In memoriam Candelario Madrigal Sánchez
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Uno de mis líderes de izquierda cuando yo llegué a Jalpa de Méndez era el maestro Candelario Madrigal Sánchez. Estoy escribiendo de 1979. Por esos años la CNTE ya había iniciado, y formalmente nosotros lo éramos, porque asistimos a Teapa a una reunión de las previas, y posteriormente nos llegaba propaganda a través del Comité Central de lucha de Tabasco. La recibía Casimiro Hernández May, y como amigos y porque estábamos en contra de Elba Esther Gordillo, ayudábamos a repartir. Entre ellos el maestro Candelario.
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En esos años él trabajaba en la secundaria técnica de Jalpa de Méndez, y desde que lo conocí tengo la imagen de él como siempre muy activo, muy diligente y participativo en las reuniones. En esos años también andaba muy activo su hermano Rito, y tiempo después, mucho después, conocí a su hermana, la doctora Aracely, a quienes por este medio les mando mi pésame sentido por su fallecimiento, según me enteré ayer en estas redes sociales.
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Lo cierto es que dejamos de vernos por años. Yo me vine a estudiar a Villahermosa. había llegado a Jalpa de Mendez como maestro de primaria. Hice amistad muy rápido con los maestros jóvenes igual que yo quienes trabajaban por la misma área geográfica: los Benito Juárez, Huapacal, Iquinoapa. Y asimismo amistad con quienes lideraban el movimiento anti charrista. Junto con Candelario Madrigal, estaban en la dirección Manglio Edgar Uc Che, Juan Ruiz Álvarez, a quienes decían Juan Campana. Y otros más, como Montejo, Darwuin, Uribe, Casimiro y seguramente otros que por la premura del texto, olvido lamentablemente sus nombres.
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Algunos de ellos ya no están, y como dice la canción de José Feliciano, otros partirán después que yo. Así va la vida. Solo que están los amigos arraigados en la memoria y los seguiremos recordando, como lo que fueron: sembradores de esperanzas y sueños. E hicieron su parte en la generación de cambios que el país necesitaba ayer, necesita hoy. Entre ellos, sin duda Candelario.
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En 2017 sonó mi teléfono. Su número no lo tenía registrado. Se identificó y nos dio gusto estar platicando luego de muchos años de no hacerlo. Acordamos desayunar. Y a los pocos días nos vimos en un Vips. Y platicamos largo y tendido. Él estaba escribiendo un libro motivacional. Tenía mucha experiencia como maestro y líder, así también como orador, para escribir un libro de este tipo, y se lo dije. Luego se lo publicaron. Me hubiera gustado tener uno. Y leerlo. Y seguir aprendiendo de él.
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Con Candelario Madrigal vivimos muchos movimientos juntos en mis cinco años que trabajé en Jalpa- Sobretodo era la lucha magisterial honesta. Eran nuestros ideales y sueños. Y lo siguen siendo hasta el presente, como un distintivo. Con miedo sí, pero miedo dominado. Que nadie se dé cuenta de eso. Candelario era el maestro de ceremonias. O era el que levantaba la mano en público. Y con una oratoria tranquila, equilibrada, coherente y lógica exponía los argumentos, siempre irrebatibles. Porque los argumentos que esgrimía eran de la cotidianidad de la labor magisterial.
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Ayer precisamente escribía sobre ciudadanía. Y precisamente Candelario Madrigal es un exponente al doble sobre ese tema. Uno, porque lo era al interesarse en los asuntos públicos, que solamente las personas con esa característica lo hacen. Y además lo hacen con reclamos no de gritos, sino de argumentos y en la práctica al participar en lo colectivo. Y dos, como maestro fecundo sembró en decenas de generaciones la semilla de la participación, la semilla de la palabra publica, tanto en las clases, como en su práctica.
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Fragmento de su libro "Un nuevo ser humano":
"Si laTEMPLANZA es la más grande de las virtudes, en su vivencia el hombre puede destruir el ego, que es uno de los pecados humanos, pues debido a la exacerbación del ego la divinidad no nos visita, pues pasa de largo ante la puerta de nuestra casa. Permaneciendo en equilibrio abandonamos el ego y nos separamos de manera tajante del alarde y la jactancia, y cuando no tenemos nada que presumir el ego se debilita y desaparece. Para lograr esto debemos vivir como personas comunes y corrientes y permanecer en el justo medio. Ser común y corriente es una gran virtud, porque en este estado abandonamos por completo la presunción y el pavoneo, que a su vez engendra la soberbia, la altanería, la arrogancia, la autocomplacencia y la altivez, entre otros defectos y antivalores humanos."
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En estos momentos escucho la canción de José Feliciano: "ya mis amigos se fueron casi todos. Y los otros partirán después que yo. Lo siento porque amaba su agradable compañía. Mas es la vida y tengo que marchar. Qué será, que será. Qué será de mi vida, no lo sé. Si se mucho, o no se nada, ya mañana se verá. Y será, será lo que será". Así de simple y sencillo lo plantea el compositor Feliciano. Y así la hemos cantado desde hace muchos años. Sabiendo que un buen día nos toca partir.
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