¿a dónde irá la golondrina?

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Le sucedió al primo de un amigo, o al amigo de un primo. Ya ni sé bien. Me lo contaron y se los cuento.  El caso es que en la despedida, esa cuando se cantan las golondrinas sin cantarla o cualquier otra canción del tipo "adiós, adiós, amor", dieron media vuelta él y ella. Sin pelearse, pero con barrunto de nubes negras, presagio de tormenta, él, triste, volteaba a ver cada diez pasos, para ver si ella también volteaba y lo llamaba, así hasta que perdió la esperanza cuando vio que ella era solo la imagen de un puntito muy chiquito que se perdía en la distancia y horizonte, y final y fatalmente desaparecía. Entonces él, se detuvo en un parque. Se sentó y empezó a escribir unos versos de dolor y a la vez esperanzadores.  "A otra cosa mariposa..."

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Me sorprende y maravilla el vuelo y canto de los pájaros. De pronto cruzan frente a uno en lo alto, sea en solitario o en parvada. Y allá van. A veces son los que vienen desde tan lejos buscando la tibieza del sur. Y regresan al norte cuando en estos lugares es verano. Recorren grandes distancias. Y a veces son los que tienen su hábitat cerca de nosotros. Cada uno con su comportamiento distinto de rutina. Todos ellos desafiando la gravedad, desplazándose en el densidad del aire. Y a veces viene este pensamiento: "¿a dónde van a parar los pájaros viejos? 

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"Cerca de mi casa hay un tamarindo, donde una calandria construyó su nido". Es el inicio de una canción que escucho desde niño. Y que recorro verso a verso maravillado de que el ser humano ha dejado por escrito y en casos como este con notas musicales un canto a las aves. Y hay muchas canciones como estas. Otra: "Pájaro chogüi". "Pajarillo barranqueño".  

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Y sin duda una de las más escuchadas y además triste porque se canta en despedidas que anticipan nostalgia y en muchos casos dolor, de ese que forja los espíritus, son "Las golondrinas". Y teniendo su propia historia las canciones, de algunas su origen parece hasta increíble. Esta canción es una de ellas.

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Salí de la primaria y Las notas de "Las golondrinas" la cantaron en la ceremonia de despedida, al final, ya cuando nos tomábamos fotografías y cuando íbamos caminando a casa escuchábamos cada vez más lejos las notas. Lo mismo sucedió en la ceremonia final de secundaria y en la Normal. Cada vez, según la edad, íbamos comprendiendo el sentido estricto y literal de dicha canción: no volveremos ver con regularidad a los amigos con los que convivimos a diario. No volveremos a ver a la muchacha que nos gustaba con frenesí juvenil. A ella nunca más la volví a ver. A los amigos, después de cuarenta años.

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Y si bien es cierto que hay muchas canciones que tratan el tema del adiós, con tristeza, nostalgia y dolor, "Las golondrinas" es la que da en el clavo, corazón que se parte. Y el origen de la letra como la conocemos dice "A dónde irá, veloz y fatigada, la golondrina, que de aquí se va. Quizá en el viento se hallará angustiada/ buscando abrigo y no lo encontrá..."

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La melodía es obra del mexicano Narciso Serradell Sevilla (Veracruz, 1843-1910), y llevó el título de “Las golondrinas”. El origen de la letra es árabe, y en ella se basó nuestro paisano, de Aben Humeya (1520-1569); éste escribió con dolor la despedida de su tierra al huir tras ser vencido, con una dedicatoria final “al objeto de mi amor sublime”. 

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Cierto. Llega el momento de la despedida. Pospuesto el acto, se ajusta al "no hay fecha que no llegue, ni plazo que no se cumpla". Tomamos nuestras cosas y decimos adiós. Y no hay vuelta atrás, ni para tomar impulso.

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La versión fue de casualidad encontrada en una hoja para envolver pescado en un mercado de Marrakesh (recordad Casablanca). Escrita a mano dice el rey árabe morisco: "Aben Hamet, dejando su patria/ la muerte en el alma/y las lágrimas en los ojos se detiene al final de la planicie florida, hermosa Granada y te digo adiós. 2a   Ciudad del amor, paraíso de las fuentes, feliz y orgulloso en tu seno viví ... ahora moriré en costas distantes; ¡Ay! ay! ¡Ya no te veré más! 3a  En el mes de las flores, veré la golondrina/ Salir de África y recorrer el horizonte: Cantando libre y dichoza, ¿a dónde irá? De sus amores alegrar mi casa..."

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Canción emblemática de la trova yucateca es El pájaro azul. Entre lo sublime del tránsito de la adolescencia que se enamora y la adultez que expone el sentir para ver si acaso aún es posible. Ese pájaro azul es mi cariño, dice. "Tengo un pájaro azul dentro del alma,/ un pájaro que canta y que solloza,/ y que en mis noches de infinita calma/ es como una esperanza milagrosa./Ese pájaro azul es el cariño.

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El caso es que los pájaros cantan y vuelan. Y son una maravilla.  Metáfora de uno mismo.

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