Sin título
Y tú me lo preguntas, insumisa. Esa pregunta bien viene del alma. Béquer apuesta a la memoria. Cuando acudimos al foro a declamar las rimas vertidas de miel. Los poetas son ilusionistas de la mentira, había dicho la profesora de español. Y reía segura de sus palabras. Su perfume era un dulce adherido a sus labios. Un círculo de espera por si acaso. La espera a terminar la clase. Y acudía a mi cuaderno para asomarse a mis apuntes. Carta a una maestra. A ver, chiquitín, ahora qué has escrito. Y estaban mis palabras a punta de timidez mostradas para verle su sonrisa. Breves textos narrativos. Y algunos versos con rima como espinas. Insumisa la memoria, que tiene datos fijos, finos, como nunca. Un detalle, su voz. Otro detalle más, ese manera de caminar entre pupitres. Éramos niños y teníamos sueños de pájaro con nubes. Arribamos luego a otros años. Y recodábamos a nuestra maestra de los primeros años. Azogue el tiempo. Y está nítida su mirada. Ahora a lo lejos. Hemos cantado en las campiñas. Hemos recorrido caminos entre la arboleda. Levantamos nueces secas. Los nogales eran dueños y señores del espacio. Entre tanto mundo teníamos el nuestro. Y siempre platicábamos de ella. La noticia ahora es que ha sido llamada al cielo.
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