No desconfíes

Claveles rojos puso el hijo sobre el ataúd en su descenso. La vida sigue. En el discurrir del tiempo vamos de pasada. Perdemos tiempo en desconfiar de todos. Por unos u otros. Ninguna estación desconfía. Y menos la primavera. Pródiga en sus colores y calores por igual, sigue su ruta en el tiempo para volver. Y la sed de estar se incrementa por sobre la vida misma. Renacem hojas y pareceres. Te rodean las flores, aún la de los cactus. Por los caminos brotan las sonrisas. No desconfíes de las estaciones. El invierno te lleva hasta el calor del yo interno o el nosotros. Y la sala de casa es como un espacio para las convenciones y conversaciones. Verano y otoño tienen lo propio en la conciencia del paso del tiempo y las realidades. Entre una bienvenida y un adiós. No desconfíes de quienes van con cámara fotográfica o guitarra, cuaderno de apuntes. O el silabario. Todo tiene una razón. No desconfíes de mi. Yo no desconfío de nadie. Y no es carta de recomendación. Ayer por ejemplo fui al cementerio. Y me quedó grabada la imagen de los claveles rojos sobre el ataúd.

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