Talleres


Talleres


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Ayer miércoles despidiendo marzo empezamos un taller de lectura. Lo conformamos  Erick Acopa , Isaias Alvarez Hernandez,  Cinthia Yolanda Solís Correa, Sergio y un servidor. Le pusimos de nombre Colibrí por el lugar. No llegamos a leer, como es la.mecánica en otros talleres, sino a comentar lo leído en la semana. Ayer se habló de Norberto Bobbio, Ernest Hemingwey, Knut Hamsum y de Andrés Oppenheimer.


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Un taller es un espacio para desarrollo del pensamiento y la imaginación de los jóvenes.  Sean de los que sean: de música, de teatro, fotografía, artes plásticas, etc. Pero yo me refiero aquí a los de literatura y de lectura. Y además, y este es un tema para discutir y reflexionar, la materia de español en educación básica considero según mi experiencia que debería de trabajarse en un gran porcentaje como talleres de redacción, de lectura y literarios. 


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Yo tuve referencia de los talleres literarios en 1986 u 1987 cuando estaba estudiando Ciencias de la Educación en la Universidad local. Ya escribía yo algo. Y Teodosio García Ruiz ya escribía y publicaba, y era mi compañero de grupo. Ariadna, compañera de grupo,  trabajaba en Cultura y me sugirió que llegara a un taller literario. Ella sabía que Teodosio me había publicado un texto, y por eso me hizo la sugerencia. Estaban en el mismo grupo y misma inquietud Hilario Feria y Adrian Hernandez Córdova, de Jalpa. Y Óscar Hoscar Magaña, como presidente de los alumnos, un año después gestionó la publicación de libros pequeños a los que se les llama plaquetas, entre ellas la mía de narrativa de nombre Las malas compañías. 


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Empecé a llegar al taller literario que coordinaba Ramón De la Mora Bueno en la biblioteca municipal de Atasta. También empezó Hilario Feria y Julia Calzada, además de dos o tres personas más. Antes de llegar por primera vez yo creía que quienes asistían eran personas grandes de edad, barba y lentes fondo de botella. Y no. Eran personas como uno, de mucha risa. Y me gustó desde el principio. El taller literario era la parte más importante de mi semana. Junto con, claro, mi trabajo como maestro de primaria y las clases de la universidad.


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Estaba de gobernador en Tabasco Don Enrique González Pedrero. Y había implementando una política de desarrollo social y cultural sin precedentes. Se había creado una Red estatal de talleres literarios con un taller en cada municipio, y Villahermosa con dos o tres. Se sentía en el ambiente vientos de cambio y de desarrollo social. La red de talleres la dirigía Andres Gonzalez Pagos, a quien se le ha olvidado y merece reconocimientos. Y dirigía el taller literario central en la casa museo Carlos Pellicer. 


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Luego de Andrés González Pagés que tuvo que salir del estado por cuestiones políticas, dirigió la Red de talleres Fernando Nieto Cadena, poeta ecuatoriano radicado en Tabasco. Nieto había sido jurado de cuento en la feria de 1989, en la que obtuve 2o lugar. Y una buena tarde, precisamente en el café de la Alianza Francesa, me invitó a coordinar un taller. Una gran responsabilidad que acepté y empecé a dirigir el taller literario de El Jaguar Despertado. Y fue un tramo largo que duró como 15 años, con algunos paréntesis en el cual lo trasladé a Nacajuca, donde llegó Domingo Alejandro Luciano y Pedro Hernández De la O.


Al taller literario de El Jaguar Despertado asistieron muchas personas, varios de ellos reconocidos escritores hoy en día con premios regionales y nacionales. Baste decir que en 2008 (o 2009) arrasaron con los premios de poesía y cuento  de la feria y los dos de la Ujat, asimismo el regional de poesía José Gorostiza. Este premio lo ganaron asistentes del taller del Jaguar por cinco años consecutivos. Señaló esto por supuesto solo como memoria, y especifico que fue el mérito de cada uno de ellos, por sus lecturas y disciplina en el quehacer creativo.


Y sin duda un articulador de este taller fue José de los Santos Ovando Chepe, maestro y trabajador de Cultura, que al estar asignado a la galería de El Jaguar, siempre fue muy buen anfitrión, dando un toque especial al grupo con su estilo de camaradería.


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El ambiente en los talleres es de hermandad. Baste con llegar a una sesión, para que en la siguiente el nuevo tallerista se sienta como si conociera a los demás de mucho tiempo antes. Y algo que planteaba Ciprián Cabrera Jasso, poeta tabasqueño, de los grandes, y que fue funcionario cultural, era que lo importante no es que cada tallerista fuera en el futuro un nuevo escritor, sino que fuera una persona lectora y con conocimiento de la génesis de los textos creativos. 


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Un taller de lectura muy vivificante es de la diversidad textual, que coordina Pedro Luis Hernández, y que funciona los sábados en el Café La Antigua, en la zona peatonal del centro de Villahermosa. Es abierto a todo público y es gratuito.


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Y ayer miércoles, con el inicio del colibrí taller de lectura, recordé el taller también de lectura del que formé parte en 1977 y 1978. Ese era de filosofía. El libro de cabecera era Principios  fundamentales de Filosofía, de George Politzer. Teníamos 17, 18 años. Y presentíamos que al que lee le va mejor, sobretodo en el desarrollo personal. 


Fotos tomadas del archivo.

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