Un día estamos

1

Más ahora, cuando vemos una fotografía de alguien que murió, que es conocido, o que es familiar de un conocido, y vemos la foto donde la persona está sonriente, me da por reflexionar sobre lo efímero de la vida. Sobre el día que tenemos al despertar y que no sabemos si mañana vamos a estar. Una es la edad (61, yo), y otro es el azar, la circunstancia, el accidente. Con quien hablamos hace días, y sabemos que no está más. Es una barbaridad pensar eso, quizá, pero es tan real. "De todas maneras nos vamos a morir", de pronto te dice alguien sin sensibilidad ni empatía para quienes han perdido alguien muy cercano. Sí, es cierto, pero de todas maneras hay que fijarnos que no venga un auto cuando vamos a cruzar la calle.

2

Un día estamos, otro día no sabemos. Yo tenía un amigo dentista. Nos hicimos amigos, pero al inicio la relación era de doctor a paciente. Sencillo y atento. Cauto en sus comentarios. Atento en los detalles del daño en la dentadura. Julio César Cuoh. Médico a quien acudí un día en un lugar cercano a la casa, donde me urgía por el dolor de un colmillo, vi un letrero con su nombre y teléfono, egresado UJAT, le marqué a ese número, e inmediatamente me dio cita para atenderme. Me quitó el dolor. Y me quitó la caries avanzada. "Este colmillo se salva", me dijo. Luego volví a ocupar de su profesión, acudí con él, y listo. Luego (me refiero a transcurso de años) vi que había habilitado un consultorio móvil y acudía a atender a domicilio, principalmente a personas que no se podían movilizar. Luego cambió de domicilio, y no supe más de él. Ningún dato. Hasta que las fuerzas de la casualidad hicieron que nos encontráramos en un supermercado comprando despensa, me dio gusto, creo que a él también, intercambiamos números de teléfono, y supe el nuevo domicilio. Y volví a acudir a esas sesiones que dan miedo con el sonido del pequeño taladro trabajando en la dentadura.

3

En meses pasados (ya este pasado fatídico año del 2020) estuve marcando a su número, y sonaba, sin contestar persona alguna. Me dije: "ha de estar muy ocupado". Luego le di su número a una de mis hijas, que lo necesitaba de urgencia. Ella marcó y a la primera le contestó una voz de mujer: "soy su esposa, el doctor falleció hace dos meses". Y cuando me lo platicó mi hija me quedé sin palabras. Y humo entró en mis ojos. 

4

Ayer que escribí sobre el año del inicio de las restricciones precautorias, que estamos por cumplir este mes de marzo, y a quien yo le llamo arraigo domiciliario, recordé a decenas de personas conocidas, y otras muy cercanas que fallecieron, amigos, familiares, en 2020 y este tramo del 2021, independientemente que haya sido por Covid, o no, el caso concreto es que ya no están más. Se llevan sus sentires, su memoria, sus conocimientos y experiencias, su sonrisa, y nos dejaron sus recuerdos. No quiero nombrar a persona alguna, por temor a olvidar algunos nombres. Pero quienes los conocieron y me conocen, saben que me refiero a ellos.

5

Un día estamos. Otro día quién sabe. A veces tenemos resentimientos contra alguien. A veces sin querer hacemos daño. Por imprudencia decimos algo de alguien. A veces por malentendidos nos dejamos de hablar. Por alguien que dijo algo sobre nosotros. Y no lo aclaramos. Solo creímos lo que alguien dice que dijeron. O nos preocupamos más de la cuenta por algo cuya solución no está en nuestras manos. O queremos pedir disculpas pero no nos atrevemos. O queremos mandar un mensaje y las telarañas del pensamiento lo impiden. Pero la vida se acaba, el tiempo es implacable. El día que tenemos es el esplendor de la vida. Y a dejar atrás lastres que no nos permiten estar en paz, tranquilos y con alegría.

6

Yo sé que no es fácil. Que cada quien lo ve desde el color del cristal de sus anteojos. Y cada quien habla a como le va en la feria de la vida. Pero más allá de eso a veces nos quedamos atrapados en el caos de una discusión, de un apuro, de un mensaje de teléfono descompuesto, y con todas esas presiones el cuerpo empieza a resentir y manifestarlo de distintas formas. Una de ellas es agitación, parálisis, o el corazón detenido. Y a otra cosa mariposa. Descanse en paz. Y el trabajo otro lo ocupa. Nos lloran, pero el tiempo alivia el dolor. Y no estamos más.

7

Perdón el tema que parece negro, pesimista, pero es real. Os llamo a disfrutar el día, a planear a largo plazo, ojo, pero con metas a corto plazo, a detenernos en los detalles del día, en las pequeñas cosas, de las que hablan varias canciones. Una de ellas de Serrat, de las pequeñas cosas que nos hacen llorar cuando nadie nos ve. Y otra canción es la que canta Mercedes Sosa.

De Mercedes: "Uno vuelve siempre/ a los viejos sitios/ donde amó la vida/ y entonces comprende/ cómo están de ausentes/ las cosas queridas. Por eso muchacho no partas ahora/ soñando el regreso/ que el amor es simple/ y a las cosas simples las devora el tiempo".

Y de Serrat: 

"Son aquellas pequeñas cosas,/ que nos dejó un tiempo de rosas/ en un rincón,
en un papel/o en un cajón.

Como un ladrón/ te acechan detrás de la puerta./ Te tienen tan a su merced/ como hojas muertas/ que el viento arrastra allá o aquí,/ que te sonríen tristes y/ nos hacen que/ lloremos cuando/ nadie nos ve".


8

Últimamente me ha dado por leer y difundir pensamientos de varios escritores, a manera del gambusino que busca pepitas de oro en los lechos de río.  Jorge Luis Borges dice: "lo malo de enamorarnos de las cosas, es que ellas no lo saben". 

9

Y hay un cuento ilustrativo que me encanta: 

la pareja de norteamericanos van a las montañas a ver un monje tibetano. Luego de varios días, por la tanta gente que acude, entran y ven a un hombre viejo, cuyos muebles son un camastro, una mesita y una silla. Ellos esperaban ver los muebles típicos de una casa "común y corriente pequeñoburgesa". Y se lo dicen: "su santidad, ¿y los demás muebles?" Y el viejo monje les responde con otra pregunta: "¿Y los de ustedes?" "Ah, es que nosotros somos turistas, estamos de paso", respondieron. Y el sabio les contestó: "Yo también, solo estoy de paso".

10

A manera de posdata. Tomo café. Estoy en mi casa. Afuera hacen mucho ruido con música de supuesta zumba. Volumen alto. Así que tengo la ventana cerrada herméticamente. Pero ando con juguete nuevo.  Bajo de la nube muchos libros gratis que tiene la aplicación Telegram, y los guardo en una biblioteca digital que estoy conformando con libros que ¡siempre había querido leer!  Alegre y feliz como niño con juguete nuevo. Salud, saludos. Y pendiente café en Villahermosa, Matamoros o Brownsville.

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