Con mis amigos los docentes siderenses de La Estrella, Colombia

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Ayer participé por invitación en un círculo pedagógico de maestros de La Estrella, Colombia. El tema es El libro y la lectura. Tienen una dinámica donde un maestro introduce la sesión, y otro es el encargado de moderar con el nombre de Provocador, quien es el responsable de hace dinámico el diálogo circular. Me dio mucho gusto participar y escuchar por diversos motivos. Uno es darme cuenta que en muchas partes de América latina existe la inquietud de mejorar la práctica pedagógica, y siempre habrá un maestro en cualquier parte de la geografía latinoamericana buscando nuevas alternativas para que se comprenda la actividad de lectura como fundamental en el proceso humanizan de enseñanza-aprendizaje.

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También estuvo como invitada de la hermana república de Chile la maestra Claudia Ocampo Sanhuesa, quien hizo una excelente participación sobre el prejuicio que tenemos muchos sobre que los niños y adolescentes no leen, y comentó sobre su experiencia como motivadora de lectura. Al final leyó un cuento de Augusto Monterroso, "La rana que quería ser original", una sátira fabulosa sobre las personas que buscan ser originales sin lograrlo nunca.  

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Iván Graciano Morelo es docente, escritor, poeta, coordinador de taller literario y motivador lúdico de la lectura. Lo conocí en 2014 en una visita que hizo a México y en su periplo pasó a Villahermosa, donde junto con el brasileño Mauricio Gomes, hicieron una lectura de su trabajo poético. Desde esa vez hemos mantenido comunicación que nos ha permitido colaborar de manera recíproca, me envía textos propios o de sus talleristas, me comparte de sus logros cuando le publican un libro, y me comparte sus ideas sobre la importancia del ajedrez y la lectura en el trabajo educativo. Sobre el ajedrez, su esposa, Alba Rocío Londoño, tiene publicado un libro didáctico sobre el tema. En la charla circular de ayer Ivan Graciano nos dio a conocer la campaña que sobre la importancia de la lectura tiene la dependencia de su país, y que se sintetiza en el mensaje de Lean lo que sea. Y que evidentemente se argumenta en contra sobre la importancia que tiene el mediador de lectura para sugerir libros con temas de acuerdo a la edad de los niños o muchachos.

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Pero quiero destacar el ambiente de la sesión de ayer, con mucho respeto a la opinión de los otros, y con la libertad de estar entre colegas que compartimos la misma inquietud sobre la mejora del proceso educativo escolar.

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Al respecto me permití leer alevosamente un poema mío que habla sobre las discrepancias en las opiniones que siempre hay en todo lugar. Y expuse la necesidad de ubicar la lectura libre dentro de un contexto mayor que es la de enseñar a pensar como parte fundamental en las escuelas de educación básica. Y que a semejanza de los deportistas que tienen varias rutinas específica de prácticas según el deporte, en la enseñanza del pensar serían cuatro prácticas distintas que confluyen en las practicas de pensar, y que son: 1. Lecturas; 2Redacción de textos; 3. Hablar; y 4. Escuchar. Y que cada una de estas tiene sus particularidades, y deben de provocarse en cualquiera materia del programa de estudios. Las lecturas deben ser libres. La redacción de textos debe procurarse siempre, teniendo como un ejemplo el Día de la madre o día del amor y la amistad, y que los niños o muchachos escriban cartas a su amigo o amiga, o madre. Escuchar no significa estar en silencio, sino poner mucha atención a lo que el otro está diciendo; y hablar puede ser de muchas maneras, en equipo, o en oratoria y declamación, o en las participaciones en clase o exposiciones. El tema es amplio, y aquí lo escribí de manera sintetícenlas a como lo expuse en el círculo de pensamiento pedagógico.

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Y les comenté que cuando trabajaba en grupo llevaba desde el primer día 20 de mis libros, y a la salida, los promovía para que los alumnos lo llevaran a su casa, con el compromiso de cuidarlo, y de leer solo dos páginas, y si el autor había escrito su obra lo bastante interesante, entonces ellos lo iban a querer leer sin que uno anduviera obligándolos. es decir, que no leyeran a la fuerza. Y que no hubiera reporte de lo leído. Y les comenté del libro Macario, de B. Traven, que les comento una parte del inicio, y luego ellos levantan la mano para decir que la vieron en una película que pasan en la televisión para el Día de muertos. Luego suspendo mi plática, y les saco el libro para ver quiénes lo quieren llevar a su casa para leerlo. Y cuando la mayoría levanta la mano, entonces buscamos una manera democrática en que podamos definir qué alumno se lo lleva, y luego lo vayan circulando en el grupo.

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Todos ellos con participaciones importantes sobre sus experiencias, su alegría por la enseñanza, y por motivar a la lectura, participaron Abelardo Usquiano, muy motivador en sus comentarios sobre los participantes, Gustavo Aguilar, Jhon Jairo Pérez Toro, Liliana María Mejía, Lunder Flores, Olga Lucía Jaramillo y Rafael Anselomo Torrs, entre otros docentes. Así los ya mencionados Iván Graciano Morelo, Claudia Ocampo y un servidor. Les agradezco a todos ellos me permitan estar en su círculo de pensamiento pedagógico.

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Siempre los círculos de personas, los grupos, sean de estudio, de diálogos, etc, son importantes, porque solamente entre iguales de idealistas y soñadores se puede transformar el microcosmos de nuestra vida y trabajo, que en su conjunto conformamos el cosmos en general. Yo quiero recordar nostálgico que a los 17 años formábamos un círculo de lectura, y leíamos entre otros libros, el Fundamentos de Filosofía materialista, de George Politzer, con el que aprendimos a ser cada uno el portador de un silencio y u conjunto de palabras. Y que esta es una de las características principales del ser humano en su viaje por la vida, que es un viaje por el aprendizaje.


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