Me preguntan ¿por qué Debussy?
Me preguntan con afán y curiosidad ¿Por qué Debussy tanto nombras? Tiene su explicación. Cuando andaba de ojeroso, esas tardes de pesadumbre y noches cerradas en lo oscuro. Cuando las estrellas se ocultaron y la luna puso cortina a mi vista. Cuando las pulgas del perro se amotinaron en mi contra. Cuando monstruos y cíclopes me tuvieron a raya, replegado en las esquinas. Cuando rotas mis alas pensé en la vida. Y sentí mi futuro como un crédito imposible de pagar. Sacaba cuentas (es una imagen) y no me daba para el gasto en sentimientos. Y ese condominio que fue mi corazón quedó en casita de interés social. Y cada perro al pasar junto a mi, ladraba. Y cada cerdo me gruñía. Y las ojeras parecían disfraz de zorro melancólico y apesadumbrado. Yo escribía, y parecían aullidos a la luna. Y me dolían los textos como si fueran producto de machacar mis dedos. Entonces un mago amigo, magro en oro, rico en bondad, me sugirió yoga y escucha a Debussy, dijo. A cualquier otro de esa talla, pero creo que por ahora a Debussy. Y le hice caso. Y vino la calma al instante. Y dormí mis horas. Y vi de relajo el firmamento. Y las estrellas y la luna volvieron a ser lo que eran. Y mi pupila alegre daba para guiños. Pormenores de un tiempo ya ido. Y en efecto Debussy fue como un milagro. Y aquí ando ahora, pregonando.
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