Víctor Manuel López Cruz, in memoriam

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Yo trabajaba con el Lic. Víctor Manuel López Cruz en la Secretaría de Educación de Tabasco (SETAB), en 2016, cuando falleció mi padre. Eran como las 2pm cuando salí de manera intempestiva de la oficina rumbo a mi casa para luego irme al aeropuerto y trasladarme ipso facto (de volada, literal) a Matamoros. En el trayecto sonó mi teléfono. Me hablaba el Lic.Víctor, como le decimos aún. "Me acabo de enterar, hijo, que falleció tu padre", me dijo. "Sí, licenciado", fue mi respuesta triste y por lo tanto parca. "Mi pésame, hijo. Ya no es lo mismo cuando nos faltan nuestros padres. Escúchame bien lo que te voy a decir: grita y llora todo lo que necesitas ahorita, todo lo que quieras, no te reprimas. Para que cuando llegues a tu pueblo, con tus familiares te comportes firme, vean tu entereza. Ellos te han de ver a ti como un líder. Y a lo mejor te va a tocar dirigir algunos trámites engorrosos. Y seas creyente o no pídele a Dios que guíe el alma de tu padre por este trance de la vida hacia la muerte".

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Así me dijo. Esas palabras me confortaron Y así llegué. Y como lo dijo Don Víctor. Me ayudaron mucho esas palabras para realizar algunos trámites que estaban atorados para liberar el cuerpo de mi padre, retenido, esperando moche. Las palabras de Don Víctor López Cruz eran siempre de ese tipo, motivadoras, impulsoras, con las que uno se sentía mejor en cualquier situación que nos las dijera.

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Llovía ayer en gran parte de Tabasco cuando me enteré de la noticia de su muerte. Tan pronto me vio un vecino, me dijo: "¿Ya sabes que murió Víctor Manuel López Cruz?". "No, no sabía".  Él  lo había escuchado en telerreportaje, programa popular de radio originado en Villahermosa. Así que con lluvia huracanada recibí la noticia, de la muerte de un personaje que tuve la fortuna de conocer a partir del 2014. Él con una trayectoria muy amplia en el servicio público. En ese año y desde el 2013 era el titular de la Coordinación General de Administración de la SETAB. Del 2015 a 2016 fue el titular de la misma dependencia. Esos años fueron mi relación directa con él. 
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Otros escribirán de otros años en que lo conocieron y trataron. Y al ser seres de luces y sombras, otros se encargarán de sus sombras.Yo me apego a mis recuerdos, dentro de mi agradecimiento por su trato siempre afable que me dispensó, y que le era natural. Lo hago a manera de sencillo homenaje. Y lo anuncié así ayer: "Mi texto diario de mañana será dedicado en memoria del Lic. Víctor Manuel López Cruz". Tan pronto lo leyó un conocido, me mandó un mensaje mezquino inbox, asustado o tratando de ilustrarme, o de frenarme, me dijo: "¿Y ya sabes por qué le decían quema bandera?". Cierto, así escuchaba yo eso de él antes de conocerlo.  
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Y al contrario, en esa etapa que le tocó vivir a él, de la pesada loza conservadora y del estado mexicano sobre los sueños juveniles asociados con rebeldía, y el estado aplastándolos a finales de los 60, inicios de los 70, gobierno federal de Gustavo Díaz Ordaz, luego de Luis Echeverría con su 2 de junio, los halconazos, realizar un acto así, tiene mérito de valor y arrojo, porque no solo es gritar una consigna de inconformidad (eso cualquiera, y más desde el anonimato de la masa) sino es atreverse, a desnudar a una estructura de gobierno que le dá más importancia a un símbolo que a la vida de los seres humanos, que a la vida de generaciones.
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No usaba guayabera. Siempre vestía de manera sencilla y siempre se comparaba de una sonrisa franca y abierta que daba confianza. Playera tipo polo, ocasionalmentecamisa. Pantalón de mezclilla. "¿Usted no usa guayabera, Licenciado?", me atreví a preguntarle en una ocasión. Volteó a verme sorprendido por la pregunta y sonrió. "No no la uso. Cuando menos mi vestir sea el último reducto de rebeldía que tengo". Y reía. Así era. A veces se acompañaba por una gorra con visera. Salíamos hacia algún municipio. No usaba la Suburban lujosa que todos los titulares de Secretarías tenían a su disposición. Usaba para sus traslados una Luv doble cabina. Yo siempre esperaba que él subiera en el asiento del copiloto. "No, tú vete allí, tú tienes las patas largas", yo me acomodo bien atrás". Y mi respuesta invariable, a manera de juego era: "Claro, si siempre los atentados van hacia el copiloto, por eso me deja el lugar". Y soltaba la carcajada.
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Una vez coincidimos 2018? en un velorio en el recinto memorial. Nos saludamos con un abrazo fuerte. "¿Qué te has hecho, hijo, ¿todo bien?". Todo bien. Le comenté de algo que dificultaba el trabajo en la subsecretaría. Su consejo con gran tranquilidad: "hazle una tarjeta informativa a Arturo. Explícale. Solo te aconsejo que no sean quejas, que no sea un collar de quejas". Y nos despedimos. Me dijo en el abrazo: "¿Qué crees? ya en un lapso de seis meses me ha tocado venir varias veces a este lugar (cementerio), ya hasta miedo me está dando de que me quede". Y sonrió abiertamente. "Hay Don Víctor para rato", fue mi respuesta.
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Ayer leí muchos comentarios de reconocimiento y de agradecimiento, escritos con el alma sobre él en su muerte: 
De Alcides Mena: "... coincidí con él en esta vida terrenal en mis inicios políticos en la CNC, siempre abierto a las nuevas ideas y apertura a los jóvenes, jamás olvidaré la recepción a mi llegada al PRD hace ya 10 años, me llamó a su casa y me dio la bienvenida, platicamos de muchas anécdotas y ahí me invitó a participar de lleno a la campaña de su amigo Don Arturo Núñez. Siempre le mostré agradecimiento por reconocer mis esfuerzos y sobre todo brindar la oportunidad que no todos dan, lo recordaré siempre..."

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De Ricardo Fitz
"Difícil escribir sobre su despedida de este mundo, no encuentro las palabras, un ser humano excepcional, un servidor público ejemplar, a quién siempre encontré cuando necesité de su valioso consejo y su atinada opinión; formador de generaciones de aquellos a quienes seduce la cosa pública; arquetipo del zoon politikón, combinación bien balanceada de lealtad y objetividad, supo ser crítico incluso de los proyectos que él mismo impulsó, precisamente por esa cualidad, entre otras, fue considerado por muchos como un amigo de verdad, la adulación y el elogio ramplones no eran lo suyo..."

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El año 2016 -no recuerdo mes, menos día. Me manda llamar. Acudo. "Acompáñame. Falleció mi cuñado en Macuspana". Alla vamos en la camioneta LUV. No recuerdo quién más iba. Algunos comentarios generales sobre la vida, sobre la política. Anécdotas. Llegamos a eso de las 11. Nos quedamos hasta el sepelio. Ya en el viaje de regreso me dice: "mi cuñado falleció por problemas del corazón. Es algo genético, de familia. Así murió por lo mismo otro de mis cuñados. Tan pronto sea posible voy a llevar a Maribí a que se haga chequeos y si hay que operar que la operen de una vez". Yo callado. "Pues sí", quizá expresé.
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A la semana o unos pocos días después falleció su Maribí del alma. Estuve acompañándolo en el funeral. A todos nos dolía. Para él era el principio de su fin. A eso de las tres de la mañana me dijo: "vas a pensar que me estoy volviendo loco. Pero quisiera ir a mi casa a empezar a sentir el vacío doloroso de vivir sin ella. Pero no te preocupes. No voy a ir". Yo contenía el llanto de ver su hondo dolor. "Ella era mi todo. Se encargaba de mí comida, de mis medicinas, mi ropa, hasta la interior me compraba, del manejo de mis cuentas. De todo. No sé qué voy hacer sin ella"..."Ya vete a dormir a tu casa, hijo." "No, licenciado. Yo me quedo a  acompañarlo". "No. Ya vete, para que hoy estés pendiente de la chamba, te hagas cargo de los problemas".
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Víctor Manuel López Cruz fue hijo de maestros, presidente municipal de Macuspana, diputado local, federal, dirigente de la CNC, Secretario de Educación en Tabasco de junio de 2015 a diciembre de 2016, entre otros cargos.
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Ayer llovía cuando supe de la noticia de su muerte. Y en efecto, desde que murió su Maribí del alma, en 2016, Víctor Manuel ya no fue el mismo. Ayer falleció. Le envío un abrazo fuerte en este trance de viaje, que Dios lo conduzca. Descanse en paz Víctor Manuel López Cruz. Uno de mis dos jefes en la Secretaría de Educación de Tabasco.



  



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