Semana Santa de la infancia
Tengo algunos recuerdos de la Semana Santa de cuando mi infancia. Una que yo fui monaguillo de la iglesia ctólica San Antonio, de mi colonia, de allí el origen de mi nombre. Para las misas llegaba temprano y me ponía mi sotana rojiblanca. Y ya en la misa estaba atento para tocar la campanita especial y llamar la atención en los precisos momentos que se requería, dentro del protocolo de misa. Mas no tengo fotos de esas actividades. Miraba atento por ejemplo el lavatario de pies, porque entre ellos estaba un tío -tío Nacho-guanajuatense, de barba larga, que no sabía leer ni escribir y criticaba a mi padre por mandarme a la escuela primaria. Y el cura le echaba su agüita representando el lavatorio de pies, como a todos los actores apóstoles. Otro de los recuerdos es, exactamente, la elaboración de capirotada y tortas de camarón que hacía mi madre Leonor. Verdadero festín para nosotros niños. Cuando nos tocaba nuestra porción de capirotada, la comíamos lentamente para evitar que se acabara rápido, pero inmediatamente pedíamos más, y nos daban otro poco. Elevábamos los ojos a las alturas, y riéndonos decíamos: gracias, Dios. Otro es el caso de las tortitas de camarón, que las hacía mi madre y nos la servían acompañadas de nopalitos frescos.
Comentarios
Publicar un comentario