Taller

1

Volvimos ayer sábado con las sesiones del taller literario, luego de tres sábados por las vacaciones de semana Santa. Bien observó un amigo que los que escriben no tienen vacaciones en su acción de escribir. Y es correcto. Solo que yo tuve que ausentarme por el placer de salir de la ciudad, y ese es el motivo. Les recuerdo que el taller literario se llama La cueva de los Alebrijes, y su sede es Casa Alebrijes, Centro cultural, iniciativa ciudadana, que está ubicado en la calle Hidalgo, atrás del parque Los pajaritos.

2

Escribir literatura es ir juntando palabras con una actitud lúdica, como un ejercicio de pensar desde la imaginación. Se van construyendo situaciones, hechos concretos originados desde la creatividad de la persona escritora. El poema es otro asunto. cada verso se escribe, creo, sin pensarlo con razón. Solo fluye. Y es otro lenguaje. Y no a cualquiera, ni modo, pero así es. Y llegar a un taller literario se hace por reunirse con personas afines, afectados por el mismo "mal" de no poder ni querer dejar esa actividad, que de alguna manera nos representa, nos pone insignias imaginarias en la frente, como las estrellitas que nos ponían en el preescolar o la primaria. 

3

Ayer asistieron Martha Pérez Cupil, Michelle Roselló Osorio, Angel Valdivieso, Jaime Ruiz Ortiz y Ángel Mendoza Solís. Este último, joven de 20 años, llegó el sábado anterior, en búsqueda del espacio conocido como taller. Y ayer estuvo con nosotros. Es estudiante de Sociología en la Unam, y solo estará en este taller ocasionalmente, supongo cuando tenga vacaciones.

4

Anímense a llegar los que quieran. Nadie come allí de los que ya llegan. Son tan sencillos y buenas gentes que conforman un buen grupo alegre y nada pendenciero. Son personas de paz que les gusta leer y escriben. Y son tan tranquilos que cuando escuchan críticas sobre su texto y sugerencias para mejorarlo lo hacen con el mayor respeto en silencio, y acaso responden si el que critica les pregunta algo, en referencia a alguna palabra, o algo que no se entiende o no aterriza. Algo así. Así que anímese a llegar el que empieza y pretende mejorar en sus textos, además de formar parte de un buen ambiente, alegre y solidario, de mucha confianza desde el primer día. Y de plus un aromático cafecito y un buen pan que siempre ponen a disposición los anfitriones Jaime y Delia.

5

Y hablando de los textos. No me lo va a creer el lector. Es como si ayer sábado estuvieran reunidos los jóvenes  Borges, Burrough (el de los Beatnik) y Juan José Arreola. No es por hacer alarde. Pero de ese tamaño. Y ninguno balbuciente. Sino con afanes en concreto ya definidos en versos o diálogos seguros en la construcción de los mismos. No diré lo de cada uno de los asistentes. Ellos ya se reconocen si leen este texto que da referencia de lo sucedido ayer, como una especie de crónica. Y algo de ello leerán en público cuando se programe una lectura.

6

Cuando me afirman que los jóvenes no leen, yo digo que sí y que no. Hay quienes sí y hay quienes no. Yo tengo la fortuna de encontrar constantemente jóvenes que sí leen y a veces jóvenes que también escriben, y a veces jóvenes que declaman, y quienes hacen deporte, y quienes participan en obras de teatro, y quienes llegan a los templos y están en los coros, y quienes ayudan y respetan a sus padres y en general a todas las personas. Yo digo que sí y que no. Por dinde yo transito me encuentro seguido con jóvenes, muchachos y muchachas que sí leen. Y mi corazón anda confortado.

7

Los talleres son así. Hay quienes llegan y no vuelven. Hay quienes no vuelven pronto, luego regresan. Hay quienes esperan con ansia la próxima sesión. hay quienes llevan textos y quienes no. Hay quienes llevan textos cada sábado. Y hay quienes cada sábado no llevan pero amenazan con llevar. Hay quienes con prisa escriben algo y lo llevan. Y hay quienes se mantienen a pesar del calor, de la inseguridad de la ciudad, de las fallas del conductor. Lo importante es lo que sucede a diario en la vida de cada uno de ellos. Y cómo transforman ese su sentir en obra escrita. Y allí vamos.

8

Ayer sábado, -tan pronto llegando yo al taller- Jaime Ruiz, que es anfitrión, me muestra como diez cuadernillos con el logotipo Libreta de mar. Bellos cuadernillos para apuntes, para echar a volar la imaginación, para dejar obra manuscrita. Y me dice: "aquí los dejó Cristian Cerino, de regalo para cada integrante del taller. Me encargó que se los diera a usted y usted los repartiera, para los que alcancen". Cristian Cerino es un joven y excelente maestro de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco y excelente periodista, que tiene un blog con el nombre de Libreta de mar. Agradecidos con ese gesto, y le reitero la invitación para que nos acompañe y nos platique sobre la crónica literaria. le mando un fuerte abrazo.

9

¿En qué estaba? Ah, sí. Que algo de lo mejor que me ha pasado en la vida es que yo formé parte de talleres literarios, con coordinadores de primera, como Ramón de la Mora Bueno, con Andrés González Pagés, y también, aunque poco, con Fernando Nieto Cadena. Y que conduzco talleres literarios, lo que me ha permitido formar parte, como coordinador, de ese grupo de muchachos ansiosos por escribir y publicar, etcétera, y que si bien la mayoría lo han logrado, otros han mejorado su forma de escribir, que es lo mismo decir que su manera de pensar, lo cual ayuda mucho en todas las situaciones de la vida. Y han leído bastante. Punto.

10

Así que anímense los que gusten. En el taller literario quienes asisten son buenas personas y además son alegres. Como decimos: tienen muy buena vibra. Es la Cueva de los Alebrijes, nombre puesto por el amigo fallecido, persona noble y creativo, de gran corazón, Luis Alonso Fernández, que por  ierto estos días falleció, ya hace dos años. ¿O uno? ¡Carajo, cómo pasa el tiempo, y la vida! Tan fugaz. Dicen que las estrella fugaces se burlan de nosotros y dicen: ¡los fugaces son ustedes!






Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

Rigo Tovar y Chico Ché

Max in memoriam