Admiraciones

1

Ahora que Serrat anda en su gira de despedida quise escribir con este tema. Porque sin duda es él una de las personas a quien admiro. Por la belleza de sus letras. Por ese tono sutil a veces o directo otras por decir las cosas que dijo en sus canciones y sin duda las seguirá diciendo (compondrá, ya no hará giras), por ese humor elegante que tiene en la plática. Ahora lo he visto en un video breve en Nueva York. La mujer que yo quiero no se baña en agua bendita, no señor, les diré mis secretos, se baña en whisky, algo así, dice.

2

Admiro la valentía de las aves que cantan, aunque la rama cruja. Sí, ya sé que es un verso conocido. pero es que admiro a ls aves y a los y más a las poetas. Uno se levanta. Y por la ventana se asoma un pájaro que canta y en su trinar nos muestra que la naturaleza es perfecta y por lo tanto sabia.

3

Admiro a los chicos y chicas que se inscriben a concursos que no ganan, y más cuando se vuelven a inscribir y no ganan y de nuevo, de manera insistente, persistente. Por dentro saben que en cada intento son distintos. Van tomando en sus manos su destino. Saben que en la vida el triunfo mayor es seguir adelante. Y que la cara de la moneda en triunfo o derrota es más una circunstancia que un sello en su vida. Los he visto. Mi pecho se pincha de orgullo al verlos. Yo fui uno de ellos.

4

Admiro al ciudadano, hombre o mujer. Ese que acude al llamado de lo colectivo para sumar su fuerza en un trabajo conjunto. Aquel que firma al calce una solicitud, una queja o se suma en el mítin a la protesta contra algo que les concierne a todos. 

5

Admiro al niño o niña que lee, porque ya es una persona chiquita que piensa. Y ríe, y juega, y al leer va descubriendo un mundo construido con la imaginación. Y que a la postre sabemos que es el mundo verdadero. Esos niños van descubriendo la hoja en el bosque, si caben o no y cuántos ángeles en la punta del alfiler, y descubren que los cangrejos no son inmortales.

6

Admiro a los trabajadores en su conjunto. pero permítanme que diga aquí del albañil, del pintor y del plomero. Uno construye casas y grandes edificios, que quedan para la posteridad aunque él viva en una casa humilde. El otro da el tono a los colores de exteriores e interiores como ayudante del Dios original que hizo todo cuanto pudo y seguirá haciendo de manera inadvertida por la razón de los hombres. Y el último destapa las tuberías de basura que dejan los animales y logran para beneplácito de los que los contratan en un fluir de residuos como resultado victorioso de dicho trabajo.

7

Admiro sin duda al hombre y mujer honrados. Los que no toman ni un céntimo en el cambio, y andan con la frente en alta, dignos por la vida. Son raros. Son como luciérnagas que brillan de día. Son los que en Atenas busca Diógenes con su linterna encendida, son los que sí, cómo de que no hay, tenga para que aprenda, como afrenta para los ladrones de poca o mucha prenda. Los dignos, los honrados, cuya casa humilde o mediana es su palacio, su ropa es de tal sencillez que brilla y relumbra su alma y su mirada.

8

Admiro al atrevido, a la atrevida en hacer cosas, a las que cantan en karaoke con más entusiasmo que voz, porque disfrutan la vida. Tengo un amigo que fue a una fiesta y el karaoke andaba en su punto, cuando se cantan las de Lupita Dalessio y Paquita la del Barrio, habiendo pasado por Selena y Dulce, cuando vio que una mujer sesentona, enferma evidente, cantó "tres veces te engañé, la primera por coraje, la segunda por derecho y la tercera por amor, tres veces...".  Y al amigo que andaba de visita en esa ciudad lo mismo yo, le rogaron que cantara y no. Y ya de regreso en el viaje me dijo: de lo que me arrepiento es de no haber cantado, y más que vi a esa mujer enferma familiar tuyo -hermana- cantar estando enferma.

9

Admiro a los que bailan sepan mucho o poco. Mis pies de plomo no me lo permiten aunque se muevan bajo de la mesa.  Y me gusta ver a las parejas en salsa o Rock´n Roll hacer piruetas en pasos que yo ni en sueños, aunque digo que en sueños todo es posible. Miro su ritmo, su cadencia, su sudor, su sonrisa y todo mundo atento, hasta parece que sus articulaciones hubiera nacido para eso y su acoplamiento ni se diga.

10

Admiro a los que aman, que se olvidan de prejuicios, no hacen caso a chisme ni rumores, y van al frente aún contra el tiempo, contra costumbres, contra insultos inclusive y su amor sale más fortalecido en cada embate de las buenas costumbres.  

 11

Admiro a los faquires, a los que buscan con afán trabajo, a los que renuncian a la rutina, a los que ríen con razón y sin ella, a  los que hacen reír con su plática, a los que escriben bien o mal, a los que cuentan cuentos y andan de lugar en lugar con sus historias, manteniendo la flama de la palabra, a quienes no ruegan, a quienes ruegan, a quienes oran, a los que tienen esperanza aún que la realidad les dice lo contrario, a quienes enseñan de verdad con entusiasmo, a los que leen venturosos, a los que caminan con o sin ruta, a los que piensan más allá de lo que les dicen sus sentidos, a los que sueñan con un mundo mejor, a los utópicos, a los compositores de canciones, a los que protestan, a los olvidadizos, los despistados, a los que son Napoleones o poetas en los psiquiátricos o en los asilos. A ti, sin duda alguna.

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