Dos gigantes de la pedagogía y del teatro

Señores teatro: Héctor Fernández y Jaime Olmedo 

Hay personajes icónicos en las artes de este terruño, Tabasco. Dos de ellos son Héctor Fernández Martínez y Jaime Olmedo. Y ahora, como parte del Día mundial del Teatro -a celebrarse el ya próximo 27-  hacemos alusión a sus estaturas magnas. Además, ambos coinciden en la enseñanza y con trabajo específico en el escenario: Héctor con títeres, tanto en su elaboración, como en el guion y dándose vida recíproca con ellos en el breve y luminoso espacio del teatrino, para deleite de niños y niñas de todas las edades. Jaime como actor mimo, con el cuerpo como herramienta de comunicación, la voz sustituida por el conjunto de músculos, huesos, tendones y miradas. Además es productor y director.

Jaime Olmedo nació en El Salvador, pero, con algo de antigüedad, radicado en Tabasco. La enseñanza de las artes escénicas las realiza en el Centro de Desarrollo de las Artes (CEDA), de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco. Y varias generaciones de actores de la región llevan su sello personal: la emotividad de abrazar el arte como sustancia de lo humano. Las enseñanzas de Jaime son parte importante del movimiento teatral en el estado. 

Héctor Fernández nació un día de Reyes, en Nochixtlán, Oaxaca y, como muchos, eligió esta entidad calurosa y húmeda del trópico, como centro de sus actividades creativas y pedagógicas. Varias generaciones de estudiantes del Centro de Investigación de las Bellas Artes (CEIBA) llevan su impronta en las distintas variantes que conforman al teatro con títeres. 

Héctor estudió en la Escuela Nacional de pintura, escultura y grabado La Esmeralda, y ha participado con Chocolate y otros personajes en muchos espacios, tanto del país como del extranjero. Se le recuerda cuando asistió, como representante de México, al Encuentro mundial de títeres en Egipto, donde se le entregó un reconocimiento a su amplia trayectoria.

A Jaime, de largo trayecto artístico, sus contemporáneos lo recuerdan como brillante y destacado actor desde su juventud, no muy lejana. Testimonio de ello, y como botón de muestra, circula en las redes una legendaria foto donde él representó a un personaje primate. 

Siempre cuando se habla de las artes, se afirma con verdad, de que no solo de pan vive el hombre. Y cierto es que el arte toca el interior de las personas para mantener encendida la flama de la humanidad (que a veces parece extinguirse). Y el teatro, siempre antiguo y nuevo, como el hombre mismo, espejo de la sociedad, es fuente de temas y aliciente para la reflexión crítica y el disfrute gozoso de la vida. 

Ellos han recibido diversos reconocimientos oficiales. Aunque el mayor es el de sus alumnos y alumnas y el del público. Este es un humilde reconocimiento de Plumazo Digital para estos dos gigantes de la actuación, verdaderos maestros, artistas de vocación, dinámicos y de corazón grande. Y con ellos reconocemos a todo el gremio del teatro, en todo lugar donde se encuentren. 

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