Martirio (de cartas)
Y sí, verdad, de pronto extrañar se
siente un martirio, la necesidad de seguir platicando y escuchando y riendo, y
dejando que las manos se busquen como partes independientes de uno. Como
transformar todo momento grato, esas miradas, cuidado, esas sonrisas, cuidado,
ese leer los labios, cuidado, en un gerundio permanente. Pero suena la campana
y la retirada, la llamada al taxi del adiós.
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