Las entrañables musas

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La Negra Tomasa era efectivamente una cocinera negra en una casa señorial en La Habana. Como era natural en esa alta sociedad en el siglo pasado y más antes, los blancos eran los dueños de casas tipo palacio en los barrios exclusivos y los negros los sirvientes para todas las especialidades, camaristas, jardineros, ama de llaves, lavado y planchado, cuida niños, etc. Y Tomasa estaba en la cocina, y siempre muy buena persona, de gran corazón y belleza sin par. Y natural también en esas casas eran sus fiestas con grupos musicales tipo orquesta. Como eran fiestas de blancos, los músicos, la mayoría negros, tenían estrictamente prohibido comer en sus horas de trabajo y tampoco en sus descansos. Sin embargo el hambre es canija y Guillermo Rodríguez Fiffe en los descansos merodeaba por la cocina y Tomasa le acercaba siempre algún bocadito, un cafecito bien colado, con pan, arriesgándose a que mínimo la regañaran. En 1937 Tomasa, la negra, tuvo su recompensa al ser  inmortalizada por el compositor. "Me echó bilongo", dice (polvo mágico en la comida para que él se enamorase). "Estoy tan enamorado la negra Tomasa..."

2

Pero atiéndeme, que quiero decir algo. Así empieza la canción "Nosotros". Y cuando yo la escuchaba desde los doce años que le puse atención a la letra, sobretodo cuando decía "debemos separarnos, no me pregunta más, no es falta de cariño, te quiero con el alma...te digo adiós". Yo trataba de imaginarme sobre qué era la circunstancia en la qu el compositor le decía todo eso y adiós a la novia amada. 

3

Pedrito Junco Jr estaba muy enamorado de María Victoria Mora Morales. Tendría él acaso 22 años; ella 19. Vivían en Pinar Del Río, Cuba. Su novia era hija de una familia de pudientes. Y él, músico bohemio, no tan pobre, pero músico al fin. Se veían a escondidas, y los padres al enterarse la regañaban. Sobretodo porque la fama de él es que era mujeriego. Pero el poderoso amor persistía en ellos. Solo que Pedrito enfermó de tuberculosis, y en esos años era un mal mortal. Dejó de verla. Ella no sabía nada. A él lo hospitalizaron en un nosocomio fuera de la capital. Ya con varios días sin verla, quizá semanas, buscaba la manera de comunicarse con ella. pensó en una carta, y desechó la idea porque podría ser interceptada. Entonces en su lecho de muerte llamó a un amigo cantante que se presentaba semanalmente en un programa de radio en vivo.  Le dio la canción, además que sabía que ella escuchaba religiosamente ese programa para enamorados. Luego de escucharla, ella logró enterarse del lugar donde Pedrito estaba hospitalizado, solo que llegó demasiado tarde.

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"Atiéndeme, quiero decirte algo. Que quizá no esperes, doloroso tal vez; escúchame, aunque me duela el alma, yo necesito hablarte y así lo haré: nosotros que fuimos tan sinceros, que desde que nos vimos, amándonos estamos. Nosotros que del amor hicimos un sol maravilloso, romance tan divino. Nosotros, que nos queremos tanto, debemos separarnos no me preguntes más. No es falta de cariño, te quiero con el alma, t juro que te adoro y en nombre de este amor y por tu bien, te digo adiós. "

5

Muy comunes las serenatas, el trío Matamoros, de Cuba, llegaba a distintos casas, en distintas ocasiones, contratados por un enamorado, a cantar canciones en los balcones para una novia, una pretendida, o una esposa. En una de ellas, llegaron varias veces, y una niñita los escuchaba con mucha atención. A la niña le maravillaba la música, la trova que escuchaba que cantaban a la vecina. Y curiosa le pregunta a la mamá que quiénes eran, ¿quienes?, "los cantantes, mamá, de dónde serán, que tienen una trova fascinante que me la quiero aprender". Y terca la niña volvía a las mismas preguntas en otra ocasión de serenata y precisamente con el trío Matamoros, de Miguel Matamoros. Hasta que fastidiada la señora se acercó a ellos a preguntarles, "es que la niña aquí presente pregunta que de dónde son, que los encuentra galantes, que si serán de Santiafo o de La Habana. Y con esas preguntas y comentarios, Miguel hizo esa famosa canción que ha llegado a nuestros días.

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Mamá, yo quiero saber, de dónde son los cantantes, que los encuentro galantes, y los quiero conocer, con su trova fascinante que me la quiero aprender. ¿De dónde serán? ¿Serán de La Habana?, ¿Serán De Santiago, tierra soberana? Son de la loma y cantan en llano., ya verás, tú verás.

7

Todos tenemos etapas así, de sentirnos menos, de sentirnos fracasados. Mas solo los artistas lo reflejan en obra. José María Napoleón andaba por esos estados de ánimo. Soltero, cansado de giras, de búsquedas, llegaba a la casa materna, por varios días, para recibir el aliento y el abrazo de su madre. Su casa estaba en Aguascalientes. Y cada vez que llegaba recorrí paso a paso la casa, el patio. Y miraba el deterioro de la casa, sus cuarteaduras, la falta de pintura, dice que se decía a sí mismo: "no he podido arreglar esta casa para mis padres, pero en fin, Napoleón, si nada te llevarás cuando te marches". Y dió un salto cuando la musa le dicto esa expresión que fue el primer verso. Llamó a su hermano, le pidió papel, lápiz y guitarra para aprovechar que la deseada musa estaba allí como un colibrí que se posa en una flor. Y en media hora ya tenía lista:

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Nada te llevaras cuando te marches,/ cuando se acerque el día de tu final/ vive feliz ahora,/ mientras puedes/ tal vez mañana no tengas tiempo/para sentirte despertar/ Siente correr la sangre por tus venas/Siembra tu tierra y ponte a trabajar/ Deja volar libre tu pensamiento/Deja el rencor para otro tiempo/Y echa tu barca a navegar... etc".

9

Hay canciones escritas exactamente para el estilo del cantante, sin que este lo sepa. Solo que se tienen que buscar las circunstancias para el encuentro de la canción con su futuro interprete. Napoleón estaba en su casa cuando recibió una llamada de José José. "Soy José José, Napo", "Sí, José, que gusto saludarte. "Te hablo por lo siguiente. Estoy en Londres grabando un disco, de hecho ya lo grabé, pero hay una canción que no me late. Y la quiero cambiar, ¿no tendrás una por allí que te sobre para que me la mandes?" "No, José, que me sobre no; pero tengo una que escribí precisamente para tu voz y estilo". "Mándamela, ¿cómo se llama?" "No tiene nombre, pero ese pónselo  tú". Raudo Napoleón le envió la canción sin nombre. Era la canción que dice: "

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"En tus manos yo aprendí a beber agua/ fui gorrión que se quedó preso en tu jaula/ porque yo corté mis alas y el alpiste que me dabas/ fue tan poco y, sin embargo, yo te amaba/ Fue mi canto para ti siempre completo/Sin ti no pude volar en otro cielo/ Pero me dejaste solo, confundido y olvidado/ y otra mano me ofreció el fruto anhelado./ Lo que un día fue, no será/Ya no vuelvas a buscarme/ No tengo nada que darte/ de tú alpiste me cansé..."
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La canción Almhoada la compuso el nicaragüense Adán Torres. Esperó hasta que José José llegó en gira a Nicaragua. Hizo guardia en el hotel hasta que lo vio llegar. Se le acercó y el famoso cantante que era muy amigable, lo abrazó y escuchó. Tengo escrita una canción que sería un éxito solo si usted la canta". "Ando de prisa. Subamos a la suite. Y mientras me arreglo la cantas. Y vemos". Así le hicieron. El ayudante del cantante la grabó en esas viejas grabadoras de cassete, y sin prometerle nada se despidieron. Vaya, Adán ni la tenía registrada como autor.
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Y pasaron los años sin mensaje de José José.  Vino la revolución sandinista. Y debido a la situación prevaleciente en su país, Adán se fue a Estados Unidos. Se ubicó laboralmente en una lechería. Un buen día él estaba trabajando cuando llegó en amigo con un disco nuevecito de José José, y para su sorpresa la Almohada era la número siete, diez. Cuenta Adán que se comunicó con la disquete. Le tomaron los datos y nada pasó. Otro buen día le espera una sorpresa. De Gira en California, José José lo busca, lo encuentra y le lleva un cheque por las regalías. La cantidad suficiente para comprarse una casa de mediano lujo y un auto. El noble y buen pensamiento la había registrado con el nombre del autor, como es natural en personas buenas.




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