Domingo de Ramos

Unas palabras se cuelan en el teatrino. Hombres y mujeres, también niños, se mueven en sincronía. Poética del movimiento. Unos hilos invisibles, los que nadie mira, pero presienten, por sobre una maqueta de cristal y barro, como en sueños. Y las palabras, verbo del origen. No olvidar las palabras. Sarcasmo. Vanidad. Orgullo. Afán de tenerlo todo. Chistes bobos. Guiños con miradas. Lucro y lascivia. Sueños de futuro en un espacio que ya no es. No olvidar las palabras y los hilos invisibles. El amor justificando la carnada. La guerra mortal por una tarjeta de crédito. Un cerdito mas la policía. Juegos de gendarmes y policías. Censores de la edad media. Alquimistas. Profetas. El incienso con olores de Mesopotamia. Luchas permanents entre el concepto Esparta y Atenas. Las utopías. La obra ha durado tanto tiempo. Que el público se divide entre los que quieren que termine. Y los que ríen y aplauden para que siga. La vida es belleza. Y hay finales con puntos suspensivos. Todo ha terminado. Y renacen los personajes con otras máscaras en nuevos actos. Mientras tanto, suenan las campanas llamado a misa en este Domingo de Ramos.

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