La realidad supera la ficción

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A Oaxaca, su pueblo querido, Andrés Filomeno llevaba carne a regalar o vender, que decía era de puerco. En Atizapán, Estado de México, municipio más famoso ahora, donde radicaba, decía que la carne que repartía era de jabalí y que la traía de su pueblo. Sus coterráneos lo apreciaban por su bondad. Sus vecinos lo veían muy diligente, servicial y amable, Hasta delegado de ellos lo fue en un tiempo. Su gestoría era notoria y reconocida. Además era el que repartía el tiempo en las canchas y campos deportivos aledaños a su casa. Ahora se le conoce, preso, como El caníbal de Atizapán. 

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Hay noticias que nos horrorizan. Una de ellas ayer en Macultepec, poblado colindante de Ocultzapotlán, del municipio de Centro, Tabasco, un automóvil Mercedes Benz o BMW chocó con una motocicleta donde iban tres adultos y un niño. Sin cascos. Un testigo lo dice. Los tres adultos murieron. El vehículo venía de Campeche o Yucatán, en trayecto hacia Villahermosa. La carretera es federal, de cuatro carriles, dos en un sentido, los otros en otro. En la barda de altura 60 cms aproximadamente que separa los carriles de sentido, hay unos resquicios por donde caben motos, donde regularmente se ve que cruzan para evitar ir hasta el retorno, donde se ahorran algunos cuatro o seis kilómetros. Y la mayoría lo hace con mucho cuidado. La mezcla de los eventos, fue solo posible, para el momento exacto de la colisión, por la velocidad del auto y lo intempestivo del cruce. Saldo tres adultos muertos y un niño de cuatro meses herido.

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Y el de una semana atrás en la Ciudad de México, donde Jesús N, de 79 años asesinó fríamente a su esposa de 21 o 22 años de tres balazos. Con los tres agravantes de la ley: alevosía, premeditación, ventaja. Rapidez del evento: discusión, al parecer, luego dos disparos en el pecho, y el tercero en la cabeza, como de gracia. Cambio de pistolas para que la que recogiera la autoridad no estuviera disparada, intento de huida, y al no poder, intento de soborno a los policías. La víctima, cantante. El victimario, abogado reciente, litigante en usurpación de funciones muchos años, influyente amigo de Onésimo Zepeda, Monseñor reconocido y del Chapo, muy conocido igualmente. Y amigo de Gertz, el fiscal.

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Hay novelas y cuentos donde se narran hechos realmente horripilantes. Ante este génerro de ficción hay un dicho muy conocido: "la realidad supera la ficción". Este es el caso del asesino en serie de cerca o más más de cuarenta mujeres en Atizapán, Estado de México, que se descubrió el año pasado cuando Reyna esposa de un policía no llegaba a su casa en la hora más o menos acostumbrada. El esposo, Bruno Ángel Portillo, se puso abusado, salió a buscarla, tramitó ficha de búsqueda, preguntó por ella, y le dijeron que la habían visto la última vez caminando con el ahora con el bien ganado apodo de El caníbal. Fue a su casa, este negó. El policía acudió con sus compañeros a rastrear el teléfono, y los datos no fallaban: la última señal lo ubicaba alrededor de la casa de Andrés Filomeno Mendoza Celis.

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El esposo y policía de oficio regresó a la casa donde se sospechaba que podría estar Reyna, y la imaginaba viva. Volvió a tocar la puerta, cuando abrió Andrés, el asesino, el esposo se introduce y reconoce la bolsa de ella, y luego, para su estupor, encuentra fragmentos de ella, en charcos de sangre. Rápidamente, con estupor y coraje, llanto, horrorizado, lo domina mediante u  forcejeo y pide refuerzos por radio, y logran detenerlo para poner fin a más de treinta años de un actuar contra mujeres, a quienes enganchaba con engaños para llevarlas a su amplio cuchitril, sucio y con cosas amontonadas por todas partes, donde tenía su carnicería humana, de mujeres.

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Andrés fue de oficio carnicero. Por eso es que los cortes que les hacía a las víctimas eran casi perfectos, de carnicero con experiencia, de cirujano con cuchillo. Bajo su recámara tenía un sótano, a donde se tenía acceso por una escalera hechiza, lugar donde realizaba y ocultaba los crímenes. Dice él que las acuchillaba en el pecho y procedía a cocinar la carne, y repartir porciones a sus vecinos, en ocasiones en venta y en ocasiones regalada, porque en su decir le "regalaban la carne y tenía mucha". Sus vecinos le daban las gracias porque era "buena gente", sencillo y noble. Y además les ayudaba en gestoría para ingresar a los programas sociales del gobierno.

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Dicen que era cliente asiduo de cantinas y bares y flirteaba con mujeres. Estas en mayoría lo rechazaban. "Son falsas", declaró. "Antes mandaba el hombre, ahora mandan ellas", dijo, como para justificar lo injustificable.

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Con 72 años a cuestas, Andrés Filomeno Mendoza fue condenado recientemente a 70 años de prisión, lo que significa en la práctica cárcel de por vida. Y solo por 19 homicidios. Se especula que fueron cerca de cuarenta, más o menos, por las evidencias encontradas de tarjetas IFE, zapatillas, maquillaje, fotografías, videos donde él mismo se grababa, y otros elementos de prueba. Había asimismo libretas de apuntes, donde anotaba nombres de las víctimas, peso, "ya se fue... al más allá". Y una vieja báscula donde pesaba para anotar el peso específico de las partes: corazón 350 gramos; costilla 5 kilos; pecho, 2.5 kilos; pierna 7 kilos; cabeza, 4.5 kilos. Y así hasta la náusea. Parece ficción. No lo es. Llora uno de coraje. Y tantos años así él, sicópata, cerebro sin lástima, sin misericordia.

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Quienes seguimos las noticias el año pasado, estábamos horrorizados. Entre ellos el abogado y periodista Javier Tejado Dondé, quien ante el cúmulo de lo que se iba sabiendo conforme pasaban los días pensó en escribir un libro, que seguramente llamaría la atención en ventas a causa del tema, horrorizante. Lo pensó mejor y escribió un argumento para un guión, el cual presentó al presidente de la Suprema Cortee de Justicia de la Nación, Arturo Saldívar, con el fin de que fuera la misma institución, la que imparte justicia, la que castiga a los asesinos en el mejor de los casos, solo que hay evidencias de mucha impunidad, por lo cual se repiten, y lo convenció con el argumento de crear conciencia en la sociedad. Así que se filmó dicho guion y lo están pasando por el canal de "Justicia Teve", a las 23 horas. Dicha serie del asesino serial está dividido en cinco capítulos.

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A Reyna le dijo el esposo "no vayas sola". "No voy sola, me va acompañar el señor Mendoza". Esto cuando iba al centro a comprar accesorios telefónicos que vendía. El esposo confió, como muchos confiaban en Andrés Filomeno. Y esto porque hasta lo invitaban a fiestas familiares. Solo que  ella no regresó, salió a buscarla, y la encontró, asesinada, en la vivienda sucia, amontonada de objetos, de Andrés Filomeno.

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Cuando detuvieron al caníbal sus vecinos e inquilinos lo defendieron, no eta posible que cometieron una injusticia contra su buen y amable vecino. Ante las evidencias se rindieron. 




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