Yo amo los libros de texto gratuitos

Yo amo los libros de texto
1. Yo amo la decisión de aquellos gigantes que en 1959 crearon la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuito (Presidente Adolfo López Mateos y Jaime Torres Bodet, titular de la SEP). Si no hubiera sido por esa decisión, millones y millones más no hubiéramos iniciado la educación primaria. Anduviera yo aplaudiendo por donde sea, firmando con una X como mis padres, preguntando el costo de las cosas, requiriendo un lazarillo para que me leyera, me dijera el nombre de las calles, firmara sin saber lo que dicen los contratos de trabajo y los recibos y anduviera yo buscando quién me ayudara a leer y contestar las cartas amor tan humanamente necesarias.
2. Yo amo a los constituyentes de izquierda, quienes en 1917 lograron instituir el artículo 3o constitucional, que a la letra dice que la educación que se imparta en estados y territorios del país será gratuita, laica y obligatoria, lo cual permitió que se fortaleciera la escuela pública, donde millones y millones de mexicanos hemos tenido acceso a preescolar, primaria y secundaria, de otra manera sería imposible, sobretodo a los millones de mexicanos que han vivido y viven en la pobreza "normal" (que apenas les alcanza para comer) y la pobreza extrema, (que se les dificulta aún más adquirir lo básico para comer).
3. Gracias a la escuela pública y con ello a los libros de texto gratuitos, pude enterarme que no soy el centro del universo, que formo parte de una especie más de la naturaleza, que soy casi nada en comparación al vasto universo, que soy mortal, y que la materia no se crea ni se destruye, solo se transforma. Y que no siempre hemos pensado generacionalmente lo que pensamos. Y que antes del invento de las máquinas simples (eso lo aprendí en secundaria) se le dificultaba al ser humano realizar las actividades más sencillas. Supe de las dos teorías del origen del hombre, la de la creación divina y la evolución natural. Y supe que pensar es la función más importante del ser humano.
4. Me gusta contar la anécdota de dos analfabetas. Uno de ellos mi padre, otro, un tío lejano que la hacía de apóstol en Semana Santa en la iglesia de mi colonia, y me gustaba ver cuando el cura le lavaba los pies en lo del Vía Crucis. Mi padre, muy contento, ufano, me llevaba de la mano el primer día de clases en septiembre de 1966, y al pasar por la iglesia católica se encontró con el tío, y este le preguntó burlón: "Juan, ¿a dónde vas?". Y mi padre (reitero: ambos analfabetos) le respondió que a la escuela a llevar a Toñito a su primer día de clases. Y el tío: "Y para qué lo llevas allí, tonto Juan, si en la escuela solo aprenden cosas del diablo, deberías de traerlo a la iglesia, para que aprendan solamente cosas de Dios". Mi padre -lo cual le agradezco infinitamente- no le hizo caso.
5. ¿Los libros de antes son distintos a los de ayer y hoy? Cierto. Lo mismo serán distintos los nuevos a los de dentro de diez y veinte años. Se tienen que adecuar a los nuevos tiempos. Diría el filósofo que nada permanece igual, solo el cambio es lo constante. De hecho, se considera que una de las instituciones que menos ha tenido cambios es la escuela con su imagen tradicional del maestro que enseña y los alumnos que aprenden dentro de un aula. Por eso se requiere mucha creatividad e innovación, para que la enseñanza sea atractiva, de interés para el alumno. Y los libros tienen que evolucionar en sus contenidos ante los cambios vertiginosos que se suscitan en la sociedad.
6. Yo amo los libros de texto gratuitos. Aquellos, los de los años 60, que me tocaron, con su portentosa portada de guapa "La Patria". Luego a la siguiente generación, la de los 70s, le tocaron otros muy vistosos, con diseños innovadores. Como trabajador de la educación me tocaron ver otras evoluciones en los libros, la de finales del siglo pasado, y las adecuaciones y cambios en este siglo. Y siempre me ha llamado el empuje que han tenido, tratando infructuosamente de adecuarse a los cambios vertiginosos en la sociedad. Por eso no me sorprende esta nueva generación de libros, que están en discusión ahora, incluidas quemas tipo como en el medioevo, cuando el oscurantismo y la quema de mujeres acusadas de brujas porque sabían y mucho..
7. Hace días escribí un artículo cuyo nombre dice: "Los libros no son el problema". Y ciertamente, nunca han sido el problema, al contrario, como lo digo al principio en ese texto: los libros son la solución. Las discusiones públicas sobre el tema están más orientadas a los círculos políticos con sus intereses. Los nuevos libros no son perfectos, nadie lo ha dicho, pueden y deben mejorarse. Y no son tan malos que no se puedan y deban repartir. Recordemos que ante la cantidad de familias pobres que no pueden comprarlos, son la única opción para todos ellos, como lo fue para mi familia en aquellos años de finales de los 60s. Mi familia no tenía otra opción. Y fue gracias a los libros de texto gratuitos que tengo conciencia que habito el mundo por breve tiempo y leo y escribo como hábito.
8. En el 2015 un grupo de maestros tiraron libros gratuitos ebla calle Méndez en Villahermosa, con el pretexto de que eran de la reforma de 2011, y no de la de 2013. Los que los tiraron no son habituales lectores (conózcolos). Y su posición rupestre en la pugna política era porque querían tirar de la Secretaría al titular de educación en ese año. Y el maestro amigo Ciro Ortiz, matamorense, publicó ayer en internet una breve relación histórica de quemas históricas de libros por hordas alentadas en gobiernos fascistas. Y yo recuerdo bien la quema en Chile (1973) de la biblioteca del poeta Pablo Neruda por indicaciones a la soldadesca del golpista Pinochet. Y sé que siempre el alto clero vaticano ha tenido una lista de libros prohibidos. Y cuando el premio Nobel de literatura fue asignado al lusitano José Saramago, el boletín del Vaticano fijo postura en contra del Nobel a "ese comunista". Y esto por los libros que había publicado el portugués laureado.
9. Yo amo los libros. Sé lo que han significado y significan para la humanidad. Cuando me pongo a explicarlo ante un grupo lo resumo de esta manera: fue gracias a la escritura, y por ende a los libros, que pasamos de la prehistoria (barbarie) a la historia (civilización). Sí, con los asegunes de esta civilización, por supuesto, con las críticas que podamos hacerle a estas sociedades modernas, contradictorias y conflictivas. Yo amo los libros de texto gratuitos, porque gracias a ellos aprendí a leer, trabajé de maestro y estoy frente a esta computadora escribiendo, alegre y contento. Y gracias a esos libros puedo afirmar que los libros no son y nunca han sido el problema. No lo son en esta ocasión. Los amo porque gracias a ellos Soy.
10. Hay que leer. Hay que investigar las quemas de libros, y preguntarse las razones, y elucubrar sobre dichas razones: Sobre la quema de la biblioteca de Alejandría, se dice que el Califa ordenó la quema de los libros mediante la orden de esta manera: "si los libros están a favor del Corán, no tenemos necesidad de ellos, y si están en contra, hay que destruirlos"; China: tres hechos marcaron la gestión del emperador Chi Huandi: la construcción de la Muralla china, la tumba de los 700 guerreros de Terracota y la grandiosa quema de libros; quema de libros en Granada, España; Italia en 1947 (se destruyeron libros de magia, de Ovidio, Catulo, Marcial, Dante y Platón, etc); en 1530 en Texcoco, quema de códices mayas y aztecas; la quema de libros de los nazis en 1933; Argentina en 1980 cuando la guerra sucia, en los terrenos de Sarandí. Aseguraban los líderes militares que en los libros están los genes de las rebeliones; Sarajevo en1992; Bagdad en 2003; Egipto en 2011. La lista se amplía considerablemente.
11. No hemos podido imponer alto a la barbarie. Y reitero: yo amo los libros; ellos no son el problema. Conocer su contenido hace que se reflexione y cuestione al poder. Y esa es la verdadera razón, el verdadero y real problema.
12. Ray Bradbury: " No hace falta quemar libros si el mundo empieza a llenarse de gente que no lee, que no aprende, que no sabe..." "Los libros están para recordarnos lo tontos y estúpidos que somos".
13. Jorge Luis Borges "... conviene mantener el culto del libro. El libro puede estar lleno de erratas, podemos no estar de acuerdo con las opiniones del autor, pero todavía conserva algo sagrado, algo divino, no con respeto supersticioso, pero sí con el deseo de encontrar felicidad, de encontrar sabiduría".

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