Perdón, oh poesía
Perdón, oh poesía,
que tantos escribamos
en tu nombre.
Pero no pido permiso para leerte
en los versos luminosos
de poetas que evitan cenáculos
y caminan a orillas de carretera.
Ellos sueñan bajo un manzano
o recostados en pechos tibios
de musas carnales. Y evitan bibliotecas.
Dejad dormir el sueño de los justos
a las obras completas
Perdón, oh poesía.
Tú no otorgas permisos
ni extiendes constancias
ni organizas concursos
ni imprimes promocionales .
Lo tuyo es lo tangible:
cocuyos, semillas
chupaflor en vuelo, estallido de volcán,
chispas en fricción de pedernal.
Ah, y el fragoroso amor.
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