Candado dentro del refrigerador

 1Me sucede muy seguido. Que pienso hacer alguna cosa, y en el camino me encuentro otro pendiente y lo hago, y al terminarlo, sigo mi ruta, encuentro algo más y lo hago. Que soy muy disperso, le sé. Ejemplo: a veces voy a regar las plantas. Salgo y miro a alguien que pasa, saludo y nos quedamos platicando unos minutos, olvido la intención original de las plantas, regar las plantas, y realizo otra cosa, miro una escoba tirada, la levanto, y aprovecho a sacar el polvo de la cochera, el polvo que mete el auto, y así por el estilo. Cuando ya pasadas algunas horas me siento a leer un libro, no recuerdo el que dejé pendiente y abro otro, si los tengo a la mano. Y, en un descanso de la lectura miro las tristes hojas de las plantas. Y me acuerdo al fin. Y las riego.

 

2Debe ser un problema que tengo, sin duda alguna. ¿También les ha pasado? Me levanto y voy rumbo a lacocina, ya con una idea fija, que puede ser tomar un vaso de agua, lavar una fruta y comerla, y ya estando en la cocina, me detengo, me rasco la cabeza, y pienso, claro que sí, para recordar a lo que fui a la cocina, no lo logro, y abro refrigerador, saco un pedazo de queso poro o con chile, corto un pedazo y me voy a la sala a comerlo con placidez. Y el motivo principal por el que me levanté para ir a la cocina, ya no lo sé. Hasta que siento algo de sed, y digo, sí, necesito un vaso de agua, agua simple, por supuesto, pro al llegar miro los limones, y me da por hacer agua limonada. Y dejo de lado el agua simple y tomo de esta refrescante bebida.

 

3Sí, es cierto. Cada cerebro funciona distinto. Barreré rápido el área de los libros. Y entro muy contento con la escoba. Y me asomo a un título al azar, lo saco del estante, y me pongo a hojearlo. Y jalo una silla y me quedo leyendo un rato. ¿A qué vine a esta área? Y a veces aunque mire la escoba a un lado, no me acuerdo. Y sigo con el libro. Hasta que me percato de la hora que es y hay qué hacer otras cosas, adelantar los pendientes. Y dejo el libro con un separador para cuando vaya de nuevo a barrer. Y así le avanzo a las lecturas. Mientras el polvo se acumula. Barro sí, pero no cuando quiero, sino cuando me resbalo en el polvo y s elevanta una nube irrespirable.

 

4Me gusta hacer agua limonada. Desde los doce años. Por lo reguar en la casa donde vivo hay limones y una jarra de limonada en el refrigerador. Que no dura mucho. De un día para otro se acaba y a esperar que alguien haga otra jarra de liminada, y como nadie la ahcem, la hago yo, y me gusta, y más cuando escucho que quedó muy bien, aunque lo digan de vacile porque solo yo la hago. 7 limones para una jarra de tres litros. Primero un tercio de agua se le pone. A esta ponerle suficiente azúcar, tres cucharadas grandes copeteadas, mezclarlas bien, hasta que no se vea el azúcar, irle exprimiendo los limones, y se le agrega el agua fría y algunos hielos. Y a probarla. Tan lleno de emoción que a pico de jarra me tomo casi un litro.

 

5Se pueden hacer otras mezclas, pero eso solo si es sábado, o día de fiesta. Entonces se consigue licor, algún ron blanco, se tiene a la mano hierbabuena. Y se hace esa limonada sin agua, se le llama mojito, y lo probé por primera vez en La Habana, Cuba. Y allá lo aprendí hacer. Fueron mis maestras unas inspiradoras amigas cubanas de mucha sonrisa, dientes blanquísimos, ojos negros y un emneo en el baile, que me cansaba. “Ah, ya tú, mejicano, ni aguantas nada”. Se referían al baile, no a otra cosa. Entonces se ponían hacer mojito dándome las indicaciones para el caso. Se le pone azúcar, diría Celia Cruz, pero no mucho.

 

6Cuando he ido a consulta con la doctora de cabecera, le digo de mi miedo por contraer diabetes. “Ah, chico, hay que bajarle a la azúcar”, me dice. ¿Y entonces cómo voy a endulzar lo que tomo? Toda la culpa la tiene Celia Cruz, con su grito distinguible en las canciones, de “!azúcaaar!”, le digo. Mira puedes ponerles unas gotitas de azúcar de remolacha. Ni sé qué es eso, le respondo, y me puse a buscar en internet las otras maneras de endulzar la bebida, que sea menos dañina y baje el riesgo de diabetes.Peor el mojito no sabe igual. Para este sí debe de llevar azúcar morena, para que dé el sabor original de los cubanos.

 

7Estaba en lo de pensar hacer una cosa, encaminarse hacer otra y finalmente realizar otra muy distinta. Por eso tiene popularidad el meme de la persona confusa y confundida que entra a comprar caguamas y sale con yogures, y todo porque se confucio. Confucio, como saben era un pensador oriental muy juicioso, que para todo tenía respuestas. Y yo no tengo más que un unicornio azul, y aunque tuviera dos, yo solo quiero aquel, canta Silvio Rodríguez. En eso andaba, decía yo, de escribir sobre lo que se nos olvida. Debe ser un problema serio, sobre todo cuando son cosas que afectan a terceros, cuando uno s emete a un cuarto que no es. Como aquel que amaneció en otra casa que no era, y el marido titular creyó a pie juntillas que era cierto lo de la confusión, y le dio de tomar café con pan, para ver si le regresaba la memoria. ¿Y usted de dónde es?

 

8Tengo un teclado de marca china o japonesa. Lo saco para ensayar Imagine de John Lennon. No sé tocar, lo adelanto. Solo que miro tutoriales cuando busco noticias políticas, pero aparece como por magia el capítulo 200 de cómo tocar piano para principiantes, en tres minutos usted tocará perfectamente la canción Imagine, de Lennon. Y entonces en vez de asomarme a lo nuevo de las corcholatas, sigo la letra de imagina viviendo en paz, imagina que no hay fronteras, es posible lograrlo si lo intentas. Y saco mi teclado. Y empiezo con ese acorde de Do que se pasa a Fa, antes anexarle al acorde de Do un Si, para que entre lindo al acorde Fa. Y así ando por dos o tres minutos, y me paso a las cumbias, que son las que más se me dan, como Matilde Lina, colombiana.

 

9 Los libros nos hacen libres. Bajo esta luz de enunciado, leo de manera constante. Lo importante de la lectura para el desarrollo personal no necesita argumentos, aunque aparezcan por todas partes, y los maestros en las escuelas se desgañiten esgrimiéndolos y escribiéndolos en el pizarrón o dictándolos: Título: beneficios de lectura. Y sueltan diez, que es un decálogo, de esas bondades de leer. Y encargan que ese decálogo lo traiga diez veces repetido como tarea. Y los niños se los aprenden pero no leen, o no al menos la mayoría como quisiéramos. Al día siguiente se aprenden los beneficios de memoria que tiene la lectura. Y luego van a la secundaria o preparatoria sin tener el hábito de leer.

 

10Entro a un libro, por ejemplo, Palmeras salvajes, novela de William Faulkner y cuando en el  prólogo hacen referencia a otro libro, entonces me voy a buscar en inernet aunque sea en pdf

Y lo tengo, digo ¡eureka! Como cuando de niño entré a una tina de agua y salió una cantidad  y descubrí -dijo Arrquímides cuando descubrió la relación entre el cuerpo sumergido y el cuerpo que sacó del recipiente. Tengo el libro que nombran en el prólogo. Y en lugar de meterme a la lectura de Palmeras Salvajes, entro al recientemente bajado, digamos “Los diez días que cambiaron al mundo”, de John Reed, u otro que hayan citado. Y así las cosas en mis lecturas.

 

11 Es una confusión mi mente. A veces entro a comprar leche con pan de gluten y salgo con café y pan de dulce, que me gusta más. Y ya con el café a mi lado y el pan, me pongo a escribir un domingo como hoy, para regocijo personal. Y recuerdo sí, que a veces cuando quito el candado del porton de la cochera, tenemos un lugar específico para dejarlo en la mañana y que  cualquiera que vaya a ponerlo en la noche sepa dónde está. Solo que a veces ese candado en la mañana, al distraerme e ir cantando una canción, lo dejo en el baño, en el jardín y a veces lo he dejado tirado por donde ponemos la basura, y en la noche es un escándalo porque no está dondedebiera. Una ocasión lo encontraron en el refrigerador junto a un pastel. Y “no hay que ser, hay que poner más atención a las cosas”, dice una de mis hijas. Y es cierto. Prometo hacerlo.  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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