dos melodías que me aprendí desde la secundaria, como esa de "Zorba el griego", de Mikis Tehodorakis,  y "Venecia sin ti", de Charles Aznavour. pero no me meto a aprender por notas en el pentagrama con los métodos que he comprado.

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Volviendo a lo de las plumas. Tampoco las uso porque yo escribo directamente en el teclado de la computadora, y antes en las máquinas de escribir. Las que he comprado o me han regalado las he usado como adorno. Me imagino que se ven bien, que dan cierta categoría (me imagino claro). Una de las reglas de etiqueta es no traer dos y menos tres en la bolsa, solo una. Y de ser posible que contraste con el color de la camisa. Y mis camisas siempre han sido con bolsa. Y las guayaberas son de las que tienen específicamente el espacio para que entre la pluma. Pero ya he contado que las pierdo fácil. Y ponerle una Vick lo tengo prohibido por el desfiguro con las tintas.

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pero hay muchas otras cosas más que he comprado y que las dejo de usar al poco tiempo. Somos un desastre, me dice una de mis hijas. Se refiere a lo despistado. Como decir que voy al Norte y agarro para el sur. O entrar a una tienda para comprar una cosa y salir con una cerveza, despistado completamente, o un seis.





  


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