Urge cascabel para poner al gato

1. "Ya voy", fue el mensaje que el pasado viernes 11, a eso de las 22:30 horas, Diego mandó a su padre. Y ya no se comunicó más. Había estado con su novia en la casa de esta, no muy lejana de la propia. Antes se fue al Mirador. Allí pasó con sus amigos. Quizá pensó que estaría solo unos minutos. Era necesario comentar algunas cosas y tomar decisiones. ¿Qué comentarios? ¿Qué decisiones? No se sabe, aunque hay especulaciones. El caso es que no llegó a su casa esa noche. Ni tampoco sus cuatro amigos.Y nunca más, hasta ahora.

2. El infierno tan temido no lo veremos en el futuro luego de nuestra muerte. Ya lo estamos viendo y viviendo. Es lo cotidiano donde a una noticia terrible, le sucede otra que compite con ella y la supera. El horror en los rostros. La desconfianza de todo y por todo. El vivir mirando hacia todos lados, sin mínimo de calma. Cinco muchachos no llegaron a su casa. Y las familias entraron en la vorágine de la incertidumbre y del desconcierto, un dolor sufriendo (así en gerundio) sin verle el fin. Pronto sabrían de lo peor.

3. Los nombres de los muchachos: Diego Alberto Lara, Roberto Olmedo Cuellar, Uriel Galván, Jaime Miranda y Dante Cedillo Hernández. De edad entre 20 y 23 años. Lugar de los hechos: el pueblo "mágico" de Lagos de Moreno, Jalisco. Uriel y Roberto, eran aficionados al boxeo, y se entrenaban en un gimnasio. Les gustaban las "trompadas" con guantes. El primero fue subcampeón estatal. Dante practicaba ciclismo, y soñaba con representar a México en el tour de Francia, y ya había logrado un tercer lugar en un torneo nacional. Jaime era aficionado a las patadas propias del futbol y había sido campeón goleador de la liga nocturna. Diego trabajaba de ayudante en la herrería de su padre.

4. Los archivos no fallan. Son la memoria de los pueblos. Y de seguro, fácilmente, aunque con pesar, podemos nombrar cinco o diez hechos como el señalado. Y en cualquier estado del país.¿Qué importa el númoero? Uno que fuera, joven asesinado, ya es en sí mismo, una tragedia. 43 en Ayotzinapa, en 2014; 72 en San Fernando, Tamaulipas, en 2010; otros tantos en Aguas Blancas, Guerrero, en 1995. Y así más.  

5.  A cada uno de esos casos. Y los miles más, corresponden dolor y desesperación para sus padres, hermanos, hijos y amigos. Y no solo eso, sino que pone en evidencia que vivimos en una sociedad que poco a poco ha perdido las riendas de la buena convivencia. Sea por las razones que sean. Muchos factores de intereses, de defensa de privilegios, de defensa de la enorme desigualdad que se ha construido en sexenios de ignominia y valemadrismo. Y a ello se le agrega la indiferencia general. En tanto no suceda en el entorno propio, hacemos como que no nos interesa. Y los medios cubren como el gato, la tragedia anterior con una nueva tragedia. 

6. Las grandes televisoras, adalides de la mentira, de la incivilidad, con bandera del consumo, difundiendo valores, haciendo retroceder las enseñanzas de la escuela, difamando a la escuela pública, educando en el espectáculo ramplón, preguntando lo banal como modelo, etc, y etc.

7. A los dos días de la desaparición, se difundieron una foto y un video. Testimonio de la tortura sádica, demencial. Como escenas dantescas (el infierno de Dante). Se mira a cinco muchachos, de la edad de nuestros hijos e hijas, de nuestros sobrinos y sobrinas, hinchados, arrodillados y en extremo golpeados. Y junto a ello se difundió un video, horror de los horrores, como de circo romano. Como extrema venganza. Como la fiesta de la sangre. Como la vida sin sentido más que para la diversión canalla. Allí quede como testimonio de hasta dónde hemos llegado como rebaño autonombrado humanidad. 

8. Si dejando de escribir dejaran de suceder esas tragedias. Si dejando de comentarlas dejaran de producirse en el futuro. Si dejándolas en el silencio y la oscuridad para que nadie más sepa de ellas, no sucedieran más, cierto estamos que eso es lo que haríamos. Estamos impactados. Nos conmueve hasta la raíz. Estamos indignados. Y no hay manera o no se vislumbra que pueda ir disminuyendo este tipo de situaciones.   

9. Miré hace años la película "La Ley de Herodes", "luego Un mundo Maravilloso" y la tercera fue "El infierno". Muy buenas actuaciones, guion y dirección. Las tres fueron el espejo de lo que estaba sucediendo en México: el largo tramo del priismo, luego el panismo en el poder, y la tercera reflejaba directamente la vuelta del priismo. Con la película ¡Viva México, que sería creo la quinta (porque hay una cuarta relacionada al sexenio de Peña Nieto), el director Luis estrada agotó, a mi parecer, el estilo de espejo de los sucesos de la pantalla con los de la realidad. Solo anoto que la realidad supera con creces las escenas de la pantalla. Y no es consuelo, y menos para los familiares de las víctimas, que esto sucede en muchos países del mundo. 

10. Es la precariedad moral y ética, peor que la precariedad económica. Porque esta puede mejorarse, y en todo caso sostenerse sin llegar a extremos de muerte, sí con muchas limitaciones. Mientras existan y se practiquen valores de convivencia se puede salvar un individuo, una familia y la sociedad entera. Cuando el dominio es mayor de quienes viven al margen de la ley, en contra de la convivencia pacífica, entonces el pesimismo parece que domina el horizonte. Y no. Mantengamos la esperanza de que se detenga la barbarie, y nos encaminemos hacia la civilidad.

11. La familia de los cinco muchachos los espera en casa desde esa noche fatídica. Cada día que pasa no hace menguar su esperanza. Aunque expresan que los quieren encontrar, a como estén. Mi pésame ante los muertos, víctimas de la violencia; mi solidaridad con los desaparecidos y sus familias. Vivimos, precarios y vanidosos, en la oscuridad de la cueva. Requerimos educación verdadera como luz de esperanza para salir. Urge. 


 

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