Dos concursos: la esperanza se fortalece

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A la orilla de la carretera los platanares van moviéndose hacia atrás en una velocidad moderada. Y nosotros seguimos en el auto. En lo alto y al costado izquierdo, una avioneta va soltando polvo herbicida a rabiar. Y seguimos. Me habían invitado a ser jurado en poesía coral. Y se me empalmó la fecha con otra. Me han de disculpar. Va fundida la alegría con la esperanza y la emoción. Las escuelas son resistencia, reducto del decoro.

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Telesecundaria Benito Juárez. Cinco grupos participantes, con el tema del Benemérito de Guelatao. Todos los y las alumnas bien dispuestos para participar. Claro ejemplo de inclusión total. De jurado la maestra Pily y la maestra Nice, y un servidor. Del 5 al 10, los números para diferenciar presentación, tono, memoria, volumen, mímica, voz. ¡Qué alegría verlos pasar! Unos muy rápido en su recitación  coral. Otros menos. Pero muy grato mirar y constatar el trabajo escolar.

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La fecha se me empalmó con otra invitación, a la que penosamente decliné con la disculpa correspondiente. En esta era hablar junto con Jaime Ruiz y Toño Mora sobre la importancia del leer y escribir. Y leer poesía, sea de uno, y -por el Día internacional- de otros, de manera tal que las y los estudiantes logren ser atraídos, quizás, por un poema de amor, de tristeza o de amistad. Y me mandaron de obsequio una libreta linda y una pluma fuente, de pavo real de verdad, con su tinta, para empezar a escribir el cuento o el poema más lindo del mundo. Muchas gracias al director Juan Antonio Madrigal y a la maestra que organizó el evento.

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Volviendo a la escuela telesecundaria del concurso de poesía coral. Me trataron todos de mil maravillas. No me puedo quejar. Y al final de todas las participaciones, deliberamos. A puntos, la suma, coincidió con el grupo que mejor se vio. Ganaron por unanimidad. Lo mismo el segundo y el tercer lugar. Luego la premiación. Y unas palabras como mensaje. Importante leer y escribir, como ejercicio para desarrollar el pensamiento. Y se aprende también al poner atención a quienes participan. Tres señoras vecinas estaban pegadas a la cerca escuchando muy atentas. La cosa se puso buena.

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Una sugerencia respetuosa es que los poemas no sean cortos. Porque al participante no le permite desplegar todas las características que una puesta en escena del poema puede mostrar. Y si es exageradamente largo, puede cansar al repetir los mismos recursos. Y no haya mucha velocidad al recitar. En fin, eso ya lo valorarán. Y a entusiasmarse por participar el otro año. Al final nos invitaron un caldo de gallina, muy sabroso, restaurador. Que ni nunca desprecio. Muchas gracias director, muchas gracias maestros. Mis  colegas de telsecundaria, siempre será un placer volver a saludarlos.

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Dos días después fui jurado en oratoria, en la telesecundaria Asunción Alamilla, escuela vecina. Ocho concursantes. Hombres y mujeres por igual. Qué entereza. Qué entrega. Qué valor. Allí saludé al director Eric. Los participantes en esa edad de entre 12 y 15 años, entusiasmados y con la adrenalina a flor de piel. Miré en mi pasado como en retrovisor. En ese pasado lejano, mis compañeros de grupo en esa decisión de ser mejor, de participar. Queriendo ganar, pero sabiendo perder con la consigna de en el siguiente concurso prepararse mejor. Con ellos aprendí, como el que anda con lobos.

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Las escuelas eso son: laboratorios del pensar. Oportunidades diarias de aprender. De escuchar a los y las maestras en esa tarea de Sisifo, de empezar cada día con la misma intencionalidad buena. No hay otra ruta mejor que la educación. Se requiere disciplina, entrega, vocación. Y son, más con entusiasmo, la manera segura de desarrollar otras habilidades. La vida de todas maneras va. Y fuera del aula se desteje lo que dentro se logra. Y al día siguiente hay que volver a empezar. Y con el mismo entusiasmo, mucho mejor.

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Destacaron cuatro alumnas, y un alumno. Y sin duda el muchacho Maximino Lanestoza, -que ganó primer lugar- fue el mejor. Iba con un traje negro, corbata anaranjada. Claro, este vestuario no le sumaba puntos. Pero su forma de hablar sí, con buena voz, con matices, y los brazos se movían en congruencia con las ideas plasmadas. Clara la dicción. Era indudable el primer lugar, ganado a pulso por su preparación. Y el segundo lugar, Dulce Daniela Gaspar, una niña delgadita. Asimismo notoria su preparación. Sus gestos, sus ademanes, su voz. Y lo destacable es que eran de primer grado. Chiquitillos. También el tercer lugar merecido, para Valentina del ángel Carrera. Y el público muy atento. También se aprende viendo y escuchando. Así me pasó a mí, en aquellos años al escuchar y ver a los declamadores y oradores de mi lejana generación.

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El director de la escuela, al final, clausurando el evento, se comunicó muy bien con el público. Contó tres anécdotas relacionadas con su vida y el tema del lenguaje y la oratoria. De niño una maestra le prohibió hablar su lengua madre. Y ya de grande sus hermanos fueron (son) oradores. Y se aprende entre ellos, lo fundamental. Me dio gusto escuchar que esos concursos se inician en los grupos, para sacar al representante. Y así, hasta el más renuente o tímido, crece al pasar frente al público. ya es otro, lo mismo cuando lee un libro, cuando aprende un tema para exponer y otro cuando lo expone. Y luego escuchar a los participantes. por cierto, el ganador fue designado para decir las palabras de bienvenida a un alto funcionario que estaba por llegar. Excelente oportunidad de mostrar el trabajo escolar y el avance en los y las estudiantes.

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Escribir, hablar, leer y escuchar, como prácticas conscientes para un pensar cada vez mejor. Como en los deportes la práctica permanente en el campo y la cancha, con decisión y disciplina, entusiasmo, los hace cada vez mejor, lo mismo en el desarrollo del pensamiento. Y a seguir platicando. felicidades a los directivos, maestros y personal de apoyo de los centros escolares. Mia agradecimiento por invitarme a estar con ellos.

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Silvio: "Hay sorbos de café en la madrugada/ Y toses de motores a las seis/ Hay risas y pañuelos antes de la mañana/ Hay voluntad de hacer amanecer..." "...Bienaventurado ha de ser/ El que siembra para los otros/ El que en la semilla dejará/ Un girón de su propio ser..."










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