Feminicidio a Milagros Monserrat

Milagros Monserrat
1. Como en la canción de Silvio Rodriguez de nombre "Causas y Azares", Monserrat no sabía que ese día de su cumpleaños, sería su fatal fin. Y de la manera más artera: cinco puñaladas en su humanidad. Al parecer el móvil: robo, y la especificidad: con violencia. También al parecer no el robo: sino un encargo de matarla. Eso se sabrá en las diligencias. Mientras tanto Monserrat la sacaron a mansalva de la vida. Esto sucedió en León, Guanajuato. Perdón por contradecir a nuestro querido Jose Alfredo: la vida sí vale. Los sueños sí valen.
2. "Primo, ¿qué hiciste?", "¿De qué, prima?" Así el diálogo en watsap, de Miguel en el grupo de su familia, como el de todos. "No he hecho nada, prima. Pero necesito tres mil pesos, o dos mil; me urge ir a la Ciudad de México". "Mataste a una mujer, primo", "¡No, no fui yo!, prima, ¡te lo juro por Dios!". "Te vimos en la tele, primo. Todo mundo lo vio"
3. Así dijo el fiscal en la audiencia que fue la comunicación familiar en el grupo de watsap. Solo que el video del feminicidio ya había circulado con profundidad, y los familiares no tenían duda que había sido él, el conocido primo, quien había asesinado a esa muchacha, llamada Monserrat, que iba a su trabajo en un supermercado, que está a cinco cuadras de su casa.
4. ¿Qué sueños quedan detenidos? ¿Qué ilusiones con valencia pasan a otra dimensión? ¿Qué es lo que rompe en el universo cuando asesinan a alguien, que, sin deberla ni temerla, pasa a "mejor vida"? Más bien la hacen pasar de la vida a la muerte, cuando el destino apuntaba en otro rumbo, hacia otros años, con otras circunstancias. No somos más que peones en el juego del ajedrez, y hay quienes, peones también, se abrogan funciones que corresponde al Rey, a la reina, en el juego del ajedrez, reitero. Y así andamos.
5. En el video se mira que ella camina. (No quiero verlo). Es la calle Zumpango, como cualquier calle de cualquier colonia del país. En cuadro se mira como él, de nombre Miguel, camina detrás, resuelto. Sabe que tiene el poder de la vida y la muerte en un cuchillo con filo. Un metal que destella a la luz, pero lo trae escondido. Ella camina de prisa, lo más que puede. Y fuera de cuadro él la alcanza, se sabe. La empieza a jalonear. Y entran de nuevo a cuadro (qué fatalidad). Como que se disputan la mochila de ella. Que ella no entrega ¿Y por qué habría de entregarla, trajera lo que trajera? Y es cuando él saca un cuchillo, que para eso lo llevaba, para matarla. No hubo robo.
6. ¿Qué oficio puede tener el asesino? ¿Qué motivos para matar, matarla? ¿Qué intereses para segar una vida? ¿Cómo se entrelazan las neuronas del asesino para ese pensamiento? Sin temor alguno. Como planeado, se dice. Que ya la esperaba. Ella tenía una rutina diaria de caminar esas cinco cuadras, de la casa a su trabajo y cumplido el horario, de regreso hacía lo mismo. Los vecinos veían su paso, como de reloj, ya previsible. Y el horario siempre el mismo. Como que él ya la esperaba. Que hizo una llamada antes, como diciendo: "ya pasó, aquí la voy a empezar a seguir". Acarició el puñal en su bolsa. Ya sabía lo que iba a hacer. Todo puñal ha sido diseñado para hacer cortes. Ese es su inicio en la forja del metal, fin, su destino. Y Miguel Habría de hacerlo cumplir, cumpliendo también el propio. Y fatalmente, el de ella.
7. Era su cumpleaños. Ya estaba previsto el pastel, las mañanitas, la cita con familia, y amigos. La entrada al piso 40, como dicen. Una buena edad para seguir mirando de frente el futuro. seguir esforzándose en cumplir los sueños, esos que generan risas. "No vayas a trabajar", dicen que le dijeron. "Nos dan media jornada en el trabajo", habría dicho, para ir, como mujer cumplida, mujer de palabra, como todas. En su trabajo también las compañeras, le cantarían las mañanitas, y algún detalle de sorpresa. El cumpleaños, con sus abrazos de buenos deseos, de más vida, de salud, por sobretodo, y motivos de alegría. La buena vibra. Pero el destino fatal tenía otro plan. Este, fatídico.
8. Miguel, luego del crímen, fue y salió de su casa en la colonia La Moderna. Iba ya en huída. Se había cambiado de la ropa que miramos, esa playera amarilla fosforescente. La ropa salpicada de sangre la había dejado escondida en un frigobar. Allí nadie buscaría. Y salió como el que tiene puesta la mirada en la Ciudad de México, y perderse en la urbe, entre comerciantes y danzantes, entre garitos y publicidad, entre millones de almas que palpitan, muchas de ellas tratando de que olviden su pasado. Solo la conciencia no. Esa sabe lo que hizo y de ella uno nunca escapa. Ya había llegado a Guanajuato. Llegó a una gasolinera. Se sabrá luego si viajó de León a la ciudad de Guanajuato en aventón o en un camión de pasajeros. El caso es que llegó a la gasolinera. Y allí, como todos los que vimos el vídeo, varios de los trabajadores lo reconocieron, al menos como sospechoso. Y llamaron al 9.11. "Aquí anda alguien parecido", etcétera. Lo demás ya lo sabemos. Estaba la patrulla rosa (la de género) más cercana. Y fue la que llegó primero. Y al verse rodeado por trabajadores que indignados ante lo que vieron podrían tomar justicia por su propia mano, y lincharlo, cobarde, Miguel no opuso resistencia. "Sí, soy yo Miguel, al que andan buscando".
9. Ya una de sus primas en el watsap había llamado al 9.11. "El que sale en el video donde mata a la chica, es Miguel, mi primo". ¡Qué grandeza de su prima!, el deber humano, la ética de la existencia. No importa la familiaridad. El caso es que es un asesino el primo. Y dio algunas particularidades, como domicilio de su casa. Y cosas así por el estilo. Ya era solo esperar el tiempo, para cercarlo y hacer que pague. Nunca se ha de volver la vida arrebatada. Pero los familiares al menos anhelan justicia. Lo peor, como casi todo, cuando la atrocidad queda impune, y es cuando los familiares viven con la abierta herida.
10. Pudo ser mi hermana, sobrina, hija. Nadie estamos a salvo en esta vorágine de lucro y luchar a la mala por unos cuántos pesos. Pudo ser mi hija o tu hija o sobrinas, a como fue Monserrat para su madre y hermanas y sobrinas. Un dolor más grande no se puede. "Por qué a mi hija", desgarrada exclamaba su madre casi desmayada, para luego desmayarse. "Mi hermana no le hacía mal a nadie", ha dicho muchas veces su hermana.
11. "Sí, yo fui el que mató a la muchacha y estoy arrepentido. Quiero un abogado", dijo Miguel N, el asesino legalmente presunto, quien le arrebató la vida a Milagros Monserrat, ante todos nosotros. Ya está detenido. Ya está en marcha el proceso. Algo por hacer notar y esa es la indiferencia general: que mientras no sea a un familiar cercano a nosotros, no nos interesa. Pero sí, esto no es normal, no debe normalizarse. Yo no quiero escribir sobre sangrientos sucesos. Yo quiero escribir de causas y azares, del vuelo de mariposas, de nubes , flores, de besos y tomarnos un café, eso ya se sabe, de lo bello que es la vida. Quede constancia. Solo que esto es hoy lo que tenemos. Y no debemos resignarnos. Ni nunca.

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