Silencio

En el silencio se genera el destino. Y en las palabras. Silencio es el discurso de las cartas no escritas donde en soledad se presentan los demonios del frío, del hastío. Silencio es absorber luz y sombra con cicuta y miel. Es filosofar al grado de la belleza y para agrado de los dioses del terreno carnal único conocido. Lebreles domesticados. Es cuando la nada vuelve a la grandiosa nada. Silencio es una ruta oscura, un camino gris, una mirada sin punto donde detenerse. Es la levedad del acto que sublima sin palabras, aunque duele. Es la sima y cima. Silencio es mesa local, cama eterna, sábana fría, flor privada. Es el andamiaje en el que se construye el alto edificio de la imaginación para construir especialmente el ábaco. Es el curriculum contemplado en la ruta del polvo donde piedra fue tan solo un vuelo internacional México-Habana-París. Es la seguridad de lo inmarcesible: betún sobre polvo, risa descarnada. Silencio son los cien mil rostros de la palabra única que muerde y quema los labios. Es una espina en la garganta para la cual no basta máscara alguna. Es la desnudez del rostro luego de la piel cuando estamos solos.

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