.Su nombre es lo de menos

1

Su nombre es lo de menos. El hecho es que ella amaneció sentada en la playa. Al despertar sintió todo su cuerpo ligero. Como si se hubiera despojado de las prisas, de las cargas, de las preocupaciones. Se sintió libre. No sentía sed ni hambre. Al menos por el momento. Con el paso de las horas seguro sí. En pocos momentos el sol aparecería por donde siempre. Y ella no recordaba absolutamente nada de sí misma. ¿Como llegó allí? ¿Con quién? ¿Con quiénes? Eso es lo que dos semanas después se preguntaban sus familiares. Y en esos momentos eran las mismas preguntas que ella se hacía. Sus recuerdos recientes estaban borrados. Sí sabía quién era, por supuesto. Solo que las últimas veinticuatro horas estaban fuera de su memoria, recuerdos fugados, o no registrados por su cerebro.

2

Hay quienes nunca miran la luna de día, porque su paradigma la ubica solamente de noche. Y hay quienes no les interesa nada de lo que sucede más allá de sus "narices". Cada quien andamos en lo propio en este Valle al que se le llama de lágrimas y risas. Y hay quienes solo se la pasan tratando de descubrir los planos del universo. Y ambos llegan al final de su existencia sin saber más allá de lo que está permitido a los normales.

3

Marisa fue un sueño tan real, o fue real pero en su desaparición abrupta pareció un sueño. A lo mejor como la vida misma. La recuerdo muy bien como si ahora yo tuviera la edad que entonces tuve y la veía a diario subirse al autobús de nombre 2 de abril que daba el servicio público de transporte. Para entonces ella tenía catorce años, yo doce. pero yo estaba muy enamorado de ella. Era lo que podría decirse sobretodo en esa edad el amor de mi vida.

4

No sé a usted. Pero a mí siempre me han llamado la atención eso que llaman filtros de amor. Como si realmente existieran. Como si realmente hicieran efecto. De existir a como lo imaginamos entonces sería de gran venta mundial y de beneficio para la vida de la humanidad y su relación con las otras especies y con la naturaleza; en conjunto la convivencia diaria sería de otra manera, pero en esencia amorosa, con todo lo que ello significa.

5

Se llamaba Martha. Estaba en primero y yo en tercero de la prepa. Alta, pelo rubio. Y jugaba basquetbol. Así que nos conocimos en la cancha, literalmente, un sábado en las mañanas, en esos estar viendo jugar las retas de tres, y de pronto te incluyen en una, y entras. Sudados, en un descanso hicimos plática. Y luego de las actividades la pasé a dejar a su casa. Nos fuimos caminando toda la calle sexta. Y la plática no recuerdo sobre qué temas fueron, pero qué importa. Vivía por el Centro de salud.

6

Fátima estaba en tercero. Bella, bellísima. Yo en segundo. Hablo de la secundaria. Los grupos estaban en un edificio de tres pisos. Ella en el tercero. Yo en el segundo. Yo estaba atento cuando ella bajaba. La miraba embobado caminar ondulante, suave, y con una risa de ensueño. El uniforme guinda falda con tirantes y blusa blanquísima le quedaba muy bien. Como modelo. Su dentadura como para publicidad de dentífrico. Pero el 10 de mayo me armé de valor. Me crucé con ella (venía, yo iba). Y en el preciso instante de nuestras miradas encontradas le dije tartamudeante "Fe Felicidades!, Fa fátima". Ella se sorprendió y sonrió. No me respondió nada. Y pasaron los días. El viernes dos días antes del Día del padre se asomó por la ventana de mi salón y me llamó. Acudí nervioso. Ella me preguntó "¿por qué me dijiste felicidades el Día de la madre, Antonio?". "Por mami, mamacita", le dije y salí corriendo antes que me insultara. ¡Qué nervios y ya sin tartamudear. Ah, la bella Fátima, mi medicina. El mero Día del padre cayó en domingo. El lunes temprano al pasar por mi salón de nuevo me llamó. Acudí temeroso. Al momento de encontrarse nuestras miradas me dijo: "Felicidades, papi". Yo me sentí el hombre más feliz del mundo. Por esas dos palabras de Fátima. "¿Y mi abrazo?", dije. Y nos abrazamos fuerte. Como de película. Nunca olvido su tibieza de cuerpo junto al mío. El encuentro y cercanía de dos corazones palpitando acelerados. Pero sobretodo que su cariño me quitó lo tartamudo.

7

Cuando llegué a mi puesto de venta, siempre temprano, la vi desde lejos. Sola. Eso fue lo extraño. Es común que amanezcan grupos. Mínimo de tres y hasta diez chavales. Hacen su lunada. Traen su guitarra. Y cuando llego, alguno se acerca para abastecerse de frituras y agua. O tengo algunas cervecitas y comparto. Me acuerdo de mi juventud, como ahora ellos. Pero ver a esa muchacha sola, distraída, mojando sus pies. Volteaba a verme. Y fue entonces que decidí acercarme para ver si se le ofrecía algo.

8

Les contaré de mi vida. Tengo ochenta y cinco años. Estoy solo en esta casucha prestada. A veces me traen de comer y beber algunas almas caritativas. Pero en mi juventud fui otro bien distinto. No se imaginarían este presente si me hubieran conocido. Tambié n sueños de futuro y todo lo posible. Solo que la vida es traicionera. Y te lleva por otros caminos. Estuve en manicomio sin estar loco. Y veinte años la pasé en la cárcel por asesinato, aunque soy inocente. Pero ya se sabe: se castiga la pobreza no el delito. Tuve amores de película. Pero todo se acaba. Y aquí estoy. Postrado. A la espera de la libertaria muerte.


Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

Rigo Tovar y Chico Ché

Max in memoriam