De sabios es conocer el tiempo

1. En ti, claro, pienso, y en la primavera. Como si este instante me permitiera un viaje en el tiempo. Y jugar siempre en este caminar hacia el pasado y el futuro. Y volver a esta ráfaga de tiempo en presente. He mirado hoy el horizonte matinal y los naranja del sol se manifiestan acompañados de nubes aborregadas. Un pájaro en el alambre no quiere acomodar su pico en perfil para la fotografía. No es el cuervo de Poe. Es un zanate tropical que me niega el buenos días. Y yo pienso en el café. En lo sublime.

2. Viajo al pasado entre sus distintas estaciones de vía. Y pasan hacia atrás raudos los recuerdos como los árboles desde la ventana del tren: la novia primera, los maestros sonrientes que tuve en la infancia, el callejón polvoso o con lodo, el río que cruzamos con algarabía, los bailes cuando la adolescencia, y los acercamientos piel y mirada de muy cerca, en vertical, de tres minutos mientras duraba la melodía. Y así uno y otro para ver en cual estación del pasado pido la bajada. Y detallar. 

3. Y viajo al futuro asimismo, con dicha y algarabía. Imaginar por ejemplo de cuando ya no esté mirando ni tecleando, ni tantas cosas que se quedan para seguir en el eslabón de generaciones. Y me digo: en qué parte ha de quedarse el pesado cuerpo para que pase a otra dimensión y forma, ingrávido, al decir del poema: como pompa de jabón. Y desaparecer así como me reconozco en el espejo. Pero nacer de nuevo en ese existir universal, ser parte de un todo. Y mirar desde ora perspectiva a la hormiga insistente en cargar el mundo, al elefante afecto a columpiarse ingrávido en la tela de la araña, al hombre en cuatro patas, la piedra materialista, el alto y viejo árbol de mango, tocado por el rayo y abierto en canal su tronco. 

4. A veces pienso en algo tan elemental, como decir: ¿y si no tuviéramos televisión, ni internet, radio, ni acero, ni energía eléctrica? Tampoco el libro, ni la rueda, ni la penicilina, tampoco vacunas, hojas de papel, lápiz, lapicero, ni peine, ni teclado querty. ¿Cómo existiría el poema? Y es cuando me acerco al juglar en aquel cruce de caminos donde nos juntamos varios a escucharlo embelesados y nos enteramos que hay otros caminos y pueblos, donde asimismo suceden cosas distintas a las que vivimos.

5. Nunca digo "todo tiempo fue mejor", porque el tiempo es uno, elástico, relativo, informe, plástico, inodoro, pero invisible, intangible. No siento nostalgia por el pasado que nunca más vuelve (aunque a veces lo queramos), ni tengo ansias por lo que viene y menos incertidumbre. Aprendí a fluir entre las rosas con espinas y las naves que navegan en el proceloso o calmo mar. El viento mueve las láminas de las casas. ¿Y si no tuviéramos casa? Lo mismo estaríamos ni bien ni mal, en las cavernas, dichosos mirando el fuego recientemente descubierto, que ni sabemos para lo que sirve. Miro hacia un atrás o adelante, y me doy cuenta tarde que significan exactamente lo mismo.

6.  Yo también traté de asir el tiempo. Y llevármelo a casa para estudiarlo. Decían que estaba loco. Y más lo dicen ahora si lo cuento. Por eso no. Era niño, fue en un cumpleaños. Y como hubo fiesta con piñata y dulces. Habían llegado los vecinos de mi edad y las vecinas. Y fue tanta la felicidad, la algarabía, las tantas risas y juegos, que yo quería cumplir años más seguido. Entonces a la mañana siguiente vigilé el tiempo para ver de qué manera podía asirlo. Y me asomaba en los rincones, abajo de la cama, de las piedras, arriba de los árboles. Y nunca pude encontrarlo, porque como Dios, quizá, estaba en todas parte. Miré las nubes y me dije. Quizá el tiempo es inalcanzable. Y me puse a llorar. No sabía que el tiempo me estaba observando y el cumpleaños siguientes, y los otros que han seguido han llegado demasiado rápido. Y ya estoy cerca del siguiente.

7. Cuando eso, yo era niño. No sabía, nada de la vida. Apenas la parte que ya había vivido, pequeñeces de juego y de alegría. Y mi padre llegó por eso días con una jaula de pájaros que se había encontrado en una banqueta con pájaro incluido. Lo que hizo fue liberarlo y dejó por allí en un rincón esa jaula. Yo la vi. Y me dije: esa jaula ha de servirme para atrapar y guardar el tiempo y hacerlo a mi modo. Y así estuve al acecho del tiempo por unos meses. Mi madre se reía. Quizá pensaba que este niño, su hijo, le había salido loco.

8. Decía del tiempo. Y preguntaba a mis maestros del preescolar, la primaria y secundaria. Y nunca supo darme uno la respuesta que me convenciera. Si acaso me entretenían o les parecía curiosa mi pregunta, y curioso el que la hacía. Luego me evitaban para no enfrentarse a ese concepto vago e importante, digo ahora, que se escurría y nos hacía ver más grandes. Los pantalones ya no nos quedaban, crecimos rápido. Y nuestras madres en esa edad andaban preocupadas, por otro gasto, y "a ver si te queda este de tu hermano". Y el tiempo empezaba a triturar, relacionando vida con muerte. Y murió una niña, una ocasión, luego un vecino ya de edad muy avanzada. Y los árboles habían crecido. Y el tiempo no sé qué pasaba, si estaba detenido, si seguía su curso.

9. Luego vino el enamoramiento de primera vez, y luego ya ni digo de la segunda y tercera ocasión de tal suceso. Refiero en la primera vez que pasaba rápido el tiempo que pasaba con mi novia en palabras y silencio solo las manos expresando el discurso nunca bien aprendido. Y la espera -en Nueva cita- de mirarla y abrazarnos en vertical otra sensación de sentir que el tiempo se escurría lento y yo rogando porque avanzara rápido para que llegara la hora de encontrarme con mi primera novia, luego la segunda, etc. Yo quería abrazarnos en horizontal, y ella.me decía no, que aún no es tiempo. Y yo sin saber, ella ya sí, qué cosa es el demonio tiempo.

10. Nunca relacioné lo de la relatividad, a esas cosas ni le entiendo (y es culpa mía con flojera para no meterme en esos temas). Solo que un maestro cubano, escritor, de nombre Francisco, luego que le platiqué de todo este mi tormento por saber desde niño lo que era el tiempo y él se reía al escuchar que de niño hasta jaula lista tuve para atraparlo y no se me escapara, y en todo caso hacer que sucediera según mis necesidades, me dijo: "no te jales el cabello: el tiempo existe pero es inagotable. Fue sin necesidad de tener origen, ni tener composición de elementos conocidos. Es y seguirá siendo. Pero has de darte cuenta que no es uno y único. Sino muchos que coinciden en un instante". Yo entendía menos. Y fue cuando me dijo que  no es lo mismo el tiempo en nuestra dicha que en nuestra tristeza o tragedia. Y refirió lo del tiempo con mi novia y la espera de mi novia, la primera. Y la segunda, lo mismo.

11. El cubano nos dijo -y relacionaba el concepto tiempo con las novelas más importantes de la historia de la literatura-: todos los tiempos coinciden en este instante. De tal manera que el que no sabe leer vive un tiempo distinto al que sí sabe. O el que maneja la computación y las redes vive otro tiempo distinto al analfabeta (este como de 1940, el de las redes el tiempo de hoy), aunque coincidan en el mismo espacio y parezca que viven en un solo tiempo como este del presente.

12. Escuché muy atento a Francisco González Shasha. Y me fui a mi habitación. en la Escuela de escritores de Bacalar. Ya era tarde, y nos habíamos tomado algunas cervezas y mojitos en un bar de ese bello municipio. Antes de dormir me puse a repasar el poema Tiempo, de Don Renato Leduc: "Sabia virtud de conocer el tiempo, a tiempo amar y desatarse a tiempo, como dice el refrán dar tiempo al tiempo, que de amor y dolor, alivia el tiempo. Aquel amor, a quien amé a destiempo, martirizome, tanto y tanto tiempo, que no sentí jamás  correr el tiempo, tan acremente como en otro tiempo..."



Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

Rigo Tovar y Chico Ché

Max in memoriam