Noche de sábado
Una oscuridad total. Y un sonido leve de chicharra en el cerebro. Ya no sueño con serpientes. A veces las acaricio, especialistas del halago, y vituperan mientras en su reptar se alejan. De ellas habla bien Silvio en su sueño. Este sábado es distinto a otros. El recuerdo es la medida de las cosas. Un tiempo efímero se burla en retirada. Come chocolates, me dijo, de esos cuyo nombre es beso. Látigo del templo. Ofrenda de la buenaventura. Y la oscuridad es solo oportunidad para el tentar del falso ciego que seduce con palabras de luz y risa. Noche de sábado de mensajes cifrados. De volutas de humo para los ojos. De canciones calladas. De carta al norte donde cementerios abiertos esperan el bronce de un discurso. Es de noche. Y soñar despierto es una convocatoria para que la realidad ficticia se imponga. Andamos en este paréntesis, donde un tiempo nos sentimos inmortales. Y el efecto ante el espejo parece hecho a propósito. Composición de una narrativa de imágenes borrosas.
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