Las gallinas
"Metes las gallinas y las matas", le dijeron. Por la tarde vino la lluvia. Más tarde llegó la esposa y encontró el cuadro de las gallinas muertas. "¿Qué hiciste?", le dijo entre aturdida y enojada. "Lo que me ordenaste; las metes y las matas". "No, metes las gallinas y las matas, las plantas, pues". Lo contaba mi padre y mi madre y todos reíamos. Mi madre tenía sus doce gallinas en un corralito. Cuando ella murió quedaron huérfanas también los animalitos. Por varios días padre les echaba su alimento, pero se le escurrían las lágrimas. Miraba a ella haciendo lo mismo. Eso duró unos días. No pudo más cuando mi hermana le había dicho que ya estaban buenas para el caldo. "Nada de eso. Se las regalan a su tía; en todo caso son de ella. Yo no me imagino estas gallinas en caldo".
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