Coge el día

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Horacio: No indagues, Leucónoe (no es lícito saberlo),/ qué fin reservan los dioses a tu vida y la mía,/ ni combines los números mágicos. Mejor será que te resignes/ a los decretos del hado...

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Nos gusta tanto la vida que no pensamos en irnos, que algún día todo termina, que no sabemos cuándo, pero que inevitablemente el día llegará. Y mundo te quedas. Personas cercanas me dicen que es malo hablar sobre ese tema, pero yo digo que no. Que al contrario: saber que esta vida como la conocemos tiene fin, o game over, como en los juegos, nos permite valorar mejor a las personas, y valorar mejor la propia vida para disfrutarla en todo momento. 

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Valorar la vida que aún tenemos significa que nos vamos andar perdiendo nuestro tiempo en odios, rencores, envidias y cosas por el estilo. Dice un dicho que "es tan poco el amor para perderlo en celos". Y trasladado al tema del que divago hoy: "es tan efímera y fugaz la vida, para no atrevernos o para perderla en sentimientos que dañan". Y no, pues.

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Es precisamente de la película de la Sociedad de los poetas muertos, la escena donde el maestro les dice a los alumnos "Carpe diem". Es decir, aprovechar hasta el último instante de vida que nos queda. No desaprovechar el día. No confiar en que el mañana lo tenemos seguro. Nada sabemos del futuro, solo el presente es seguro. Antes otros ya se fueron. Solo la vida se vive en el momento. Los de las fotos que están en la pared (en la escena de la película) ya no están. Fueron jóvenes como ustedes. Polvo solo son. ¿no oyen lo que les dicen? Aguzen el oído: ¡Carpe diem!

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Literalmente la expresión Carpe diem significa "coge (de tomar) el día ". La frase aparece en el poema 11 del libro "Odas", dedicada a Leucónoe, el poema es un consejo, y su último verso completo es: "Carpe diem cual minimum crédula portero"

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Coge el día. Tómalo en tus manos, en tu mente, con tu cuerpo todo. Disfruta plenamente lo que haces. Sonríe. Todo es pasajero, tanto la alegría como la tristeza. Preocuparse es natural por algo que nos pasa o le pasa a alguien muy querido. Si alguien choca su auto, y es persona querida, por supuesto que nos preocupamos. Coge el día, es hacer lo que está en nuestras manos para ayudar, incluso orando. Pero hasta allí y seguir adelante sonriendo. 

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Pero el caso es que un día nos iremos. No sabemos cuánto nos queda del elixir de la vida. Por tanto aprovechemos hoy. Ah, pero el tema es cuando me vaya. Quedarán recuerdos en la memoria. En mi caso nada de valor. Algunos libros. Cuatro guitarras. Dos flautas dulce. Un violín. Una armónica. Dos vaquetas para golpear cueros. Una computadora blanca.  Prácticamente nada dejo. Hasta ahora ningún árbol sembrado. Lo escrito es apenas esperanzas del ego. La mirada del ojo alegre se esfumará tan pronto muera. Y a partir de allí descubriré lo que hay del otro lado. Ni cielo. Ni infierno. Otra vastedad por correr. Ya sin nombre. Sin cuerpo. Apenas alma sin tristeza. El éter.  

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Cuando me vaya todo seguirá su ritmo sin cambio alguno (o más bien con los cambios naturales). ¿Cuánto tiempo le quedará a la vida en generral? ¿Cuánta al planeta? Mientras tanto esto no suceda, la producción y la reproducción seguirán haciendo maravillas con el milagro de la existencia de todas las especies. La especie humana seguirá descubriendo maravillas en ese escudriñar de los secretos de la existencia. Y la animal seguirá plácida vibrando al compás de su evolución lenta. Las plantas dando su sombra, frutos y flores. Su perfume en las tardes de nostalgia.

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Los cantautores han hecho lo propio y muy bien con el tema de cuando toque irnos. La vibración de la música de ellos siempre me acompaña: Napoleón: "nada te llevarás cuando te marches, cuando se llegue el día de tu final. Vive feliz ahora mientras puedas..." Sergio Esquivel: "Cuando me vaya otro vendrá para sentarse en mi lugar. Todo termina de la gente que se va queda lo vivido y nada más...". Charles Aznavour: "no vistas luto por favor/ pues no me gusta ser cruel/ y sé que nunca ese color le fue a tu piel..." Joan Manuel Serrat: " ¿Cuál de todos mis amores/ ha de comprar las flores/ para mi funeral? ¿Quién me hablará ente sollozos?/¿quién besará mis ojos/ para darles la luz?/ ¿Cuál de todos mis amores/ ha de comprar las flores/ para mi funeral?/..."

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El poema completo de Don Horacio yo no lo había leído. Hasta hoy que buscando sibre la expresión Carpe diem lo encontré comleto: No indagues, Leucónoe (no es lícito saberlo),/ qué fin reservan los dioses a tu vida y la mía,/ ni combines los números mágicos. Mejor será que te resignes/ a los decretos del hado, sea que Júpiter te conceda vivir muchos años,/ sea éste el último en que ves romperse las olas del/ Tirreno contra los escollos opuestos a su furor./ Sé prudente, bebe buen vino y reduce las largas esperanzas/al espacio breve de la existencia. Mientras hablamos,/ huye la hora envidiada. Aprovecha el día, no confíes en el mañana.

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