Adelante, jóvenes y maestros de telebachillerato comunitario

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Ayer fui jurado de oratoria en Telebachillerato comunitario, zona Centro. Me fue muy grato. Me parecía ver a mis ex alumnos de  telesecundaria, donde fui docente varios años. Ellos son orgullosos hijos de familias del campo, trabajadores, de valores, sencillos. Me dio gusto ver a sus maestros y maestras asesoras. Y agradezco la invitación a las autoridades de ese nivel y modalidad. Los concursos son espacios de oportunidad. Eso implica el reto de tomar la decisión de participar, ensayos y dominar el miedo de hablar frente a un público. Y con ese hecho logrado, ya el estudiante es distinto.

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Telebachillerato comunitario es la modalidad de servicio educativo para el medio rural. Tiene apenas pocos años que inició esta modalidad en Tabasco, algo así como diez. Es muy parecida a Telesecundaria, si no es que igual. Un televisor donde se reciben las clases. El maestro es coordinador de actividades de un grupo y atiende toda la jornada. La mayoría de planteles son de tres grupos, uno por cada grado. E iniciaron en aula prestada de la primaria o telesecundaria, o en una casa delegacional o particular, con todas las dificultades y limitaciones que esa circunstancia determina. 

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Llegué a la monumental y bella Biblioteca Pino Suárez, a las 9 en punto y empezó a las 10. Aproveché la hora disponible para echar una vuelta por todo el CICOM, vacío a esa hora. Busqué las oficinas de Editorial. Están como escondidas, por no decir relegadas. La Casa Mora, donde vivió sus últimos años Manuel Mora, ex gobernador, ya no funciona como tal, como Casa del escritor, con actividades propias administrativas de lo editorial, ni taller de escritores, ni presentaciones de libros. Ahora tiene la función de ser casa de las artesanías. En el recorrido supe que la escuela de música del Agora fue trasladada asimismo al CICOM. No lo sé, pero por lógica imagino que hay amontonamiento. Vi los carteles de películas antiguas en la entrada de la sala de Cine Antonio Ocampo. Me asomé al interior de la librería del FCE. Vi a través del cristal muchos libros que quisiera comprar.  En otra parte vi una Sala vacía donde se exponen fotografías. A lo lejos vi la cafetería Cafetto. Y la Alianza francesa. Todo estaba vacío a esa temprana hora. Apenas algunos intendentes y vigilantes. Vi dos perros escuálidos y en condición de calle, echados ante el sopor del clima caluroso.

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Es estimulante ver a los muchachos y muchachas en su participación. La adrenalina al cien. El valor que tienen para estar al frente, luego de aprenderse un texto, el del discurso. Este era "¿Qué significa ser estudiante?" Tema por demás, muy importante. Permite la reflexión personal sobre lo que se es y lo que se debe ser. Una especie de evaluación personal de si estoy siendo lo que se dice que debe ser un estudiante promedio, y en todo caso, mejor. Cinco a tres, en favor de las mujeres como participantes.

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De acuerdo a la convocatoria, debíamos seleccionar a solo dos de los participantes, que pasarían a la final estatal. Uno por uno fueron pasando, teniendo entre 2 y 4 minutos para su discurso. Para algunos de ellos es probable que apenas fuera su primera participación fuera de la escuela. Y es allí la diferencia con quienes tienen otras experiencias de participación. Se califica la estructura del discurso, si hubo investigación, originalidad, si hay coherencia en el uso de palabras; la voz, que tenga volumen adecuado, si hay matices variados, la pronunciación correcta de las palabras (dicción), y se califica la postura, los ademanes que se correspondan con lo que se está diciendo; y si se captura el interés del público. Oratoria es el arte de la palabra, con un mensaje mediante el cual se busca persuadir a los oyentes. Al final del discurso debe haber una invitación o exhorto.

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Es un lugar común decir que todos los participantes son ganadores. Pero es muy cierto. Si quien lee un libro es distinto, lo mismo quien lee o escucha un poema, o quien mira una exposición de pintura, o ve una obra de teatro. Pues con mayor razón quien participa: ha vencido miedos, ha enfrentado al monstruo de pasar al frente. Entonces cada uno ya venció dentro de sí mismo los monstruos que nos habitan. Ganadores ya lo son. Además salieron de su comunidad para estar en esta ciudad capital, Villahermosa, y conocer la biblioteca central José María Pino Suárez, que impone la gran y bella construcción, diseñada por el arquitecto Teodoro González de León, quien ganó un premio internacional arquitectura con este diseño. Ganadores cada uno y una. Y sí, dos pasan a la final, con una reñida pelea por el segundo lugar. Marisol Salvador Hernández, de Centla, obtuvo el primero. Y Olga Guadalupe García García, el segundo. Recibieron de premio, aparte de pasar a la final estatal, un diploma de reconocimiento, un marco para dicho documento (excelente idea), un cilindro para el pozol, una medalla y una cantidad económica en efectivo. Felicidades a ellas, sus maestros y su familia.

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Me gustan los mensajes que se dan. En el inicio por el maestro de ceremonias, sobre el valor que tenemos todos. Solo que a veces no nos damos cuenta. "El muchacho va con un viejo maestro a explicarle que siente que no tiene valor, así se lo han hecho sentir en su familia y algunos de sus maestros. El viejo maestro lo escucha. Y le dice que lo va a ayudar, siempre y cuando él lo ayude vendiéndo su anillo. Sin decir más se lo quita, y le dice que lo lleve a vender al mercado, pero que no acepte menos de una moneda de oro. El muchacho animado va, lo muestra a varias personas, y estos le ofrecen a cambio monedas de cobre, y lo más dos monedas de plata. Frustrado se regresa con el viejo maestro, y este le dice: "ahora lo llevarás con un joyero para que te diga su valor, pero no se lo vendas. Y regresas. Va con el joyero y este le ofrece 15 monedas de oro. Alegre va con el maestro. Y este le dice: esa es la lección que quiero que aprendas y te lleves. No todos nos valoran pero hay quienes sí; entre estos  tus maestros". 

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Pero hay más, luego de la premiación  a los ganadores y reconocimiento a todos los participantes, la maestra Hilda Alicia Garza Sagástegui, del público, ajena a la modalidad, les dirigió unas palabras a todos los presentes. Habló emocionada sobre la importancia de la participación, y de la metodología de la investigación para la vida. Con prudencia comentó sobre las condiciones conceptuales en las que llegan los alumnos a la universidad, con algo de carencias, pero que hay que reconocerlo para actuar en consecuencia. "La metodología de la investigación nos sirve en todas las circunstancias de la vida, no nadamás como estudiantes o en el trabajo".  

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En la clausura igual, Rafael león León, representante oficial de dicha modalidad educativa, resaltó los mensajes de cada uno de los y las participantes: valores, historia, educación de antes de la colonia, la importancia de la familia y muchos conceptos más. Que de primera instancia son reflexión e investigación, y que pasaron dichas ideas y conceptos ya por la mente de los y las estudiantes. Ya con eso es bastante ganancia. Si ya los aplican, eso es excelente. Si no, es un reto entonces. Y qué bien. Y extendió la felicitación a todos los participantes en la organización del evento.

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Ya en mi salida logré ver a la maestra Hilda Alicia (la del mensaje improvisado). Me acerqué a ella y platicamos largo y tendido, de manera atropellada, arrebatándonos la palabra, por la emoción de encontrarnos quienes coincidimos en la educación práctica, la importancia de la lectura, los valores, libros de pedagogía, los alumnos conflictivos. En resumen: lo que es la pedagogía del amor y la emoción por enseñar y convivir a diario con los y las alumnas. La platica la efectuamos de pie. Cerca de nosotros estaba la maestra Cachita, trabajadora de la biblioteca, quien nos escuchaba y miraba obsorta, atenta. Me despedí de ambas. En la despedida la maestra Cachita (sí, como la canción "Óyeme, Cachita"), me obsequió generosa un elefante de papel: "Modesto obsequio, maestro -me dijo-, es del taller de papiroflexia que se imparte aquí". Yo tomé mi elefante (hay foto) de papel. Y a punto de humo en los ojos, me quité del lugar. ¡Qué calor hacía ayer!






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