Los amigos

Pocos los amigos son. Pero buenos. Son esos que tienen la palabra precisa en el momento justo y necesario. Ancla y ala por, ejemplo. Ancla para detener al ego. Ala para los pies de barro o plomo. Y tienen canciones en sus corazones, que acompañamos con guitarra. Están en el momento que se requiere y no abruman con cartas a los reyes magos. Son colibríes para las ideas o palabras. Abejas en la colmena del diálogo. Y sueltan risas unos para inquietar el silencio de la iglesia. Y otros están ensimismados en las fiestas. Aunque los pies en automático se les muevan. Valoran la transparencia del agua. Y en mares o ríos navegan con sus barcos de papel de la infancia por los todos los puntos cardinales. Los amigos rinden pleitesía al sueño, al verso, a la nada. Nuestros temas de charla no andan aferrados a política ni a religiones. Alimentamos con la amistad a la esperanza. De que todo cambie. Y buscamos un grano de arena para poner nuestra parte. Mas recuerdan sus pleitos en sueños contra el oso de la miseria. Las amigas son todo eso. Mas le añaden guiño a la mirada. Compartimos con todos ellos la palabra, los silencios y la sonrisa. Y con algunos de ellos poco nos vemos. Mas sabemos que a la distancia la recorre el viento. Y en él va nuestro pensar con buenos augurios, como brazos abiertos.

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