No solo de palabras viven los talleristas

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Ojalá que todos las personas -principalmente niños y jóvenes- tuvieran oportunidad de llegar a un taller artístico, artesanal y deportivo. Que estuviera relativamente cerca de su casa. O que hubiera beca de transporte para llegar. Y que estos talleres proliferaran. Claro, lo mismo para adultos y de la tercera edad. Aprender algo en esas horas de ocio. Que no fueran obligatorios, pero sí de prestigio. Decir, por ejemplo, estudio preparatoria y llego al taller de dibujo Anime. Por decir algo. Estudio secundaria y asisto al taller de hacer tiras bordadas por la tarde. Y cosas por el estilo. Sí, puede ser una utopía, y se vale soñar, pero es tan necesario para el restañar el tejido social.

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En el taller literario Alebrijes les espero los sábados. El horario es de 4 a 6 de la tarde, aunque regularmente nos quedamos otro rato más. Es atrás del famoso Parque Los Pajaritos, en Hidalgo 404, centro de Villahermosa. Por allí cerca está el salón de la Sociedad de Artesanos, y la conocida paletería La polar. Es entre Zaragoza e iguala. Es en Casa Alebrijes, Centro cultural, donde hay actividades de todo tipo: de lectura, cuentacuentos, teatro, talleres de danza, etc. Y se pone bien el ambiente. Además la anfitrionía de Delia y Jaime, es de lo mejor. No es como mi casa. ¡Es mi casa! Y la de varios promotores culturales y artistas, y del público. He visto niños contar cuentos, he visto adultos en obras de teatro, presentaciones de libros, charlas, etc. Ven a conocerla. No te vas a arrepentir.

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Yo cuento de cuando las escuelas secundarias tenían un montón de talleres: de música, de declamación, oratoria, banda de guerra, dibujo, pintura, teatro, danza, periodismo, atletismo, futbol, voleibol, basquetbol, debate, jardinería y otros. Estos los llevábamos los sábados. Eran talleres libres. Teníamos la obligación de permanecer en ellos tres meses, mínimo, para luego tener el derecho a cambiarnos a otro. Aparte, claro, los que estaban como materia: mecánica, carpintería, cocina, corte y confección, mecanografía, embutidos, etc. Sería bueno volver, no a esos tiempos (el agua del río no remonta), sino a actividades de desarrollo humano, donde se despierten cualidades, se enfoquen intereses y se descubran cualidades.

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Casa Alebrijes, como iniciativa, impulso y esfuerzo ciudadano, representa todo esto. Porque uno ve brillo en los ojos de los asistentes (tallistas, instructores o público). Porque de seguro esperan con ansia el día que les corresponde  para asistir y gozar con el aprendizaje de nuevos temas, o el público que mira una propuesta nueva, distinta a lo cotidiano. Como que cada quien sale soñando, volando un poco más, con un tema nueva para platicar, con un impulso nuevo para seguir bregando en la vida familiar o laboral. 

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Los ambientes de aprendizaje son siempre lo mejor. El sábado de taller literario, por ejemplo, estuvimos como de fiesta. Cuento el antecedente. El sábado anterior al reciente pasado, Delia se lució con tamalitos sofritos y una salsa picosita. Y entre comentarios de sugerencia y crítica a los textos revelados, leídos previo, le dábamos mordidas al suculento tamal. Y así por el estilo, con algarabía. Y, entre semana, un compañero nos avisó que este sábado recién pasado él llevaría los tamales. Y dos días antes lo recordamos para hacer presión. Así que cuando llegué (lo más cercano a puntual a las 4), me dijeron: "no pudo llegar Don José, anda algo enfermo, pero pasó a dejarlos". No era lo ideal, porque lo ideal fuera que él también estuviera, pero comer tamal no está mal.

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Ese es el ambiente de los talleres. Se aprende, se platica, se comenta, hay camaradería. Aún el recién llegado ya se siente parte de una nueva familia. Y más si se forma un grupo de watsap, donde entre semana nos saludamos, intercambiamos información, vacilamos y compartimos frases literarias y de motivación, que esta vida no es unidireccional. Es un ambiente alfabetizador y demasiado humano. Pues les presumo que en el taller, de regular hay café pan o galletas. Algún día habrá piza, se cooperará para un molito, sobretodo en cumpleaños. Y como es taller literario, hay textos.

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En el inicio de esta sesión recordamos a Ciprián Cabrera Jasso, quien nos dejó en 2012. Precisamente yo recordaba a Manuel Barbosa, poeta mexiquense, quien a los 25 caos se cortó las venas y quitó la vida en una habitación del Hotel Aurora, casi frente a la librería de la UJAT. Esto fue allá por 1985-1986?. La mamá de Tere, compañera de salón era la administradora de dicho hotel, modesto. Y esa tarde Tere llegó con el "qué creen, chamacos: un muchacho se quitó la vida en el hotel". Nos espantó, y luego que era un muchacho. Le preguntamos si sabía el nombre. "Manuel Barbosa, creo" Así dijo. Y yo me acordé del joven escritor con el que convivíamos en eventos culturales. Volviendo. Entonces Jaime platicó una semblanza de Ciprián. Algunas anécdotas, sobretodo cuando los visitó en el taller "En busca del tiempo perdido". Y sus galletas de nieve de vainilla, que era afecto. Yo conté que vivo en la calle Ciprián Cabrera Jasso. Y leímos poemas de él. Y da la casualidad, mas bien la causalidad, que abrí el libro tomo I de sus obras completas, y lo abrí al azar, y precisamente era el poema donde se lo dedica a Manuel Barbosa.

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Y en el taller literario tenemos visitas de personajes. Nos han visitado Álvaro Solís Castillo, tabasqueño radicado en Puebla, poeta, filósofo, maestro y promotor. También Balam Rodrigo, poeta multilaureado. Ángel Fuentes Balam, escritor y actor. Érika Rodríguez, poeta, rapsoda, narradora, locutora y tictoquera, etc. Lorenzo Morales, poeta y promotor cultural. Francisco Payró, escritor; Hilario Feria, escritor; Carlos Lara Romero, nos presentó y obsequió, generoso, su libro "Los tipos duros y el amor".  Y este sábado nos visitó de pasadita Edmundo Juárez Cadena, doctor, poeta y editor. Si olvido alguno, por favor me corrigen en los comentarios. Que el Alzheimer está empezando a hacer estragos. O los tragos. Y claro esperamos a otros más, que han prometido visitarnos. Todos ellos son inquietos, activistas, creadores e impulsores de las actividades culturales.

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Precisamente este sábado pasado, en su calidad de editor, tuvo a bien visitarnos Edmundo Juárez Cadena, y llevó a Casa Alebrijes un ejemplar de su nuevo libro editado "Letra y palabra", perspectivas culturales de creadores tabasqueños, donde recopila entrevistas a varios creadores y promotores de la cultura nacidos o radicados en esta entidad tropical. Bien por el libro. Ya le echaremos un ojo, y de ser posible los dos.

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Pero es que no solo de palabras viven los talleristas. Y en medio de la revisión de un texto continuado de Johan Barrera, salieron al fin los tamales esperados. Y al festín de palabras en su versión de textos creativos, y con café de olla o jarra ya disponible, le entramos a los tamales de masa colada, con su interior de cerdo guisado, que estaba para chuparse los dedos. Cuando terminé el que me sirvieron, hice de tripas corazón, porque no me atrevía, y sentí que no era yo cuando hablé: "Jaime, será posible que me pudieras servir otro, sobretodo que unos compañeros no vinieron". Pero no era yo, digo. Y Jaime se levantó y me sirvió otro, para mi gula, culpa que asumo con total irresponsabilidad.





 

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