Para conjurar el Alzheimer

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Para conjurar el Alzheimer, como una manera de prevenirlo, es bueno recordar. Es maravilloso pasar a cuenta, como película, detalles de aquel amor a quien amé un día; los días de infancia en solo casi juego; los maestros bondadosos y nobles que tuve en suerte; mis días en casa familar con mis padres y hermanas; las excursiones escolares. Y hemos de tratar de recordar las cosas buenas que nos han pasado, esas que nos ha prodigado la vida. Que recordar es volver a vivir, dicen.

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El sábado pasado recordaba precisamente la vez que escribí con intenciones literarias por primera vez. Fue a los 26 años. Yo estaba en la universidad. Ya había hecho intentos infructuosos anteriores. En la primaria un poema de te amo para una niña linda del grupo de tercer grado (yo estaba en quinto). Lo mismo en secundaria. Me había enamorado perdidamente de Leticia, luego de Marissa. Ya había leído el poema de Manuel Acuña, ese que dice: "Pues bien yo necesito decirte que te quiero, decirte que te adoro con todo el corazón..." Y al leerlo se me hizo muy fácil. Repetí su lectura por varios días. Y al fin me dispuse a escribir uno parecido. Y me salió tan parecido que lo tuve que romper. "Ya me urge, Leticia, decirte que te quiero con toda mi alma..., decirte que no puedo más vivir sin ti". Lo mostré a un maestro. "Es cursi y se parece al de Manuel Acuña", me dijo serio.

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Leía en secundaria poemas. Y unos los encontraba muy fáciles, y otros literalmente incomprensibles. Y me preguntaba cómo estaban en libros poemas que parecía que solo habían tomado palabras de aquí y allá y las habían juntado. Yo hice mi intento. Tomé un libro. Y de cada página iba tomando una palabra, y la iba escribiendo. Salió algo así: "manjar cielo disoluto/ historia luto iridiscente/ si mañana muerto árbol caballo/ humo, polvo, sombra dónde/ Calla Letty mi zozobra/ beso anhelo altura..."   Y así me seguí. Lo mostré al mismo maestro. "Eso está excelente. Excentas, Toño, mi materia este mes. Sigue escribiendo. Nunca le dije la manera como fui sacando las palabras.

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Si eso decía mi ilustre maestro a quien yo admiré más desde que me dijo eso, entonces tomé el diccionario y de cada letra iba sacando una palabra e hice lo mismo que en el anterior. Como Leticia no me había hecho caso. Entonces le empecé a escribir a Marissa. "Para Marissa: Albricias, bebe cielo/ dame efectos foco/ gratos hijos iconoclastas/jamás kilos lamas/ mientras nunca niños operes/ *nótese que para la ñ no quise escribir ñandú o ñu y me justifiqué que iba en la palabra niño. Y cosas así me iban sucediendo. El asunto que yo no sabía que con el lenguaje se podía jugar. Ya a los 30 años leí las vocales malditas, donde Óscar de la Borbolla  loco, loquísimo y creativo, escribe cinco cuentos, en los que solo y solamente utiliza una sola vocal en combinación con las consonantes para cada uno de los cinco cuentos.

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Teodosio el poeta joven, el infante terrible, y yo coincidimos en un grupo de la Universidad. Y coincidimos también como vecinos de silla en una fiesta. La plática normal. Él ya escritor, se dio cuenta que yo era lector. Y me preguntó si también escribía. Y mi respuesta fue "no". Pero esa pregunta de él y mi "no" correspondiente fue el aliciente como reto. Y al domingo siguiente me puse frente a la máquina Olivetti letera 25, y casi sin respirar ni descanso salieron a borbotones diez cuartillas con anécdotas de mi adolescencia. Ese texto más otrso qué escribí después los mandé al concurso de la feria Tabasco 1987 y obtuvo el segundo lugar. Luego se convirtió en mi primer publicación de nombre Las malas compañías.

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La mayoría cuando empezamos queremos ser poetas. Pero en mi trayecto de coordinador de talleres literarios he llegado a la conclusión de que es el género el que lo elige a uno. Sea poesía, poema en prosa, narrativa en sus es de cuento, relatos, novela, cartas y otros. Así que no desesperes si la poesía no aparece en tus poemas. Y ponte a escribir las razones por las que quieres ser poeta. Escríbele una carta a Dios, no al Diablo, o también. Y haz tus textos narrativos, donde aparezcan realidades, mentiras, personajes locos, vagabundos, bien portados, merolicos, etc.

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A mi siempre me gustó leer desde que tuve en mis manos los libros de primaria. Fueran los de Historia o los de Español lecturas. Lo mismo con los de secundaria. No recuerdo en esos años haber leído un libro completo porque no había en la casa. Y porque en la secundaria no había préstamo de libros de la biblioteca. O si habrá no me enteré. Los libros han sido algo así como sagrados. Bien guardados, bien bonitos se ven. Ya en la Normal, en mi edad de 15 a 19 años fue donde recuerdo sí, y de allí en adelante, empecé a leer libros. Uno de ellos fue "El llano en llamas", cuentos de Juan Rulfo. Descubrí otro mundo. Ese libro, aunque lo leí obligado, me permitió sentir la belleza y fuerza del lenguaje. Hay en esos cuentos concisión (no le sobran palabras, no se anda por las ramas en ególatras descripciones. Y hasta parece que uno escucha la voz de las personas del campo mexicano.

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Antes había leído las revistas que circulaban por millones en el país, de nombre Kalimán, Lágrimas y Risas, Chanoc, Tawa, Memín Pinguín, y otras. Mi padre las compraba. Y nosotros luego de leerlas las llevábamos a rentar con los vecinos. Vi alguna revista Duda, y me entraron dudas, contra todas las certezas. Y nunca le he hecho justicia a la revista de Selecciones del Reader Digest. Por olvido o por pena. Pero en efecto, una señora que me apreciaba y vio en mí madera de estudiante con "brillante" futuro, me regaló una suscripción anual. Así que cada mes llegaba puntual la revista a mi casa y a mi nombre. Allí leía breviarios de citas, fechas históricas importantes, y relatos de superación, principalmente, y algo de ciencia. Luego supe que era una trasnacional ideológica. pero me sirvió para fortalecer mi hábito de la lectura.

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Ya por esos días andábamos pensando en revolución y socialismos. Un amigo llevó a mi casa algunos libros de Rius, esos que llevan en el título  el complementto de "para principiantes", de filosofía, medicina, política, religión, historia, etc. Ilustrador de las masas semianalfabetas, muchos adquirimos allí de manera fácil los rudimentos de conocimientos en esas áreas que señalo. Fueron, digamos la semilla. Pero luego pasé a libros donde se criticaba fuertemente la vida cotidiana en los países socialistas, sobretodo en la URSS, con el asesinato de millones de trotskistas. los seguidores del gran dirigente Leon Trostki. Los libros eran la trilogía de Isaac deucher: "El profeta armado", "El profeta desarmado" y "El profeta desterrado". Matanzas y excarcelaciones. Algunas personas por ser señalados de hablar bien de Trostky. Entonces empecé a reflexionar de manera crítica sobre la imposibilidad hasta ahora de la organización de una sociedad con modo de producción socialista.

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En esos años entre los 17 y 20, tuvimos nuestro círculo de lectura. Nos reuníamos un grupo de greñudos y bellas a leer en colectivo los "Principios fundamentales de Filosofía", del pensador checo George Politzer. Bajo un frondoso árbol, asentados en el paso o recostados, íbamos siguiendo el hilo de lo que el autor dejó expuesto, y sonorizado ahora por unos adolescentes que andaban entusiasmados descubriendo razones de la existencia y de las condiciones en nuestro modo de vivir. Materialismo, idealismo. Y en general la vida producto de la evolución, los modos de producción y cosas por el estilo.


    

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