Mi barrio

1

Uno es la familia y el barrio. Precisamente por eso somos tan diferentes unos a otros. Por eso cada quien tiene sus propias historias personales. Y aún siendo hermanos, en misma familia y barrio, somos específicamente diferentes. En esos espacios de casa, calles y callejones, fueron los lugares donde alentaron los sueños infantiles, y donde vislumbramos el futuro, que a esa edad no tenía mayores perspectivas. De niños, solo ser adultos para tener la libertad de hacer lo que uno quisiera: dormir tarde, tener novia, fumar cigarros, llegar a bailes y algo así por el estilo.

2

Mi barrio eran calles y callejones alternados. Cerca estaba la tortillería de Sabino Rendón, un abarrotes donde pasaban el box los sábados. A este yo llegaba cuando tenía entre diez y doce años. Y a media cuadra la secundaria federal 2. a una cuadra la iglesia católica San Antonio de Padua. Y a cuadra y media la escuela primaria en la que pasé de mis 6 a 12 años, y quedaron sembradas las semillas de algunas lecturas y cantos.

3

Mi casa era de madera vieja. Un solar 10 x 20. Había muchas plantas, al fin mi padre jardinero. Por lo que los pájaros llegaban a cantarnos, y algunos hicieron su nido en los árboles: una higuera, plátanos, un durazno, un canelón y un mezquite. La cerca hacia el callejón era una planta curativa de muicle que mi padre mantenía a raya para que mantuviera su forma. Y a un lado de la casa reinaba dominando un alto pino canadiense de unosdiez metros de altura que mi padre adornaba con luces para navidad. 

4

Al frente vivían los Montoya. Doña Andrea y Don Chabelo, con sus hijos Baldo, Chano, Juan y Gloria, a quienes visitaba su hijo Lupe que radicaba en Texas. Baldo vivía con su esposa Adela y sus hijos Angelica, Arón y Elías. Familia de bien, sin duda alguna, trabajadora, de valores, apegados a la práctica religiosa. El oficio de algunos de ellos era la pintura de casas y edificios. A nuestro lado izquierdo vivía Don terezo y Margarita. Él se dedicaba a hacer curaciones y tenía fama de ser bueno para esa actividad, porque siempre había pacientes que venían de otras ciudades incluyendo de Estados Unidos. Al otro lado vivía Doña Conchita, que trabajaba en un café del centro de la ciudad, con su hijo Toño, guitarrista de un grupo con su esposa, la bella Felisa.

5

El callejón no tenía pavimento, así que en tiempos de seca era polvoso, y cuando la lluvia, caminábamos entre el lodo. De tal manera que caminábamos con botas o descalzos, con los zapatos en las manos, que nos poníamos en la calle pavimentado que era la César Sandino, que luego le cambiaron el nombre por el del padre de un oscuro presidente municipal.

6

Por las tardes, ya en mi edad de 13-14 años, nos reuníamos en bola para ponernos los guantes de box que el Polina llevaba. Yo me los ponía con uno de los Gelines chico. Ya falleció. Y había otros que asimismo se los ponían para deleite y algarabía de los mirones. Era buen espectáculo, sin pleitos ni nada. Apenas una práctica de deporte ocasional. Una o dos ves por semana.  El primer beso que nos dimos en coincidencia fue en el callejón, una tarde ya para oscurecer. Jugábamos a las escondidas, yo tenía 10 años y ganas de acariciar mujer. Y con una vecina, cuyo nombre no escribo, de mi misma edad, nos dimos uno de los besos más lindos de la vida.

7

De ese mismo callejón no recuerdo mucho. Ya estaba la alta palmera que permanece aún. De unos veinte metros que cuando viene el viento fuerte se bambolea, pero resiste. Allí está como testigo de lo que ha pasado por ese lugar, entre prisas, sueños, anhelos. Y como no recuerdo mucho, consigno lo poco que sí. Vivían los Ledesma, con Doña Carmen, Pedro, Héctor y la bella Carmelita. Don Chalío y Doña Elvira, padres de Gloria, Elvira y Emiio. Blanca y Rayo, que me dicen este murió en un accidente en Houston, Texas. En la esquina hacia la secundaria vivía Lupe, pintor, con su familia. y en la otra esquina había había una familia y tenían un salón de reunión de algún grupo religioso. En esa casa vivía una morena de nombre Déborah.

8

Cuando yo tenía unos 6 años murió una muchacha muy cerca de mi casa. Yo no sabía lo que significaba la muerte. Solo recuerdo que llegaban muchas personas. Que rezaban. Y que en la sala había una caja blanca. Ella tendría unos 16 años, aunque yo por la edad imaginaba que tenía más, era muy guapa, blanca y murió. No sabía que nunca la volvería a ver por las tardes tendiendo ropa, cantando, sonriendo, y que yo me paraba en su cerca a verla, solamente. Y ella me decía hola con su cara de ángel verdadero.

9

A los 3 años yo lloraba mucho cuando mi papá se iba a su trabajo. Me le colgaba de su pantalón. Y gritaba yo diciendo trabajo, pero me salía la palabra "¡Tabaco!" Así que  los amigos de mi padre siempre le preguntaban: "¿Dónde está el del tabaco?, que cuando esté más grande ni va a querer ir". Y era cierto. ya cuando yo tenía más de diez mi padre en vacaciones escolares me llevaba al "tabaco" que ya no me parecía justo y menos necesario. Ya para entonces lloraba para no ir. Solo me gustaba ir cuando yo sabía que le tocaba en las casas donde nos daban comida: grandes ollas con caldo de res y arroz, o guisado suficiente para seis personas, y éramos solo tres.

10

Cuando yo estaba en quinto grado, tendría entonces unos 11 años, me enamoré perdidamente de Alicia, que estaba en segundo grado, tendría ella 7 u 8 años. Se me hacía muy chica, y tan solo eran 3 o 4, la diferencia. Era hija de un chofer de péselas (combis). Y todas las tardes yo pasaba por su casa solamente para verla. No nos hablábamos. Yo pasaba, la veía, levantaba la mano a manera de saludo y ella me correspondía con ese tipo de saludo. En la escuela yo pasaba por su salón y ella volteaba a verme. Solamente eso. Era como una especie de amor angelical, ni a platónico llegaba.

11

En Semana Santa, como en estos días, llegábamos a la iglesia. Bien sea solo o acompañando a mamá. Era un ritual que me gustaba seguir. Cuando lo del lavatorio de pies, yo veía a Don Nacho, tío de mi madre. Y me daba gusto verlo en la representación. Él es que el 2 de septiembre de 1966 se cruzó con mi padre exactamente frente a la iglesia, y sonriente le preguntó: "¿a dónde vas, Juan?" Aunque de seguro ya lo sabía, pero solo era por joder. Mi padre me llevaba de la mano, yo con uniforme blanco, eran las 7:45 de la mañana. Mi padre le responde orgulloso: "¡Voy a la escuela, es el primer día de clases de Toñito!" Y el tío Nacho le encaja un dardo verbal: "¿Y para qué lo llevas? Si en ese lugar solo enseñan cosas del diablo". Mi padre solo novio la cabeza. Y siguió orfgulloso su camino a ese inicio de mi trayecto escolar. Mi padre, analfabeta, bien sabía, esperanzado, lo que hacía.




Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

Rigo Tovar y Chico Ché

Max in memoriam