Nada y todo
Quitadle la tarjeta de crédito. La credencial de identificación. El carnet del partido. El del equipo de fútbol. Las fotografías que le acompañan. Quitadle la corbata. Los certificados de estudios. La brújula para su ubicación. Quitadle la música. El tic tac del reloj. Dejadle sólo la mirada. Quitadle la ilusión. La memoria de los hechos. La fecha en que nació. Quitadle el saludo. El con permiso. El por favor. Quitadle el árbol genealógico. Lo que heredó. La noción del tiempo. Del más allá. Y del infierno. Quitadle los gritos. El aullido del dolor. Quitadle la pluma. Los zapatos. El collar. Quitadle el catalejos, el microscopio y todo lo de motor. Quitadle el gobierno. La iglesia. El camino. La torre. Y el peón. Quitadle las postales. El perfume. El circo romano. El paraguas. Y el bastón. Quitadle la silla. El sanitario. La cama. La imaginación. Dejadle los valores, el reto de la existencia, la posibilidad del verso, la amistad y el amor.
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