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Mostrando entradas de septiembre, 2014

Patria

Llegaron en ristre los niños de ayer, sonrientes, como si nada, la tarea continúa, dijeron, con esas preguntas de conceptos que no entendemos, pero que nombran mucho en las escuelas y en discursos por la tele. La patria, me dijeron, responda la pregunta, es tarea de la escuela. Ya me imagino a su maestra, inquieta cual si más, con una tierna mirada, pensando en el futuro de estos niños, que juegan al tiempo que se construyen, en seriedad seguir las reglas del juego y las sonrisas. Yo me quedé como ayer, como con la palabra belleza. Ayer pensé en tí, y a punto de decir tu nombre no lo dije, pero el tema era belleza. Con lo de patria no sé ni que decir, pensé en los poemas de Velarde y Pacheco, en eso de veneros de petróleo el diablo, y tres o cuatro ríos, y en las canciones de Los tigres del norte, y en Moncayo con el que sueño, y en las escuelas normales, "Hable o calle para siempre", dijeron juguetones. Balbuceé tres o cuatro cosas. "Lo mismo nos dijeron los abuelos&quo

La belleza

Se me acercan una niña y un niño  y me preguntan sobre el concepto de belleza, que les encargaron en la escuela, las maestras, de tarea, ya saben. Y así de pronto no encuentro que decir. Y me quedo absorto y pienso en los poemas de Borges, y la narrativa de Cortázar y Rulfo. En las canciones del Aute y del Serrat. En la Gioconda, en el David. Pero sé que a ellos nada de eso les significaría gran cosa, por ahora. Y ni modo de decirle que belleza eres tú, ni te conocen. pero estuve a punto de pronunciar tu nombre. Me quedo callado y sonríen. "Eso pasa a todos de repente, ante la pregunta", dicen. Y se me graba esa sonrisa infantil. Pero agregan: "mañana vendremos a preguntar por democracia, patria y felicidad, así que prepárese". Y se van juguetones, dando brincolines y sonrisas gratas.

Manifiesto

Con el inicio del otoño escribo manifiesto. Apunto, sin soslayo, la cercanía del invierno. Y sin mí, seguro estoy, volverá la primavera. Manifiesto, por ejemplo el libro. No habrá razón que justifique su ausencia. Manifiesto el poema en donde estás. Con rima y ripio. Mas con alas al vuelo en la metáfora de la nube y el consuelo. Saliva compartida, manifiesto. Y la humedad. Manifiesto el hueso adolorido, la costilla rota y la flecha de Cupido. Manifiesto el teatro Orfeón apagado frente al hotel donde me encuentro. Una actriz con el orgullo de arrugas como paso del tiempo se sienta todas las tardes a su afuera. Manifiesto que todo va bien, aunque pudiera ir mal. La rosa es la rosa. El gato trafica afectos. Manifiesto tu voz como riqueza nacional. Tu mirada condición visual de los dioses. Manifiesto estas mis palabras.  

¿Bailamos?

"No es tu imaginación", me dice volteando  el director de orquesta   rubicundo en su rubiez, y con lentes fondo de botella, al acercarse a mí: “invitala a bailar”. “Estoy soñando, esto es un juego de la imaginación, solamente”, le respondo como entre brumas.   E insiste Gleen Miller como un abuelo matusaleano. Sabe lo que dice, donde la vida es un sueño, y se vive bien en los sueños de verdad. Es cuando me decido: "¿bailamos?", le pregunto esperanzado. "Encantada", me responde.

Bufón a espera

Bufón a espera de la llamada tercera. Para que se abra el telón. Bufón de la corte donde despliega sus haberes. Que envidia al unísono el coro, en el ensayo. Yo le vi en camerino. Toda bien aún, por el tiempo. Y el escapulario en la desnudez. Y la ropa de utilería. "Toda esa ropa es de utilería", me dijo para confiarme. Y me asomé: trajes negros y bombachos de fiesta, alaborios, rostros,  máscaras de gato, alas de ángeles y colas del demonio. Bufón a espera del inicio, con el reparto ya de guion bien ensayado. "Es de utilería", me reiteró. Sin parsimonia ni fanfarrias se escucha la tercera llamada. Se abre el telón.

Considerando

Considerando el otoño para el pez dorado. Una sonrisa se aquilata en lo que vale. Bien considerando el día que inicia con lo gris del pueblo polvo. Considerando los perdones de último momento para el cielo  que -exista o no- tiene mis respetos. Considerando el beso tornillo anclado a la nube. Y la sonrisa de la espera. En el anden pasa el tren rimado cada día o cada dos. Considerando que no espero el brillo, tampoco lo gris o lo nublado. El circo viene bien como ejemplo. Consideraciones aparte, gracias. El tiempo fue nuestro y la eternidad. Con otros rostros el tiempo es vuestro y la eternidad no pasa de ser un cerillo encendido que permanece en el instante.

Silencio

En el silencio se genera el destino. Y en las palabras. Silencio es el discurso de las cartas no escritas donde en soledad se presentan los demonios del frío, del hastío. Silencio es absorber luz y sombra con cicuta y miel. Es filosofar al grado de la belleza y para agrado de los dioses del terreno carnal único conocido. Lebreles domesticados. Es cuando la nada vuelve a la grandiosa nada. Silencio es una ruta oscura, un camino gris, una mirada sin punto donde detenerse. Es la levedad del acto que sublima sin palabras, aunque duele. Es la sima y cima. Silencio es mesa local, cama eterna, sábana fría, flor privada. Es el andamiaje en el que se construye el alto edificio de la imaginación para construir especialmente el ábaco. Es el curriculum contemplado en la ruta del polvo donde piedra fue tan solo un vuelo internacional México-Habana-París. Es la seguridad de lo inmarcesible: betún sobre polvo, risa descarnada. Silencio son los cien mil rostros de la palabra única que muerde y quema l

Para escribir

Aparece de pronto la palabra. Se queda en la garganta de arena a punto de salir. Y llegan otras, solidarias, a acompañarla. Subimos escaleras o bajamos, mientras. Nos rascamos la cabeza. O nos bañamos. Saben que triunfarán en esa necesidad cantada. Y ya con algo de tiempo enciendes un foco. Tomas papel y lápiz. Y entonces sí, allí están, camuflajeadas como decir nosotros no somos. Y van apareciendo, rítmicas, escudriñando vericuetos. Mejor con tema previo, escribir. Mejor tú. Ni olvidos ni recuerdos.

¿Bailamos?

"No es tu imaginación", me dice volteando  el director de orquesta   rubicundo en su rubiez, y con lentes fondo de botella, al acercarse a mí: “invitala a bailar”. “Estoy soñando, esto es un juego de la imaginación, solamente”, le respondo como entre brumas.   E insiste Gleen Miller como un abuelo matusaleano. Sabe lo que dice, donde la vida es un sueño, y se vive bien en los sueños de verdad. Es cuando me decido: "¿bailamos?", le pregunto esperanzado. "Encantada", me responde.

La nada

Platicábamos de una película del tour francés. De una coincidencia. De un destino. De un amor limpio. De un amor imposible. Llega el hombre a su casa. Su hija mira la película Romeo y Julieta. "Es triste, porque al final no viven juntos", dice ella. "Así es el amor, pero de ellos es la eternidad", responde él al recordar su imposible amor. Y la niña: "la eternidad es para los fracasados".  Con quien platicaba le digo: la eternidad es para todos. De allí el origen del presente: Para los ganadores es la eternidad lo mismo que para los perdedores; para los de la usura, para los que aman o no aman; para los del discurso encendido, para los del silencio; para los que leen o no leen; para los de la fama y los ignorados. La eternidad es la casa de todos, la sombra final de todos. La nada.

Para no escribir (2)

¿Para no escribir basta  ocupes en tu piel mis manos? En parte sí. A veces. El pensamiento es el que escribe. El que va dibujando palabra a palabra una noche, una tarde, una carretera, la piel erizada. Las imágenes propias y las creadas juntos. Para no escribir basta con no hacerlo. Diría Sabines: si te vas a morir, muérete. Diría García Márquez: si vas a dejar de fumar, deja de fumar. Y si no vas a escribir, no escribas. Borra lo anterior como has borrado mucho de tu vida.

Somos lo que nos ha tocado (de cartas)

Somos lo que nos ha tocado ser. No lo que hemos elegido. O mas bien el no elegir nos ha llevado a que vivamos en las circunstancias en las que vivimos. No me refiero a mal o bien, eso no, sin embargo, somos nosotros y nuestras circunstancias. Yo por ejemplo no me arrepiento de nada, como dice una canción francesa.

Para no escribir

Para no escribir basta recordarte. Y decir qué caso tiene. Y repetirme como taladro qué caso tiene. Y aunque la hoja en blanco esté lista y los dedos en disponibilidad conectada con la pluma para decir de tu rosa nenúfar o mirada centella, me contengo. No hay razón de escribir. Pasó como rayo parte del destino. Las juntas duales especiales para fiesta nunca más. Leo por ejemplo el poema de Poe El Cuervo. Cada vez que puedo. Cada vez que quiero. Cada vez que siento necesito. Y pongo tu nombre donde dice Leonor. Para no escribir basta recordarte y decirme verbalmente Nunca más.

Para escribir

Para escribir se requiere algo que decir. No forzar donde las palabras lleguen vacías, huecas, sin color ni peso, como a veces suele suceder. No estamos más. Ni el sueño dicta imágenes ya como mar, rama seca o luz. A callar, aunque algo por dentro, muy dentro se rebela. Mientras tanto rojo y azul. ¡Está temblando!

Musas, gitanas

Son especialistas en brebajes para el mal de ojo mirón y para el alma. Saben de sueños y despilfarros de las noche. Por causas buenas son desveladas. Te acomodan la bufanda por lo del frío, dicen, cubren desfiguros del cuello y maquillan con besos la cara. Se disfrazan en el día de ejecutivas, maestras o amas de casa. Y sueñan en destinos felices, pero tienen cicatrices a causa de indiferencias, olvidos y resacas. Anticipan el día con caldos para el al ma. Se les llama musas, divas, diosas, gitanas. Por envidia sus congéneres les llaman brujas. Ellas aman y desaman. Muerden manzanas y las regalan. Tienen su lámpara votiva. Lloran en silencio por tristeza, alegría o por calma. Sacan fuerzas de flaqueza cuando las desgracias. Y se cubren con cartón, seda, lino o fina lana. A la vez son agua y piedra. Son inteligentes y sabias. Mantienen al día sus reservas. Por si las quieres, mas no las amas. Pero si las amas cuando te aman, entonces son ángeles, lo mejor de la creación humana.

Cartas al mar

Desde niño escribo y lanzo cartas al mar. Luego en la adolescencia. Lo mismo ahora. Ha llegado el otoño. Y lanzo botellas al mar. Deben ser ahora de material reciclable. La moda y necesidad de sobrevivencia. Si no escribiera. Te cuento: a veces hago ejercicio de no respirar. Y el reto de aguantar más segundos cada vez. Cuando manejo y hay tráfico me entretengo. Escucho canciones, claro. Pero no respiro, cronómetro en mano.  Ando por los dos minutos. ¿Es mucho? No lo sé. Ni poco ni demasiado. Mi reto es superar los cinco minutos. Un día. Negra la noche. Azul la madrugada. Gris el día. Tantas cartas al mar. Y otras tantas serán. Por ahora sin respirar. Y va la cuenta.

La nada (de cartas)

Recargo mi cabeza en el quicio de la ventana, es de noche. Sombra mayor, luces débiles. "El músculo duerme, la ciudad descansa", tango. La nada se presenta como fotografía. ¿Qué hay de cierto que se acaba el mundo? Oigo que preguntan. Nadie responde. Nadie preguntó, tampoco.

Por amanecer (De cartas)

Por amanecer. Me acabo de despertar. Tuve un sueño tranquilo. No soñar nada es mejor que soñar historias inconexas o conectadas que se relacionan fácil con la vida cotidiana o las aspiraciones. O sin relación alguna. Anoche me llamaron de Paraíso, ya de noche “disculpe por la hora, para avisarle el presidente fue llamado a Villahermosa a esa hora misma de audiencia  de usted y no le será posible atenderlo, le llamaremos para darle otra fecha”. “Gracias”. 

Otoño

Es el destino, baraja del tiempo. Bajo el árbol generoso caen las hojas. Y el viento hace su parte. La humedad el resto. Humus. La oferta: ropa de verano al 70% off. Lo mismo le sucederá a la de esta estación cuando llegue el invierno. Mientras tanto el durazno a mordidas. Jugos. Dos datos: ruta de montaña en bicicleta. Y pasadizos secretos del castillo. La gitana tomó la mano. Escudriñó en las líneas. Cerró los ojos y empezaron convulsiones. En ella. No en mí. Eran los delirios conocidos. La sonrisa inconexa a borbotones. Ya vi que tu destino es polvo de estrella en un ojo. Y polvo de vidrio en el otro, me dijo en medio del evidente gozo. "Sandeces", le dije de respuesta. Mientras le dejaba hacer de sus lecturas el mejor discurso.

Escudriños

Me asomé a la ventanilla de cobro y pago. Muy diligente la muchacha me pregunta : ¿Qué trámite? Pago, dije circunspecto. Deme su credencial de lector, ordenó sonriente, evidenciando su dentadura pareja. Mirándola en silencio le paso la de la biblioteca. Leyó y dijo un nombre que no reconozco. Y me escudriña el rostro. Es usted, me dice, pero le conozco y este no es su nombre. Me regresa la credencial. Y dice: "el siguiente, por favor."

Urgen

Urgen. Un talismán para atraer el polen. Una biblioteca en esperanto y los milagros de las palabras. La segunda vida de las siete que me dieron. La sonrisa construida en hologramas. Urgen. Las pastillas del sueño y las de no soñar por si acaso. El malvavisco que me endulcora los amargos sueños. La pala para mover la tierra de la indiferente montaña. Urgen la brújula y el plano de la salida o la entrada que serían lo mismo. Esa combinación de números con letras. Cinco cuerdas para mi guitarra. Urgen la pluma de ganso o garza divina para escribir mis palabras condenadas de por vida en la garganta. Y el piano de cola. El sillón bermejo de mimbre a donde descanso en los días funámbulos y soleados. Me urgen un sueño para la dicha. Una mano. Un cuaderno pautado. Una hoja seca para acomodar en el libro de Whitman o un pétalo para el de cartas. "A  quien contarle de mis triunfos y fracasos".   Una frente para el beso. Úrgenme tus labios.

A punto de dormir me acuerdo

Es lunes. He recibido del correo un dato con el tema del tiempo. Mañana sol y por la tarde lluvia. Qué remedio, las canciones. La sombrilla en el olvido. El libro de Sabines y Serrat cubro en celofán, por si las dudas. Las canciones son crónicas del viento y los aromas. Me acuerdo de la dieta con guayabas. Y los higos, y los higos. Olvidé decir que la higuera se secó un invierno. La recuerdo en este otoño. Y el piano de Chopin quedó guardado como un taladro por el que iré mañana. Tocaré la puerta. Lo compré en remate. Bueno. Lo recuerdo. A punto de dormir me digo. Son buenas las palabras. Mas tengo sueño. Y me sumerjo en los sueños. ¿Eres tú? me preguntan  por la espalda. Esa risa cantarina nunca olvido, y a punto de dormir me acuerdo.

Delirios ( de cartas)

Sexo viene de seis, y  son: aprecio, comprensión, amistad, tolerancia, pasión, cariño, lealtad, fidelidad en la comunicación y las miradas. Aunque no necesitan mirarse, hasta cierran los ojos, y se palpan, se huelen, dejan las dolencias de lado y se acarician.  En fin que creo deliro. Las notas musicales de Chopin subliman momentos como este.  Mi carta concluye. Con un que descanses.  Y me motivas a escribir este libro donde estamos cartas. Y si, este domingo pasado desperté Moncayo. Y me dije: dale piano Chopin, que la vida está y sigue  siendo mientras tanto.

Alucinaciones

El pan de dulce con café. Ese Juan me mira desde lejos. Las palabras del discurso en el monte aquel. Miel y enhebro. Los cinco mandamientos.  La poesía, cortina de humo para esconder verdaderas intenciones. Terciopelo rojo. Y la bufanda. No es la única manera. Hay otras, por supuesto. Mientras tanto las palabras. Lloverán mañana de nuevo pétalos de rosa. Justifique la única manera de evitar morder el polvo. Mire aquella nube. Mientras tanto. para mantenerlo de rodillas. Hubo que encarcelar el viento. Nuestro tiempo.

El sueño del ogro ( de cartas)

Ayer me recomendaron un libro: el arte de morir. Horror me provoca su título. Mas cuando lo empiezo a leer me doy cuenta que es todo lo contrario. No sabemos vivir la vida, y andamos con miedos, celos, desconfianzas, apegos, prisas, iras. Dice: ¿y dónde está la vida, si debemos diferenciarla de la muerte acaso? Y responde -palabras más, menos- la vida está en uno mismo, aquí por ejemplo en esta carta, en el respirar nuestro, en la oficina a donde acudimos, en el transporte  que tomamos, en la música que escuchamos, en el abrazo y beso, en el rozar la piel cuando lo hacemos, en el baño, en el comedor, en la cama. Allí está la vida, y andamos buscándola donde no está. Ese es el tono del libro, y te digo, apenas leí la primera hoja de setenta. Bueno, ya superamos el domingo. Y el tuyo fue cansado, pero piensa en las sonrisas que promoviste y ese es el mejor detalle. Ah, y en nuestra correspondencia sin fin.   

El sueño del olvido

Me dijeron de dudas. Yo andaba con certezas como el juego, el fuego, la lluvia, la palabra. Y bajé nubes, aterricé sueños. Conocí de duendes y a Alicia en su flor maravilla, brujas del bullicio, chocolate y gomas agridulces, El tiempo fue pasando rápido entre la escuela de los deberes. Cines, parques, caminatas. Llene los formatos, me dijeron. Firme. Luego me invirtieron el dato. Hay que caminar con certezas, para el mando, el triunfo, el éxito. Y transformé  todo, de la noche a la mañana. Y en el desconcierto inicié la ruta de las prisas, el espejo, el ego, el dolor por los apegos. Agua tuve entre mis manos. Miel llegó hasta mi piel. Y la lengua se me transformó en aquelarre. Afiné el discurso. Y no me di cuenta que las certezas no le sirven de nada al tiempo. Ahora ando buscando las pastillas. Y la sonrisa apenas es un vago recuerdo de la vida. Estamos en el sueño del olvido.

Hoy amanecí Moncayo

Hoy amanecí Moncayo con su huapango callejero en DF, centro histórico, con el inicio de trompeta, luego violín, hasta llegar al final con un mariachi orquesta y bailarinas, y con un enjambre de curiosos que se dieron cuenta que en el paso de calle, al caminar, la vida alegre está por todos lados, donde la hagamos, en esos pequeños resquicios que nos ofrece la vida que está aquí donde escribo y allá donde tú lees. En la radio del vecino La calandria canta. En el minuto 3 y 22 segundosun anciano ríe y toma fotos con su celular, según yo vale la pena el montaje por lograr esos rostros. Y el realista final, donde al terminar cada quien vuelve a lo suyo, a la rutina de caminar las calles, ir a su oficina, lavar los trastes, lee el mismo libro siempre. Pero algo pasó en esos instantes, un relámpago, una luciérnaga. Y los acuerdos de paz me parecen perfectos, algo técnicos, como dices, pero necesarios, en este debatir interno entre la conciencia y la inocencia, entre lo que esperan que som

Calle tu nombre

Ayer me contaron de una tal María de las Lluvias, como anécdota de nombres, entre raros y literarios. "Muy a lo de estilo Gabo", agregó alguien. Ya habíamos pasado lo de los nombres en las latas vulgares del azúcar negra líquida. De lo de Eluviera sí existe. De lo del maguey "Tu nombre". Y otras por el estilo. Cuando dijeron lo de ese nombre por supuesto imaginé páginas nuevas donde ese personaje saliera a humedecer los ambientes áridos de la vida común.  Yo callé tu nombre. Solo eso.

Para un nuevo manicomio

Miro y admiro. En todos lados con el teléfono inteligente o la tableta en la mano, aún en las reuniones donde se charla. En las cenas familiares. Y en las reuniones de novios. Emociones transmitidas, gustos y deseos hacia un destinatario que está en otro contexto de clima y geografía. El afán de desterrar la soledad, llenar el vacío con otros aún en la distancia. Qué pasará cuando quiten la internet, pregunto. Inventarán algo mejor, me responden, lacónicos, y vuelven a lo suyo. Yo lo dudo. Creo que la guerra que sigue, -la 5a o 6a mundial- será con otras convenciones y protocolos: bloquear la señal de internet, entre otros. Y volver a todos locos para un nuevo manicomio. Entonces sí.

Buenos días

Buenos días. El sol, la nube cantarina. Ese lago que refleja las estrellas y al mismo sol. La dicha de escuchar los pájaros, aún. El libro que sostengo en mi mano. El aire me mueve mis cabellos. Ese olor de no me olvides que viene siendo tu tesoro. Y el olor a pan en horno por las mañanas. Por los pétalos que se abren y luego se marchitan en el ciclo de la infancia. Por ese pomerian cachorro que aún cabe en tu mano. Buenos días al polen viajero. Y al Poe cuervo. Buenos días a la manzana roja, la deseada, que lleva mi mordida, y mi palabra perdón. Buenos días a la botella lista para irse al mar con carta adentro. Buenos días al rostro del amigo que allá lejos se alegra por lo que escribo. Buenos días a la amiga que sueña en el pudo ser, mas el hubiera, en vida posibilita. Buenos días.

De la agenda

La agenda marca olvido desde las 0 horas. Qué extraño, yo escribí prisa, urge, conmoción. O revolución, me parece. Un grillo rompe el silencio. Estaba un disco grande, de los antiguos y cuatro gatos genuflexos puestos para la ocasión. Fueron de leva al principio. Luego ellos mismos se acomodaron, oro moro. Escribí en la agenda histeria. Unas toronjas pocas cierto estaban para el jugo. Yo escribía en lo bajo dos o tres palabras, para entretener la mente y no pensar. Cuando escribí  gritos aparentaba estar en otro ritmo. Por ahora cierro la agenda. No siento algo parecido a la vida.Escribo forma de pasar el tiempo. Es algo raro. Me toman el tiempo donde no respiro. Y me dicen dos minutos, excelente. Es tiempo de rutina. Abro la agenda. Y dice luz. Yo equilibro con la palabra gris. Abro un libro. La página está en la parte del año bisiesto. Suceden cosas. La música de los Relámpagos del Norte se oye aquí cerca. Venimos para encontrarnos. Dialogar e irnos. Buenos días.

Cola de gato y tulipanes (de cartas)

Y la risa acompañándonos y señalando flores, cola de gato y tulipanes, y asomarnos a esa ventana y ver las construcciones a su través en lo alto. Es cierto el sueño de ir caminando tomados de la mano y las risas, y abrazados y más risas, seguros que la película es real, una manera de recordar en el camino, las nubes negras y un hueco blanco en la negritud como una rendija que relacionaste como esas rendijas de luz que yo planteo como nuestro caso de ventanitas de vida que tenemos para solventar rutinas, silencios, hastíos, nostalgias y no quedar bajo el intento.  

De vez en cuando

De vez en cuando aguijonea la felicidad. Es cuando los colores se saturan. No es permanente, en verdad, pero vale la pena el arriesgue. Es un asalto de sonrisas y guiños en despoblado. Es cantar melodías escritas por razones semejantes en otra geografía y tiempo. Es un abrir y cerrar de ojos a la tanta luz del momento. Es cuando la nube despereza y moja juguetona. La flor nenúfar ofrenda sus pétalos al tiempo. La calabaza se convierte en dulce verdadero, no en auto de metal frío, sombrío el lujo, ya qué. Ese de vez en cuando también es tolerante. Y provee lo que corresponde exacto al interior, y como rey Midas otorga oro y cobre en el vacío de la plenitud.

Entre tanto

Entre tanto sucede la vida. Nubes y colchones. Sábanas limpias. Palomitas de papel. Sucede la vida. relámpagos. Lluvia. Y el melocotón. Sucede la vida. Y limones, toronjas. Jugo para la dieta. En forma. respire cien veces profunda. El yoga. Sí, el yoga. Ya tengo la fórmula de la juventud permanente. Cicatrices. Y operaciones aritméticas para una mejor plástica sonrisa. De ocasión blanquear los dientes. Mientras tanto la vida. El tiempo irrespetuoso. Y entre tanto  hay que aprovechar. Mientras tanto la vida. Y el corazón se apretuja. Me falta la respiración. Y ese ciudadano Kane a punto de morir  recuerda la marca del juguete de la infancia Entre tanto la vida se fue por el desierto, entre el viento y la cripta. Llegan a rezar los fieles que un día también se irán. Quemen las cartas. Ya.

La máquina que no está (De cartas)

 Debería haber una máquina del tiempo, geografía y de las convenciones sociales, para que tan solo marcar ese código de números, estuviéramos viéndonos cerca y la posibilidad de dejar nuestras miradas estacionadas en nosotros mismos. Y tomarnos de las manos y besarnos, claro sí. Pero no existe tal Y mientras la tecnología no llegue a tanto, habremos de conformarnos con mensajes, cartas, fotografías y señales de humo o algo semejante.

Podrá no haber poetas, tampoco poesía. Pero estás tú. Y con eso me basta.

Llueve (de cartas)

Ahorita llueve. Tiene ya rato que está lloviendo, como si no hubiera otra cosa por hacer. Y me parece bien. Porque juntos miraríamos la lluvia, abrazados. Y saldríamos un ratito a mojarnos. Siempre la humedad ayuda a que sean más proclives al crecimiento las semillas, más el necesario calor. Me preparé una lechita hirviente con polvo de café. Sabe mejor. Y tengo unas galletitas que compré en Tenosique la vez pasada. Y escribo tu carta, corazón. ¿Puede haber mayor dicha? Por supuesto que no.

Te extraño

Es medianoche y ya te extraño. La boina roja con estrella de aprovechamiento. Y esas palabras de letra redondita en orden para el libro. En cartas del alma lágrimas por nostalgia del ayer. La lejanía civil de las partes sin testigos. Ronda de luna escondida por lluvia. Por allí andamos ciegos, locos, buscando palabras en señales. Tú haces mi primavera de un invierno construido de último momento en emergencia inevitable. Las flores se renuevan. Es medianoche y no faltan las palabras. Leo cada linea en esas cartas intensas donde viene en anuncio el libro a cuatro manos. Con clave se escribe  tinta sangre la nostalgia. Ya el vendaval pasó de noche. Albricias, con tu mirada inicia el día.

Camisa a cuadros

Camino al cementerio miro aquella tarde donde mis ojos recibieron alfileres con carga en punza. Por allí pondré mesa para  escribir epitafios o romanzas a petición de parte. También 70 % en off . Cerrad los ojos en la búsqueda. Escucharás la voz en el todavía cantamos. Y bastón bombín  determinante. Clave de reconocimiento camisa a cuadros y un blue jeans relavado.

La noche de anoche

Inspira Whitman. Su transparente palabra abraza todo. Lo mismo un panal de abeja en el árbol alto a prueba del oso hormiguero, hasta la miel en el suelo revuelta con tierra. Inspira Poe y sus clavados en el foso de la embriaguez. No es la tarde caravana de cerdos. Y le doy tres cuartillas para el suplemento. Guardaban silencio y el oro bien amarrado en su fondillo. Inspira Poe y el cuervo sin cabeza que dejaron a la orilla del camino. Inspira la musa de siempre, la reinita  Traiga el texto para mañana. Hablaremos el mismo idioma. Os juro que se trabaja duro y entusiasta. El fin justifica los enanos miedos. Inspira Pound, el viejo Dios de barba larga, Reza poesía y desnuda a la usura. Alegraos en la transformación. Cambió el panorama. Préstame el ábaco. Whitman, lobo de mar. Poe lanza un sos antes de su muerte, tirado en el callejón, ahogado en su propio vómito. A Ezra Pound le fue mejor, le ataron a un camisón de fuerza en el siquiátrico de Santa Isabel. Dichosas palabras del viejo Dio

En el buzón del corazón

Hoy no te aviso de carta en buzón. Hoy ya no. Ya la encontrarás cuando busques en el buzón antiguo, el del corazón, ¿te acuerdas? Y encontrarás esta. Y mejor verte que escribirte, diría mi padre Juan.

Noche mexicana

Quien eras ya no eres. Aunque parece la fachada. No soy tampoco en la distancia. Somos otros cada día, entre el cobre y el oro, o la nube y la hoja. Una mezcla de deseos con aspiraciones. El libro sigue abierto en la hoja señalada, ruta de los sueños. El poema sigue etéreo, iridiscente. Sin embargo llegó el invierno sin el anuncio de primavera. Ya ves, hasta las tiendas de ropa usan tu anuncio de invierno con 70 en off. Los cubos de hielo fueron al vaso y se deshicieron. La música se acomodó al ritmo de los dedos en la mesa. Un gato negro quedó agazapado por conjuro de la bruja. Y el invierno cíclico ya se fue. Llegó la primavera y apenas es septiembre 15. Felicidades con el Viva México, consabido.

No cambio sábado

No cambio las imágenes que poseemos en tesoro. Por eso el sábado no lo cambio por nada. Ni por el mejor de los domingos, ni por otros por ahora de fama entre semana. El sábado es especial. Entre el grumo del calor. Y las prisas del correr, el tráfico. Y el reloj se alenta o apresura, según la rapidez que necesito. Traigo estampitas de la luna. Y notas de una canción. Postales de mi lugar. Cartas.  Zanates de la tarde del crepúsculo. Un camión. Un adiós. Mil besos. La nube. Lluvia. Esa canción de ver llover. Tu uniforme.  Una boina roja. Un kepys. El tiramisú. la guitarra que salva. Una risa nerviosa. Las manos a conjurar los segundos. No cambio el andén por el camino de piedra. Ni tampoco el oro desliz por la fragilidad de tu voz. Ya ves, yo sigo aquí, recordando en domingo el ayer. Vamos a contar y a contar. En esta única vez que es la vida. Una oportunidad, que se nos presenta en dos. Sábado al fin, sábado vendrá otra vez.

Domingo sin igual

Como tantas veces no fue, el domingo de hoy lo es. No tiene algo especial, solo que hay luz. Es algo simple. Llegan palabras bondadosas y fotografías de un lugar, un origen., datos de identidad. Y la genética que dibujó fiel la afinidad. Este domingo no anuncia algo mejor, simplemente se desliza como niño en resbaladilla. La calandria canta.

Martirio (de cartas)

Y sí, verdad, de pronto extrañar se siente un martirio, la necesidad de seguir platicando y escuchando y riendo, y dejando que las manos se busquen como partes independientes de uno. Como transformar todo momento grato, esas miradas, cuidado, esas sonrisas, cuidado, ese leer los labios, cuidado, en un gerundio permanente. Pero suena la campana y la retirada, la llamada al taxi del adiós.

La paz de tu sonrisa

Mi madre. Leonor. Falleció casi a medianoche del 25 de diciembre de 2002. Tristeza total. Allí comprendí a cabalidad los versos La vida es un sueño de Calderón De la Barca: la vida es un sueño y los sueños sueños son. La amé a su tiempo. La disfruté. Y claro sé la hice sufrir con mi salida a los 20 años a esta geografía.  Donde ella esté de seguro me cuida. Te cuida. Nos cuida. Analfabeta, le gustaba escuchar a un grupo español gitano, Los Chrumbeles de España. Esos que cantan el Gitano señorón, pero ella recordaba más Abril en Portugal. Y también le gustaba la canción La paz de tu sonrisa, de Roberto Carlos.  

A veces

Me compré el plano de la vida, ayer. La dependiente me dijo, guapa de por sí: "tenemos el de una ruta, con encrucijada; el de dos rutas a escoger desde el inicio. Y el multifactorial". Al pronunciar esta palabra de discurso note el engolo de la voz. Yo me sonreí en lo bajito. Si ya nos bajamos del escenario ayer. Ella estudia teatro, y yo le ayudé, en un papel que obtuvo. Mas me hizo como no reconocer, me imagino, las miradas. Ella sigue allí, instalada, y feliz. Yo me hice como que no entendía y me dio la explicación, que supuse mecánica. Era linda sí. Le dije si me los podía mostrar. "Si eso incluye la propina", respondió comercial. Y me dijo de la vida, de las rutas, con los tres planos que enunció. Uno es el conocido de fotografía, todo predicho ya. Eso no es la vida, pensé, mas no lo dije. Otro es el del mundo del revés y aplaudir. Ese lo conozco ya, me dije para sí. Y el multifactorial es el que andamos usted y yo en flashback.  A veces suele suceder, me dijo

La luna en el mar

La vida no es el andén de espera donde van los del sueño de jubilación como sinónimo de muerte. Tampoco el salón de utilería donde nos ponemos máscaras o disfraces, para cada ocasión. La mirada no se disfraza. No está Penélope, perdón. A veces la comodidad y el confort te acercan a un tipo de ideal de ese tipo. Leí al fin la Princesa del Palacio de hierro. La felicidad es también una pistola humeante, y le queda una sola bala para la ruleta rusa. Un día llegará el final. Y se inicia todo de nuevo. Así es la vida. El espejo me dicta la palabra envidia y vanidad. Y yo paciente la escribo. Y recuerdo a la maestra aquella de básico, cuando por los 70s me ordenó: escriba mil veces la luna en el mar, de noche y de día, la luna en el mar. Y allí me tienes con mi hoja y grafito. "escriba mil veces la luna en el mar..."

El muro

Antes que levanten o levantes el Muro de Berlín, deberíamos ir al cine un día de estos. Yo te aviso. O avisa tú.

Ejercicio fuera de cuadriculado

De tarde, todo tiempo, y de mañana igual o madrugada. Los ojos abiertos al ver un vuelo, un hachazo, una ráfaga de viento, una niña o vieja en su sonrisa, niño o viejo. Al final el principio se presenta de nuevo. Un eterno amanecer con la oscuridad de fondo. Y la vida en el plazo que nos dio para estar en el ser. Yo feliz con el pasado hasta con dedos machucados por puertas abiertas y al cerrar con el adiós. Feliz por el cáliz y la semilla. El laberinto del libro y el poema. Guardad el poema, no se repetirá mientras todo tiempo es un segundo. Y nadie en el mismo río se baña dos veces. Toda vida es la semilla. Y estar mejor es un decir. Perdonad las rs del final. Ah, y no se olvida seguir el viaje en despedida. Otro viaje viene ya, semejante no igual, de la vida escrita fuera del cuadriculado.

Déjame que despierte

Las sirenas no cantaron para mí. Y yo sigo aquí. Es de madrugada. Déjame que despierte de este raro dormir. Porque nomás te estoy sueñe y sueñe.

Higo (De Cartas)

Había un árbol de higuera en casa de mis padres. Era medianamente frondosa y estaba en el fondo del solar. Recuerdo bien la multiforme lija de sus hojas. Nos acompañó en buena parte de la niñez.  Cuando le brotaba un higo en el día a día esperábamos paciente su madurar. Y finalmente fueron las heladas de diciembre enero, las que la abatieron, aunque para ejemplo permaneció de pie, ya seco. Hasta que Don Juan la fusionó con la hormiga  y el cardo.

Sabes

Ya tengo listo el ajedrez y el laberinto personal. Rumba. Me trajeron almanaque nuevo y dulce de durazno. Sabes tengo las recetas bajo la almohada. Sabes he perdido la llave de la noria y el cordel. Me place ver que hacen fiesta los cochinos en su eterno osar. Sabes escribo nostalgia y melancolía, de manera mecánica. Mira, el cometa Halley pasó hace buen de tiempo. Noradino, el mago, de Mitla,  me escribió, y me cuenta de sus ayeres como historia personal. Dio de tumbos, me cuenta de su enfermedad. Yo no estuve, fue buen amigo, en dos ocasiones, ya casi al final. Nos dijimos tantas cosas, y nos pusimos a llorar. Ha pasado el tiempo. Sabes supe que has comprado unas vacas, un cerdo, dos conejos, un rancho y la casa del mayoral. El tiempo ya paso. Que sigues escribiendo, que bien. Rolando El Furioso y Hambre, acabo de leer. (Borrador)

Me dicen

Tu nombre en botella al mar es causa de tu risa. Me dicen que ya te instalaste en la manzana azul de Noradino. El periódico publicó mi poema Canción de amor y sale tu foto en la página de sociales. Me dicen que gustas de los Beatles y ya no usas jeans de cualquier color. Me dicen que hiciste un viaje de montaña por el cañón de Colorado. Me dicen que aprendiste inglés. Qué bien, me ayudarás en la traducción. Me dicen que eres tierna aún, y que detestas ver la película Diario de una p asión. Me dicen que corres diez por eso de la grasa. Me dicen que comes manzanas y miras el durazno y preguntas: ¿y esto qué es?. Que tu loción es Chanel 5. Me dicen que ya no escribes cuentos sobre payasos en primera persona. Me dicen que te sienta bien el pelo del revés. Escribes los datos de la escuela de esperanto, pendiente del teléfono. Todos los tiempos son el hoy. Tienes uniforme. Me dicen que quitas la hoja de mis dedicatorias. Qué bien. Ahora ha salido el sol. Bellas luciérnagas son.

El amor es

Una gota de agua en el desierto. Y otra gota más de lágrima en el mar. Es la burbuja que se eleva en el viento. Y se revienta como sin razón. Es el martirio. La bruja con escoba. La brújula. Un cometa en libertad. Una rosa. Y otra rosa más. El amor es la pantera azul en una jaula. El aliento de decir palabras que muevan corazón. Y vanidad rimando con humildad. El amor es un gato negro que se vuelve rojo. Es la música de acordeón que toca un vals el París de los años 20. Es la película de hace años como la de ayer, un fondo de pantalla. Es la palabra de todos los tiempos pronunciada al oído. Es el sombrero de fieltro. Y el saco oliva del ayer. Es la emoción de econtrarnos o al menos soñar en esa posibilidad. Es la nostalgia con limón de herida. Es el silencio más atroz. Es la mirada donde está la flecha. Es el hilo conductor.

Duerme bien (de cartas)

Me encanta ver llegar tu carta. Te acuerdas de cómo llegaba el cartero a entregar correspondencia y cómo lo esperábamos con la esperanza que pronunciara nuestro nombre para entregarnos la que nos enviaba la persona muy querida. Las cosas han cambiado. Ahora es de esta manera, que facilita el correo rápido, pero me gusta  que nuestras cartas sean naturales, sentidas y en confianza.  Duerme bien. Y si te sueño, me disculpas, porque luego, me da por molestarte en sueños.

El día va bien

Las palabras llegan con sonrisa. Me gusta la miel en la medida. El libro nuevo  listo ya. Escribo de noche y al amanecer. El cine fue y va. Por ahora escribo. Pinto máscaras. El día va bien. El año va bien. El siglo va bien. la eternidad, también.

Debut y despedida (De Cartas)

La vez que debuté cantando en público me da risa. Es que yo no soy cantante, pero me gustan algunas canciones que le llegan a las personas. Una de ellas es El Cristo de Palacaguina, compuesta e interpretada por Carlos Mejía Godoy, nicaragüense; y Señora de Juan Fernández, de Facundo Cabral.  Y Mi árbol y yo, de A. Cortés. Entonces me dije: hay cosas que quiero hacer antes de morir. Después que muera sospecho que ya no podrá hacer nada, ni besar a nadie. Así fue como debuté en casa Mora, ante unas cuarenta personas que se emocionaron lo mismo que yo en mi timidez. Alli canté las dos primeras que digo, y una eminentemente romántica: Usted (es la culpable, de todas mis angustias, de todos mis quebrantos).

Amor es

Amor es el gato sin botas; el ajedrez incompleto de Borges, la rayuela de Cortázar. Amor es el limón con sal en la herida. Amor es el filo de navaja, la flecha sin arco, el afecto y apego del asesino serial. Amor es la banda sonora de nuestra historia. Amor es el silencio de tu boca, tu corazón de roca, las penas con pan. Amor es tirarle con el rifle al venado y saber que vuelve y rompe el ojo izquierdo. Amor es la bala que se detiene en el camino, para no llegar en el destino del blanco aquel. Amar es el arcoiris y luna. Es la soledad donde se crece. Es la actuación con beso. Es el libro rojo aquel del poema con imitación a Catulo. Es todo Neruda y Cardenal. Amor es la película que me hace llorar. es la hoja que cae. Es el milagro de existir. Es la defensa del ser y honrar. Es abrazarse y comprender el tramo en el caminar. (Editar)

Apuntes sobre el no diálogo

Una de las causas fundamentales de toda situación de inestabilidad que deriva en conflicto, es el no diálogo. Pero este no diálogo es permanente cuando asumimos que  tenemos la razón en todo.

Yo no tenía más que frío (de cartas)

Yo no tenía más que frío en invierno. Y unas canciones que iba aprendiendo con mi guitarra. Tuve libros. Y los amigos de ese tiempo lo siguen siendo. Hasta las amigas que me querían de novio, me dicen que se  acuerdan de mis canciones, de mi traje verde oliva y bufanda gris en invierno. 

Verte (de cartas)

Ya ves, escribo. Y te escribo. Es de mañana. Y me gusta escribirte y me gusta leerte.  Un abrazo fuerte. ¿ Sabes cómo se despedía mi padre en las cartas a sus hermanas?:  “Mejor verte que escribirte”.

Te amo

Te amo. Y quiero que dure este amor intenso. Y la única manera que conozco es no ir por ti hasta donde te encuentras. Estar juntos es terminar en el desgaste de lo cotidiano con este amor que nos tenemos. Sería real entonces, al estar juntos, como paradoja, esa afirmación rotunda: hasta que la muerte nos separe. Lo dicta la experiencia, señaló triste la muerte.

De eso se trata

Leo sobre la roca y el agua. Humedad a causa del humo en los ojos. No te entiendo, me dice en un idioma todo enredado. Como el tuyo, también, capitán.  Y reímos a carcajada plena. Mis manos serán fuertes para aplaudir. Toma mucho choco milk, juega en el decir.  No ha llegado nadie, aún. Pásame la receta. Préstame el cuaderno pautado. Las notas escribe, como de un vals. Las palabras a la orden, para escribir canción. París o Valladolid.  Me han dicho que usted tiene la fórmula de la felicidad. Dije a la gitana. Le dejo escudriñar, me responde. Dijo que le inspiraba una soledad del tamaño del mundo. Tomaste notas. Para definir el perfil. Sauce, flor. Agua de mar. Notas de canción final. Aunque se escuche volver a empezar.

(De cartas) No sé cuánto tiempo

No sé cuánto tiempo más estaremos aquí, en este Valle. Mas sea el suficiente para cumplir con las tareas encomendadas. Y estando la vida bella, lo es mejor si sonreímos. ¿A quién le interesa nuestro yo interno. Ese que se desahace en agua. Ese que necesita de las palabras? Nuestra tribulaciones no son por ser domingo. O estar lejos. Lo son porque algo de nosotros está cautivo. Al final todo se resuelve con el tiempo. Y eso será cuando habremos desfallecido inclusive estando vivos.

(De cartas) Es domingo, está nublado

 Las cicatrices son mis experiencia del dolor. Aún sé que no tengo ánimos para dar ánimos. ¿Qué puedo decirte? Hoy por lo pronto es domingo de mañanita. Está nublado. En la madrugada llovió a cántaros. Me preparé un café de polvo que me sabe a gloria. Como galletitas. Escribo. Te escribo a ti. Y se empieza a colar la luz por entre las rendijas.

La flor

Una flor a la orilla del camino. Esa flor se despereza y escribe un discurso sobre la lealtad. Le piden uno sobre poética y otro más sobre belleza. Esa flor calla en el mejor silencio. Una flor nunca es vanidad. Es toda sencillez. Es toda la imaginación. Es la excelsitud del ser. Es la pulcritud del servir. Es el ritmo de la vida. Una flor es la continuación de la nube. Es la danza de la naturaleza. Es una fotografía en toda dimensión posible. Una flor es la canción. Es natur aleza viva. Es tu lengua. Tu sangre. Es la página que se dobla para volver a la lectura del poema. Una flor es el delirio del gallo. Una flor es el higo que florece. Es la nostalgia por el presente. Es todo tiempo. Es el poder de no ser y serlo. Es el desdén al oro. Es el honrar la vida con los hechos y que otros lo digan. Una flor es el reto del tiempo. Una flor es dulce de leche. Es tu espejo. Tu sonora sonrisa. Tu carta. Tu amable carta. Una flor es tu respuesta.

Carta a señora F

Carta a la Señora Francis (de JM Serrat) Querida señora: Estoy desesperado. Vivo en un purgatorio. Soy un alma en pena desde que habéis clausurado el consultorio. El corazón os ha fallado o sencillamente habéis decidido que ya es hora de hacer callar la radio y que nos espabilemos sin instructora. Querida señora Francis: ¿Cómo haremos para que no se peguen los canelones? ¿Cómo sabremos si aquel muchacho trae buenas intenciones? ¿Quién nos hará compañía a los corazones solitarios? ¿Quién nos aclarará cómo se quitan l as manchas de café? ¿De quién recibiremos instrucciones para defendernos del acné? Con el tiempo y una caña seguro que nos rehacemos y nos lo llegamos a creer, pero hoy, ¿quién nos aclara cuáles son nuestros derechos y nuestros deberes? Irán sobrecargados de trabajo los médicos y los curas y vendrán a suplantarte las bolas de cristal, los leedores de manos, los echadores de cartas. Querida señora Francis: Estoy destrozado. No entiendo cómo sois capaz de hacernos esto. Nues

Y sin embargo

Y sin embargo mientras el agua siga transparente, las palabras no dichas pesan en el  pozo del alma. Son como piedras que se acomodan a pesar de la sonrisa. A pesar del halago que cerca. Del aplauso que nunca cansa. Quienes os siguen ahora son las siete plagas especialistas en alimentación de egos. Y sin embargo, dice la canción.

De cartas

Me maravillo al leer tu carta. Tengo la manía de decirlo cuando me gusta el texto desde el punto de vista del taller. Tu carta está doblemente bien, por su forma y  contenido. Te agradezco de antemano la confianza de abrir tu corazón hacia este que soy, un desconocido, con el que sin embargo coincides. Te comprendo y te abrazo en la situación por la que atraviesas. 

El sol

Llega el sol como de visita. Y es buena su risa, como que atrae la suerte. Y me regala puntos luminosos para que complete la idea de lo que son las cosas. Llega y me saluda con abrazo. De esos que la amistad conoce. Donde se dicen tantas cosas. Y van incluidos guiños. El sol escribe su nombre con desparpajo. Sabe lo que significa, porque lo hace en mi piel. Que con su sonrisa brilla. Bienvenido sol. Ahora llegará la luna, me avisa.

La carta

La carta de navegación es un pájaro al vuelo. La carta al mar lo es asimismo. Llevan consigo los cantos y el llanto acumulado como piedras que se juntaron en el trayecto. Las cartas tienen en sí un conjunto de decires donde los signos de ortografía que no son son signos sino grumos de jabón para limpieza, y migas de pan para alimento. Las cartas llevan la humedad de la tarde y las imágenes de un acumulado de tristezas y alegrías. Yo lo sé. Sabines ayer llegó viejo en papel amarillo. Y dijo lo que tenía que decir en su discurso. Soledad, esperanza, amor, carne de humo para el tiempo. Y abre Jaime siempre sus páginas como los brazos para decir: bienvenido de nuevo. Bienvenida que se agradece. Poesía eres tú.

Tu llegada

Toda madrugada anuncia un nuevo día. Esa oscuridad fiera que carcome, cede el paso a la reina luz. Y el verde vuelve al saturado. Y a las aves vuelve su color. Y ese azul, un azul imperial, me sorprende en su belleza al natural. La sonrisa con sus pasos del estar, como soñar un canto nuevo. Dame un nuevo libro para leer. Dame el motivo que necesito para volver a empezar. A mí me gusta la nieve de limón. Así como el agua al natural. Y vuelen libres las palabras. Para cuando la noche vuelva, vuelva con encantos. La vida viene, la vida va. La vida en risa vuelva al carnaval.

Sin garantía

Los sueños son sin garantía. Y duran. Se repiten en ese trajinar del saber sin saber donde te encuentras. Sin garantía también la luz de tu mirada. Y recorren esos paisajes de luna y nube. Y el paisaje del viaje en carretera. Tampoco el sonido agradable de tu voz. Como el concierto para una sola voz.  Y esa sonrisa nerviosa. Sí, nerviosa de creer que es imposible tanta dicha. Los miedos vienen también sin garantía y duran tanto. Parecen eternos pero no lo son. Basta con  dar un paso. O dos. Y escribir las palabras de futuro. Como ese pajarito que acaba de nacer y se alimenta. Y es también una semilla que germina. Es el poema, acurrucadito. La esperanza no muere, y es sin garantía. Salido el sueño y el miedo no se aceptan devoluciones.

Rounds a la sombra

 El olor rancio a sudor impregnado en cada centímetro del espacio. El equipo completo deteriorado por los años. Una perilla rota. Una cuerda del rin rota también. Bajó del cuadrilátero ayer o antier, él bien ya no lo sabe. Sí que fue derrota. Un silencio total. Un silencio fantasmal. Los golpes se le notan en ese caminar cansado y herrático. En esas ojeras de perro atropellado. O perseguido por perros de pelea. Y taciturno. Con esa parsimonia vieja de los viejos guerreros, sin señal en el rostro de algún gesto que lo delate, hace unos saltos con la cuerda. Luego mueve su cintura como evadiendo golpes del contrario. Calza al tacto los guantes de siempre. Y se pone hacer las fintas y tira golpes al vacío. Comprende bien. Sabe de su retiro. Sabe que nunca más. Escucha imperturbable los gritos de saludo. "Ese, mi campeón, felicidades". Le invitan a dar charlas sobre su experiencia en los golpes de la vida. El boxeador ciego no sonríe. Su momento mejor del día es ese, el de los ro

Es una historia conocida

A más de saber. Los encuentros y desencuentros son normales. Como traer al presente el trayecto personal, distinto, y distante en el origen. Y platicar sobre esas coincidencias geográficas. Hasta decir pasaba por aquí. Y yo andaba por allí, buscando una respuesta. Son historias conocidas que se repiten hasta el cansancio en otros rostros y otras circunstancias. Como decir también que el poema es el mismo con otro tipo de metáforas. Cartas que se escriben para reencontrarse en las palabras. Cartas al mar, a ver si el destino se conduele. Cartas de navegación para recorrer nuestros cuerpos. Ese extraño enemigo que nos lleva y traes mensajes de nostalgia. La Rosa de los vientos me orientó al sur, donde me encuentro. Otra vez.

Tucita

Tucita brilló un día y para siempre. Y no se fue, ni se irá desde que llegó. Su tiempo inmanente es el estar. Pa, tengo sueño. Pa, la araña. Pa, tengo hambre. Tengo seeeeed!!!! Y así hasta sacar de quicio al abnegado y paciente padre. Era ladera en la montaña. Fue pico de cumbre. Fué ciénega con flor nenúfar. Ahora, donde tantos le aplauden, también pocos le extrañan. La tucita sigue aquí, condecorada por la vida, en el tiempo de la eterna memoria. En mi corazón.

Los recuerdos

Los recuerdos. Tantos y ahora tan distantes. Tras de ellos van hienas y lebreles. Y me alcanzan mientras me alejo.

Testamento

Te dejo mi recuerdo por tres días. Para qué más tiempo, si después de invierno viene primavera. Te dejo mi tristeza, y transfórmala con la licuadora del cartel y ponle miel o queso.

Relatoría de hechos

Esas tus palabras por las mañanas, o a cualquier hora del día cuando la flor alza el vuelo de pétalos. Agradecido por tu silencio que es todo un discurso de la dicha. Es el camino seguro con piedras y señales de desviación. El cuello de las palabras allí va el cuchillo y que sangren. Una sonrisa, tan solo una que llega de nuevo. Yo ya me fui albricias los gatos. No tiene el piso trece el hotel. Sonríe la mucama. Tengo al fin el boleto de la rifa. Aguila o sol. Canta melodías el ciego de la esquina. Mire joven, yo fui novio de la Tucita. Le tiran piedras. De rodillas entra el hombre a la iglesia. Y blasfema que no hay Dios. Y lo acribillan. Mi madre me contaba cuentos. despertar es obligar al tedio que se reivindique. Y es lo raro. El agua de  mar se disuelve a causa de la cebolla. Sale un tirito, apenas. Su texto no llega a ser poema. Cancelaron el evento. Argumentan la muerte del amor. Cupido pide el número de la Crz Roja. Él mismo se entero una flecha por accidente. este es su pase d

El amor es eterno

Un hombre, una mujer se encuentran, sudan sus manos, sueñan. En un tam tam permanente se convierten sus corazones. Cursis cartas y se regalan chocolates y pañuelos bordados. Construyen nidos con palabras y sonrisas en los parques. Con el tiempo aparecen las diferentes visiones de futuro. Es cuando se abandonan, se extrañan y regresan. Tantas veces las que sean necesarias regresan a los parques, los cines, en esas reconciliaciones de antología.  Hasta que luego más no vuelven. Algunas en su destino se separan por siempre, otras se unen. Y el amor dura otros momentos. Hasta que finalmente termina en ellos. Y es cuando el amor emigra hacia otros. Otras parejas, en otro tiempo regresan al parque de manera cíclica. El presente de dos mande en el amor hasta que en ellos termine. El amor es eterno.

Ven

Sé que abrazas la esperanza de un mundo mejor en esa siega permanente. Se que tienes la flor para el momento preciso. Lo mismo las palabras. Ven, que al nombrarte alumbras mi universo. No tienes, bien lo sé, un nombre específico, o lo tienes. Ven porque inspiras a buscar pluma y papel y motivas a que escriba sobre el sentido de la vida y el fluir del río. Ven, tú, que me esperas, aunque no llegue. Que me das la bienvenida aunque tarde años, cuando, fantasma, me pierdo en lo mío. Ven ahora que no tengo hambre ni sed. Que camino entre vegetales floridos.

Llueve

Llueves. Es de madrugada. No sucede otra cosa. Hice algunos apuntes, en esto de no dormir, aprovechando el momento. Selecciono una canción, y le anticipo la palabra declaratoria. La canción es La belleza, de Aute, que expone cierto pesimismo, al fin de cuenta tengo lo que valgo, solo eso. Inicia lunes.. A punto del amanecer, llueve. Nota: el inicio quedó en plural. Llueves.