Los 50 mas 20 de Afín Díaz

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Ayer Afín Díaz cumplió años. Y tuvo un convivio familiar y tuvo a bien invitar amigos, entre ellos, me jacto de serlo, por tanto fui invitado. A mi parecer no fueron los 70, porque en todo caso serían 50 mas 20, y como dejó dicho el gran Gardel que veinte años es nada, entonces nos quedamos con 50. Digo no es el cumpleaños lo que su familia y amigos celebraron con Afín, sino la vida misma, el trayecto, la felicidad de la salud, la alegría de ser y estar, la alegría de la familia y la amistad.

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Sobre la amistad. Hace como28 años yo estaba en el diario La Verdad del sureste, y la reportera María Cristina Pérez, me dijo: "la amistad no existe, Don Antonio". Yo me quedé perplejo ante esa afirmación de una joven animosa, inteligente y trabajadora. Ella llegaba en bicicleta al periódico. Le respondí: "yo sí creo en la amistad, aunque tenga muy pocos amigos. Y si tuviera uno, creería en la amistad. Y si ese amigo dejara de serlo por las razones que sea, seguiría creyendo en la amistad, con la esperanza de tener un amigo o una amiga". Como ella no se esperaba una respuesta así, se me quedó viendo, abrió más los ojos, sorprendida. Y me dijo: "tiene razón, Don Antonio".

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Muy bien organizado el convivio. El encargado del brindis fue su hijo homónimo, Afín Díaz. Con el corazón dijo palabras muy sentidas sobre su papá. Con virtudes, con errores. Gracias a él soy. y finalizó con el te amo, papá. Mientras Afín, el de 50 mas 20 se miraba visiblemente emocionado, como cuando entra humo en los ojos. Atrás de ellos la decoración. Una fotografía del cumpleañero en la que se le mira tranquilo, como mirando al futuro. Un Feliz cumpleaños en letras grandes. Happy birthday. Música de fondo. Muy callados todos los asistentes. Testigos de las palabras del hijo para el brindis y el levantar la copa con vino y decir ¡Salud!, palabra que cobra mayor sentido luego de ya algo mas de dos años de pandemia letal.

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Los amigos nos acompañan desde la primaria. Uno o dos. Entre todo el grupo de chiquitines, uno mismo entre ellos, llegábamos a diario a la escuela, y los juegos y a veces hacer tareas, o copiarla de uno a otro. Igual en la secundaria, aunque con un poco más de conciencia, y ni se diga en el bachillerato (en mi caso la escuela Normal) en esa edad en la que se descubre el romance, el agitar de corazones, todo un acontecimiento el Día de San Valentín, y compartir refresco, pan y luego después discos y libros. Asimismo la universidad, quienes logramos con esfuerzo andar por esas aulas. En cada etapa la amistad le dio sentido a la vida. Algunos de los amigos ya no están. "Los otros partirán después que yo..." canta José Feliciano. Otros casi no nos vemos. Y aunque pasen los años, yo que vengo de tan lejos y regreso y veo a uno o dos, cuando mucho cinco en una mesa, y un poco más cuando hay convivio, y platicamos como si nos hubiéramos visto la semana pasada, luego de años de no vernos.

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Afín en sus 70, los primeros 70, como decimos, pleno, sonriente y saludable. Le toca corresponder a las palabras de brindis de su hijo. "No sé qué decirles, la verdad", así el inicio, emocionado, conmocionado. Y a partir de allí, con un silencio total (no, perdón, había música de fondo) expresó su sentir al estar acompañado, este día, de su esposa, hijo e hijas, sus amigos, estos desde la primaria, los amigos que ha cultivado en las distintas áreas de trabajo por donde ha estado: su despacho, donde "litigar no es nada fácil", la UPCH, el Tribunal, y su actual trabajo. Sus compañeros que le acompañan en las buenas y malas. Humo en los ojos del cumpleañero, de sus familiares, y en los ojos de muchos de sus amigos. 

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El pastel bellamente decorado con motivo especial de festejo. La vela encendida para ser apagada por el festejado. Las mañanitas entonadas por todos, acompañadas del dueto musical. Algarabía por la vida, por la salud, por el cumpleaños. "Es un número grande, y así quise que fuera", dice Don Afín. El 7 y 0 como de un metro de altura, blanco. Y afuera su nombre igual, con letras grandes para la foto, y se lea el motivo, el estar con Afín, sumando nuestra risa, nuestra alegría, como una buena vibra colectiva, de buena fé, de paz, de cariño y estimación.

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En las escuelas, quienes tuvimos oportunidad de asistir a ellas, aún con esfuerzo, hicimos amigos. Asimismo en el trabajo. Como en todo, pocos, sí. Los suficientes para reforzar nuestra fé en la amistad (y en el amor) como las dos fuerzas humanas poderosas que nos mueven. ¿A Quien acudir en las malas? ¿A quién invitar en las buenas? ¿En quién confiar? ¿Con quién compartir sueños? ¿dar primicia en las noticias?. Sin duda en la familia y los amigos, los verdaderos, que son pocos. Amigos falsos no hay, simplemente nunca han sido. También hicimos amigos con los vecinos. Cuando pasamos del buenos días ritual a cuando tocamos la puerta. O tocan la nuestra. Para un aviso, una alerta, una invitción a trabajo de la comunidad. Sí, todos los ambientes son propicios para hacer amigos. No es fácil, tampoco difícil. Es bajarle al ego. Es aportar un grano de arena en la armonía, es ser oído. Es tener palabras de consuelo. Es compartir el pan y la sal (no mucha). El café y azúcar (no mucha). Y seguiría, solo que los párrafos no deben ser tn largos, porque se corre el peligro de caer en redundancia.

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Esta no es una crónica social. No. Es un texto de amistad. Cuento que quedé admirado de ver el baile, yo que soy pies de plomo, pero que se me mueven al ritmo de la música. Cuento de seis mujeres que bailaron el famoso "Payaso del rodeo", como si tuvieran años de ensayarlo juntas, a eso me refiero. Porque sé que cada quien lo baila cuando tiene oportunidad. Pero hacerlo muy bien juntas, lo vi ayer. Y en la parte última, que es a velocidad de 125 rpm, pues yo creí que allí iban a cuatrapearse. Y no. Felicidades. Y luego, válgame Dios, lo digo para expresar mi admiración: Marcos y Eunice bailaron una pieza de rocknroll como profesionales, como si estuvieran en una demostración, como si fuera un concurso y ellos sacaran los mas altos puntos. Pasos acompasados, piruetas, giros. Y lo mismo, como si tuvieran años ensayando. Los felicité antes de despedirme. Lamento no haber tomado fotos de ambos bailes. Fue una maravilla el disfrute de la alegría expresada con los movimientos de cuerpos. Felicidades de nuevo. Gracias. 

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Yo no bailo por mis pies de plomo, y porque por falta de condición me puede dar soponcio. Pero esta vez bailé por sumarme al entusiasmo colectivo. Mis pulmones pedían a los pies que se movieran poco, aunque todos lo notaran. Pero mis pies a veces no le hacían caso, como con las canciones de Selena, "Carracha, paso a pasito, que no para de bailar", o algo así. Antes había dicho la cantante, de voz bella, además animadora: "a continuación vamos a cantar "Quinceañero". así que pase al centro el señor Afín, y sus amigos para que le acompañen. Ni tardo ni perezosos, más de veinte amigos ya le estaban rodeando. Y confieso que al sumarme a ese baile sentí crujir de mis rodillas, respondiendo al movimiento de "ven a bailar". La risa de Afín, en sus 50 mas 20, era de contagio, como diciendo "esto es por la vida, celebración de vida y salud".

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Las atenciones fueron de maravilla, como decimos "anfitriona de primera, generosa". Gracias. Tanto del cumpleañero como de su esposa hijo e hijas. Nos hicieron sentir a los amigos, como de la familia. De antemano muy agradecido. Y así "Muy agradecido por su compañía, muy agradecido, como lo dijo un personaje, Don Pedro vargas", cerró su intervención Afín grande. Y humo en los ojos.

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Sobre el tema de la amistad dejó dicho el genio e ingenio de José Luis Borges: "La amistad no necesita frecuencia. El amor sí. Pero la amistad, y sobre todo la amistad de hermanos, no. Puede prescindir de la frecuencia o de la frecuentación. En cambio el amor, no...  Yo tengo amigos íntimos a quienes veo tres o cuatro veces al año. Y a otros ya no los veo porque se han muerto. Por ejemplo, con (Adolfo) Bioy Casares nos vemos quizás cuatro o cinco veces al año y somos íntimos amigos""

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Esa deferencia de contarme entre tus amigos, amistad que es recíproca, Afín, te la agradezco. Y que tengas salud y alegría siempre, lo mismo que tu bella familia. 

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