Ya casi un año de la pesadilla
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Ya casi a un año de la pesadilla, bien vale hacer un recuento. No de lo que dicen que dijeron. Sino lo que uno ha vivido, y que de alguna manera es general en muchos sentidos a muchos. Cada quien tenemos nuestra propia historia de vida al respecto, y en su conjunto es la historia general.
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En mi caso, desde finales de enero y todo febrero leía las noticias de buena fuente, sobretodo de diarios internacionales, que nos llegaban principalmente de Italia y España, sobre la cantidad de muertos en varios lugares identificados con pueblos donde hay muchas residencias para ancianos, lo que en nuestro vocabulario les decimos asilos, o casas de retiro por edad. Y como sabíamos que era una expansión que iba a llegar a América, esperábamos que fuera menos leve confiados en la raza de bronce que ha soportado muchas calamidades en la historia (por decirlo de esa manera esperanzadora).
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Luego fuimos monitoreando las noticias nacionales, y se presagiaba que con los vuelos internacionales de salida y entrada sin restricciones, más temprano que tarde iba a entrar el Covid, o Coronavirus, como le decimos y como sucedió.
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Puede ser un poco antes o después, pero el 21 de marzo se decretaron en el país las medidas restrictivas con carácter de prevención, para evitar el contagio. Esencialmente fue no salir de casa, evitar reuniones, instituir la sana distancia personal, lavado intensivo de manos y uso de gel.
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Ese día yo empecé con transmisiones del programa de Lecturas, que sostuve desde ese día, diariamente, hsta el 21 de agosto. Era a diario porque yo creía como muchos que las restricciones de pandemia sería cuando mucho peor dos meses, o quizá tres meses. Y ya casi llevamos el año. Lo hice por terapia, para soportar el encierro. Para tener un motivo de vida en el día: seleccionar poeta y poemas. Luego transmitirlas en vivo. A partir de más o menos el 21 de agosto, y al ver que iba par largo, lo pasé a semanal. Al día de hoy, cada sábado, el pasado fue el número 30. Sin fallar un solo sábado. A veces con altas, a veces con bajas. En ocasiones con muchos oyentes, en otras con pocas, un poco enfermo, con salud casi siempre.
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Yo no me hice la prueba Covid. Pero tuve síntomas leves en mayo, lo mismo que mis hijas. No así mi esposa, que estuvo grave. Tenemos un ángel, sobrina enfermera del IMSS, quien aprendió todo lo posible sobre dicho contagio, y nos sacó adelante. Ya se lo he agradecido en persona, y lo hago aquí de nuevo en este recuento.
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Más allá de si fue por Covid o no, que es lo de menos, sea porque algunas familias se apenan, o por el morbo de las personas (¿Y fue por Covid?), de esa fecha al presente han fallecido muchas personas, que el número espanta. Algunos conocidos lejanos, otros conocidos cercanos, algunos vecinos, y hay familias que recienten la ausencia de uno o más de sus miembros. Muy lamentable. Además el terror de internarse por la creencia que internarse era sinónimo de muerte.
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El "quédate en casa" ha sido muy bueno, pero siempre considerando que muchas personas tienen que salir a buscar el pan para llevar a la casa. Hubo críticas y poca empatía para con estas personas. Las decisiones de los responsables en el gobiernos eran producto de estar entre la espada y la pared, con la dicotomía opcional: ¿economía o salud? No es fácil decidir, y menos encontrar puntos medios que permitieran por un lado salud, y por otro la reactivación de la economía. Muchas familias tanto en su carácter de patrones o trabajadores dependen de la apertura de muchos comercios.
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Yo me jubilé con enero del 2020. Así que desde el inicio ya con marzo tenía todo el tiempo libre. Pero me tocó casi inmediatamente el arraigo domiciliario precautorio. Y he pasado por varias etapas, empezando por la que ya dije de leer o mal leer poemas en vivo, a diario por varios meses, y semanal a partir de agosto y sigue vigente los sábados a las 6 de la tarde. Pero he pasado por otras actividades placenteras, de aprendizaje y productivas. Va un breve recuento.
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Entré a actividades de carpintería. Además que me gusta, y precisamente llevé ese taller en la secundaria, además que se me facilita por tener algunas herramientas para esa actividad: sierra manual, mesa de trabajo, serruchos, martillo, taladro, escuadra, escofinas y otras. Hice una puerta para baño, una mesa plegable, un mueble sencillo para acomodar cuatro guitarras, reparé una puerta de tambor para interior. Creo que solo eso. Entré a la cocina con actividades de panadería (perdón Carlos Vázquez por el atrevimiento, amigo de tradición de hacer pn en familia). Hice pan de sal, bagette, galletas, polvorones, empanadas con dulce dentro. Esta actividad a veces me quedaba muy bien el resultado y a veces no tanto, pero satisfactorio en el hacer. Y sobretodo el olor agradable de pan en cocimiento que se desprende del horno. Mas el cafecito tradicional.
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Otra de la actividad a la que entré con mucho furor fue el dibujar y pintar. Me compré mis lápices de diferente gradación de grafito. El vendedor me ofreció unos gises pastel, diciéndome: "todos los principiantes empiezan con estos gises pastel". Y yo le entré con ganas, y con algunos resultados gratos para mi ego, no tanto para la crítica. Tanto las actividades de carpintería, como las de hacer pan y las de dibujo y pintura apoyado con videos totorales de Youtube.
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Y con apoyo de los tutoriales de Youtube he estado entretenido con requintos de canciones conocidas. Ya me sé algunos, no con la habilidad de los requintistas que conozco, pero algo allí suficiente para sentirme bien: el requinto de La Flor de la canela; el de Luna de octubre; el Andariego, el de Ella; el de Échame a mí la culpa; el de Sin tí; y estoy practicando el de Chiquitita, de ABBA. Me refiero a los requintos (las armonías ya las sabía).
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En fin que con la pandemia, que ya va para un año, es necesario replantearse muchas cosas, reenfocar lo importante de lo prescindible; reconocer las actividades que nos hacen crecer en lo interior, las que nos reportan tranquilidad y paz. Y a seguir adelante en esta efímera existencia que llamamos vida, y que solamente estamos de paso. Salud y saludos a todos. Y siempre la invitación a tomarnos un café, sea en Villahermosa, en Matamoros o en Brownsville.
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