El colibrí y la gota de agua

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Hace unos seis años estaba yo estacionado en Plaza Sendero de Villahermosa, Tabasco. Esperaba a alguien. Era de tarde. De pronto llegaron bandadas de aves migratorias. Las vi venir desde lejos en orden, luego al sobrevolar por sobre ese estacionamiento, se descontrolaron con movimientos irregulares, parecían haber perdido la razón, desquiciadas andaban de un lado a otro, por varios minutos hasta que se fueron. Fue entonces que recordé la manera como rellenaron y deforestaron esa área que seguramente fue su hábitat en su paso por esta región.
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Si hay una especie depredadora esa es la nuestra, la de los inteligentes, la de los superiores, la del conocimiento, la de los avances en la ciencia y la tecnología. Nosotros pues. Bien lo dijo en una canción el brasileño Roberto Carlos: "yo quisiera ser civilizado como los animales". Y no estaría mal, ciertamente.
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Ayer y anoche llovía y llovía a cántaros. En Tabasco se dice con lluvias así que hasta caen pejelagartos. Inmediatamente se empezaron a subir fotos en internet sobre calles inundadas. Y esa situación es muy conocida porque la orografía de la ciudad de Villahermosa es como una olla, entonces por lo tanto tiene un sistema de cárcamos los cuales a veces funcionan bien, a veces regular y muchas otras veces mal, o unos sí y otros no. Ya no digamos la gran cantidad de basura que es tirada por las calles. Y si a esto se le suma lo que es una verdad a voces, que las obras de drenaje (lo leí anoche sobre Jalpa de Méndez) fueron construidas con tubería de diámetro menor a como se requiere, con tal de que la mayor cantidad del recurso económico quede en bolsillos particulares. No, esto no es una denuncia que hago (no tendría temor de hacerla), solo que mi espacio es para la reflexión y a veces para el disfrute.
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Solo que el planteamiento que hago es que la especie depredadora es el ser humano, y eso tiene muchas facetas y muchas aristas. Y por donde quiera sobrarán ejemplos: la Laguna de las Ilusiones ha tenido rellenos de hace muchos años por los propios habitantes de la orilla de dicha laguna. Poco a poco le fueron ganando metros. Y peor: los deshechos de los intestinos, y riñones, así como el agua del fregadero y baños, va a parar directamente a sus ilusionadas aguas. Es un botón de muestra.
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Otros ejemplos son los lugares donde se asentó Plaza Sendero, y por esos mismos rumbos, Aurrerá y la deportiva de la UJAT. Eran pantanos, lugares bajos a los que se llama vasos reguladores, que fueron rellenados para levantar esas construcciones, previas autorizaciones ilegales de cambio en lo que se llama "uso de suelo".
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No tenemos remedio. Y eso refiero solo a lo que conozco en mi trajinar diario. Pero me imagino que cada quien ha de tener ejemplos parecidos. Y por supuesto, las afectaciones se miran por todos lados: áreas verdes deforestadas, otras especies en peligro de extinción, ríos desbordados, y todo eso parece imparable. Somos testigos de calles que abren para obra, y quedan por meses abiertas, que hasta parecen zona de guerra; pavimento recién puesto y a los tres o cuatro meses lo abren por alguna razón, resuelven el problema en lo inmediato, pero el hueco así lo dejan. Etcétera, etcétera.
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Otra ocasión yo estaba con un biólogo amigo tomando una cerveza junto a un lugar donde habían derribado un alto y generoso árbol. Y vimos que un búho de la variedad mocheta llegó, dio vueltas al espacio aéreo y aterrizó. Se quedó viendo la ausencia del árbol. Iba, daba otra vuelta y regresaba. Lo comento con mi biólogo amigo, y me dice: "qué crees, le tumbaron su casa, imagínate que nos hicieran lo mismo"
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Hace diez días andaba yo corte y corte mangos en un árbol que tengo; es un árbol muy alto, viejo y generoso. Bajé los mangos que estaban a mi mano, y luego ayudado con una pértiga con canasta, otro tanto, y aún más, me subí a una silla para bajar otros tantos. Hasta que ya no alcancé los que estaban de la mitad para arriba. Y yo desesperado. En esos momentos llegó una bandada de cotorritos, y en algarabía plena empezaron a comer de los mangos maduros que estaban inalcanzables para mí; y luego vi a la gallina de la vecina y la vaca lechera de la vecina comiendo de los mangos tirados que al caer se partieron. Y caí en la cuenta: "esos que están fuera de mi alcance son para las demás especies"
Me gusta mucho y me alienta esa fábula leída por allí, donde se cuenta de un inmenso incendio en el bosque, y un colibrí, al ver tal desastre, iba a coger un poco de agua y lo lanzaba al incendio, Iba y regresaba. Una y mil veces. Alguien lo ve y considera que es infructuoso dicho heroico acto. Entonces lo detiene y le dice: "¿acaso crees, ingenuo, que con esas gotas vas a apagar el incendio?". Y responde el pajarito: "No ya lo sé que no, pero me queda la satisfacción de saber que yo hice mi parte".
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Lo mismo sucede en educación. Como el colibrí. El maestro dedicado hace su parte en el desastre educativo. Tira sus gotas de agua ante el incendio de la educación. Hace lo que está de su parte. Pensando en todo ello ayer escribí estas preguntas: 

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¿Puede el ser humano vivir sin esperanza? ¿Puede vivir sin arte? ¿Podría vivir acaso sin esas utopías de justicia social y fraternidad? ¿Puede el ser humano vivir sin amor? ¿Sin amigos? ¿Sin abrazos y besos? ¿Puede el ser humano vivir sin sueños, sin anhelos? ¿Puede vivir sin oír palabras, sin decirlas?¿Puede vivir sin diálogos? ¿Puede vivir sin escuchar y sin ser escuchado? ¿Puede el hombre vivir sin reír, sin llorar? ¿Puede vivir sin mirar la luna, las estrellas? ¿Puede vivir sin pensar en el tiempo? ¿Y vivir sin saber del círculo y de los ángulos? ¿Sin mirar más allá de "sus narices"? ¿Sin los recuerdos del pasado? ¿Sin la visión de futuro? Si le restas todo eso, ahora dime lo que queda: Masa informe. 




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