Gracias
Cómo puedo pagar por todas las buenaventuras. Gracias. Aún en el extremo del frío. Luego vino el libro de poemas. Los subrayados son míos. Por la carne fraterna y cordial en la estancia. Por la sal y el sudor de los días. Por la estancia de diez años en Canadá. Por el suspiro en la nostalgia. Por las tantas veces que fui escuchado. Por las tantas veces que me levantaron. Por las voces que me orientaron. Porque nadie fue juez de los excesos que cometí en la incertidumbre de la edad. Gracias por la palabra como tesoro y especie que aún no le hallo razón. Por la luz que devela la sonrisa de los rostros. Por los antiguos consejos del moderarse en el comer y del dormir. Que por cierto no entendimos cuando los desvelos y el hambre. Por el amor filial que me acerca con los brazos abiertos. A ti. Al prójimo. A los que muy amados que ya no están y abrazo en sueños. Por el motor y las nubes de algodón, por donde he visto a papá y mamá. Allá lejos el color azul del universo y más allá. Oír donde andaremos luego. Por la enseñanza en el error doble y las derrotas consecutivas. Porque el caballito de mar quedó de juego en tu mano de gitana. Por la adivinanza con la que juega el niño. Por el remanso de paz junto a los ríos y el ritual de los besos en la biología. Por el Braille que aprendo en tu piel. Por la filosofía, esas maneras en nudo de saber origen y destino.
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