Ellas hablan

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Ellas duermen plácidas. Cuando despiertan algunas tienen moretones en varias partes de su cuerpo. La sábana blanca tiene rastros de sangre y líquido seminal. Ellas sienten dolores. Y no tienen la ropa interior con la que se acostaron. No importa la edad de ellas. Algunas son adolescentes. Otras adultas plenas. Y el extremo, una niña de tres años. El jefe de familia se da cuenta, lo comentan entre ellos y con el pastor, que es la autoridad máximo de la colonia. Este determina que son fantasmas y demonios que las castigan por sus pecados. También dice que son alucinaciones desquiciantes. Todos ellos son menonitas, ascendientes de alemanes. 

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"Ellas hablan" es el nombre de la película que acaba de ganar un premio Óscar 2023 como mejor guión adaptado, de la novela del mismo nombre, de la escritora Míriam Towes. La obra parte de las violaciones reales a más de 250 mujeres que sucedieron en la colonia Manitoba, de Bolivia. Sus habitantes son menonitas. Por lo tanto su vida social esta organizada de manera rígida por costumbres de la edad media. No aceptan en general la tecnología como Internet, teléfonos celulares, ni neumáticos de hule. Sus reglas morales de convivencia son muy rígidas de costumbres ni bailes ni alcohol.

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Hasta allí el hecho real, que incluye la detención de los malechores, y la historia pasa a la ficción para continuar los acontecimientos. Ellas se empiezan a reunir en Asamblea aprovechando que los hombres andan en la ciudad para  tratar de pagar la fianza de los violadores. Pero hay una historia de amor que subiste en lo sublime.

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Muchos años atrás una familia fue expulsada de esa colonia. La razón: la jefa de familia incitaba a las mujeres a revelarse. Antes de irse, el niño de la familia, de nombre August, intentó despedirse de Ona, la niña que apreciaba con dulce sentimiento. Fue a la casa de ella y se la negaron sus padres. La familia expulsada se fue a Inglaterra. Allá murió la madre. El padre desapareció. Y el niño August fue creciendo, recibiendo educación, pero con enormes ganas de suicidarse. 

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Lo salvó una bibliotecaria. Lo escuchó en su vacío y desarraigo. "Regresa a tu colonia; ellos son tu ancla en la vida. Hay razones allí". Y volvió precisamente en el tiempo de las violaciones y asambleas de las mujeres. La condición que le pusieron para regresar a la colonia es que renegara de sus padres. No lo hizo. Lo aceptaron si les daba clases a los niños. Le darían 3 comidas y un espacio para dormir. Ya como maestro, las mujeres, todas ellas analfabetas, le pidieron levantará las actas de las reuniones. Aceptó. Entre las mujeres de las asambleas estaba, ya adulta, aquella niña de su aprecio en la niñez.

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Había puras mujeres, porque los hombres andaban tratando de liberar en la ciudad a los violadores. Y las discusiones se pusieron muy buenas. ¡Vean la película! Se pusieron tres opciones: quedarse en la colonia y perdonar a los criminales violadores. Su modus operandi era echar de noche un líquido adormecedor en el inerior de las casas. La segunda era quedarse y luchar para hacer justicia y cambiar las relaciones mujer- hombre. Y la tercera era irse para empezar una nueva vida en otro lugar.

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La votación general dio como resultado un empate entre irse y quedarse para luchar (no quedarse y perdonar y seguir sometidas). Como no sabían leer ni escribir y que no se confundieran al momento de votar, que lo harían con una cruz en una gran sábana, había tres dibujos en la parte superior que representaba cada una de ellas: un hombre y una mujer peleando a cuchilladas (quedarse y luchar); un caballo visto de cola, no de frente (irse); campos bien sembrados, nubes en lo alto (quedarse y seguir en el trabajo de siempre, sin ser valoradas como seres humanos. Ante el empate, le dejaron la responsabilidad a las mujeres de dos familias, para que ellas analizaran, reflexionaran y decidieran cuál decisión tomar. De eso esencialmente trata la película, de las discusiones.

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Las discusiones se centraron en reflexionar sobre los pros y los contras de cada una de las opciones. Con limitaciones en el expresarse, con los pocos conocimientos, con la experiencia de la vida de las mujeres mayores, con el sufrimiento de toda su vida, con el miedo comprensible, con la esperanza de mejores condiciones de vida para sus hijas y nietas, así fueron las opiniones. A veces con ira, pero sin pleitos. Discusiones fuertes, pero siempre pensando en lo conveniente para todas ellas. Destaca el terror ante no poder entrar al cielo. Y para que esto fuera posible, era condición irracional el perdonar a los violadores y seguir conviviendo con ellos como si nada.

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Por supuesto que destacan las opiniones de Ona, aquella niña a quien no le permitieron despedirse del niño August. Está embarazada producto de la violación. Serena y con sabiduría, tranquila pero con firmeza daba su opinión. Fue ella quizá, la que propuso que se levantaran las actas de las reuniones. Fue ella, quizá, la que propuso ¿Y quién más que el maestro August? Que él fuera el escribidor, el amanuense, el secretario de actas? August, el niñito aquel que expulsaron de la colonia por las ideas de su madre. Y el maestro August reconocía en las palabras de la gran Ona los argumentos de su madre, y sonreía en lo bajo. Y ella lo volteaba a ver cuando daba su opinión.

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Irse fue la opción en la película.  Irse con los niños menores de 12 años. No había de otra. Quitarse es la opción, no hay de otra. Se requiere sí, que ellas hablen. ¿Ya le conté la película? Uy. No, hay que verla. Le invito a verla. a mi me entran humo en los ojos como cien veces en toda la película. Y también estoy leyendo la novela. ¿Y qué pasó con el amor de August y Ona? Lo sabrás cuando mires la película o leas la novela.