El viejo cuento

Con el viejo cuento del para siempre en el país del jamás. Un poema largo, largo. Y lo que alrededor se cuenta, entre leyendas y mitos. El anhelo se levanta junto con la esperanza. La circunstancia es de factores externos, explicó el perito. Y la mentira en la raíz. Sois vulnerable. Voluble, repondí, señalando con el índice. Abrí el libro en la página 60. Umbral de los recuerdos. Explique bien el verso. Las circunstancias del soliloquio. Las noches contando estrellas. He construido el universo, me dice en sueños Dios. Por eso no olvides la llama. Ni la llamada. Tomé el café. Leí noticias. Y las horas se fueron tan de prisa. Torre de Babel, dije. Es tan enriquecedor su comentario. Tenía dos palabras, sí y no. Y ninguna utilizaba. La ambivalencia de saberse poseedor de la verdad. A Dios por los cabellos. E hizo recuento de canciones, libros, sonatas. Y las cartas al mar. Luna de octubre. Se miraron fijamente. Habían quemado las velas. Rotos los puentes. La flecha con veneno había sido disparada una eternidad antes. Al corazón, encaja al corazón, gritaba didáctico el carnicero al aprendiz. Y fue cuando calló el chillido del cerdo. Para matar cerdos, el brillo de la luna es bueno, había dicho antes.

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